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LOS GALARDONES DE NUESTRA LITERATURA, AL COMPLETO

Saizarbitoria y Pinilla, premios Euskadi de Literatura al cuadrado

«Supongo que Ramiro Pinilla y yo no somos el futuro. El año pasado coincidimos en otro acto porque empiezan a darnos medallas; mal asunto». La frase, que destila humor negro y tan del estilo de Ramon Saizarbitoria, no es cierta; por supuesto. Ambos escritores son los premios Euskadi de Literatura de este año; galardón que reciben por segunda vez en sus vidas y algo en lo que, curiosamente, coinciden con los otros tres premiados dados a conocer ayer.

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Amaia EREÑAGA | BILBO

Faltaban por conocerse cuatro de los apartados de los premios literarios Euskadi 2013, entre ellos los de literatura en euskara y castellano, y ayer no hubo sorpresas -«Martutene» (Erein), de Ramon Saizarbitoria, era uno de los títulos que, a priori, partía como uno de los favoritos- y sí nombres con mucho peso también en ilustración y traducción al euskara. Todos ellos tenían de antes otro premio Euskadi y en algún caso, como la ilustradora Elena Odriozola, tres de sus trabajos aparecían entre los finalistas de su apartado. Completada ya la lista de siete premios -el de literatura infantil y juvenil en castellano un año más ha quedado desierto-, ahora solo falta la ceremonia de entrega: siguiendo el sistema rotatorio, esta vez le toca a Donostia y la fecha fijada, el 19 de noviembre próximo.

Dotados con 18.000 euros en cada categoría, los premios Euskadi están auspiciados por el Gobierno de Gasteiz y son los máximos galardones del panorama literario vasco y, sobre todo, en euskara. De entre ellos, los principales son los de literatura.

El voluminoso (más de 700 páginas) y denso «Martutene» con el que Ramon Saizarbitoria (Donostia, 1944) ha regresado a la literatura después de un largo parón, se impuso sobre otros títulos editados en 2012 como «Mussche», de Kirmen Uribe, o «Ez naiz ni», de Karmele Jaio. Saizarbitoria es uno de los grandes nombres de la literatura en euskara, autor de novelas pioneras como «Egunero hasten delako» (1969) y con una obra en la que figuran títulos como «Gorde nazazu lurpean» («Guárdame bajo tierra», 2002; premio Euskadi de ese año). Desde 2003, fecha en la que salió «Kandisnkyren tradizioa» no había vuelto a publicar y lo hizo de nuevo en 2012 con «Martutene», una novela de estructura metaliteraria en la que sobrevuela la nostalgia y que relata las vivencias de dos parejas entradas en años, con problemas de comunicación y con relaciones conflictivas. En un juego de paralelismos con «Montauk», la novela autobiográfica de Max Frisch que discurre en Long Island, a sus vidas llega una joven estudiante que se llama Lynn. La novela se convierte en un personaje más del relato, en un relato en el que «afectividad, sociedad y literatura son los tres ejes de esta gran obra», según explica el jurado presidido por Itxaro Borda y compuesto por Jon Kortazar, Lourdes Otaegi, Patziku Perurena y Arantza Urretabizkaia.

«Siempres escribo de lo mismo», reconoció Saizarbitoria; a saber, la dificultad de las relaciones -admitió que, «aunque suene triste», Max Frich ha tenido mayor influencia en su vida que sus vecinos de escalera- y de algo que sale siempre como telón de fondo: «la pesadez y la lata de ser vasco». Aunque empezó a escribir por militancia, por impulsar el euskara, ahora este hombre de frases melancólicas reconoció que con el tiempo ha admitido que le gusta escribir y que «voy llegando tarde a las cosas. Demasiado tarde he asumido el papel de la literatura en mi vida». Eso sí, de «Martutene» dice que ya está «un poco aburrido». Lo que le gusta es el acto de escribir, y enredarse en una madeja en la escritura, como los gatos.

«Sería difícil entender este país sin leer a Ramiro Pinilla», apuntaba ayer el viceconsejero de Cultura Joxean Muñoz. A Ramiro Pinilla (Bilbo, 1923) el segundo premio Euskadi de su vida -el anterior fue por «Las cenizas de hierro», que fue también premio Nacional de la Crítica y Nacional de Narrativa en 2005- le ha llegado con «Aquella edad inolvidable» (Tusquets ediciones), una obra que él reconocía ayer como una «especie de testamento», un regreso a su infancia y juventud en la que plasma «la idolatría y la afición que se siente hacia un club», en su caso el Athletic, por supuesto. Muy mal jugador pero con una afición feroz, Pinilla se «convierte» gracias a la ficción en Souto Menaya, «Botas», un futbolista que ha tocado la gloria y ahora conoce el infierno por culpa de una lesión. Acaba trabajando de ensobrador de cromos, aunque ello suponga toparse con su propia foto en las colecciones de fútbol.

Amor, papel y libros

El galardón para «Tom Sawyer-en abenturak», la traducción al euskara de la novela de Mark Twain encargada por Galtzagorri elkartea a Iñaki Mendiguren y Sarah Turtle, tuvo mucho de personal y sentimental para los dos. Autora de la traducción de la saga de Harry Potter, trabajo que le valió su anterior premio Euskadi, esta pareja se conoció hace cuatro décadas en una iglesia protestante de Bilbo, donde Sarah Turtle vino a estudiar castellano. Se conocieron, Sarah se quedó aquí porque «se comía bien y el vino bueno era barato» y aunque no tuvieron hijos de carne y hueso, «sí tuvimos hijos de papel a porrillo», como explicó un emocionado Iñaki Mendiguren. Instalados ahora en Ezkio Itxaso como traductores freee lance, donde volvieron después de pasar muchos años en Arrasate -él era profesor en la escuela de Magisterio de Eskoriatza; ella daba clases de inglés-, son actualmente uno de los más importantes traductores del inglés al euskara.

Con el clásico de Mark Twain aceptaron un «hueso duro de roer», ya que, como explicó Sarah Turtle en euskara, está escrito en el dialecto del Missouri de 1840, pero merece leerlo incluso a los adultos «para encontrar al niño que llevamos dentro».

Elena Odriozola (Donostia 1967) es una de las ilustradoras más importantes de nuestro panorama, de lo que da idea el hecho de que otros dos trabajos suyos hayan quedado como finalistas en el apartado de ilustración de obra literaria: «Sabado» y «Eguberria, ohitura, kantu eta istorio». En «Tropecista», el cuento con textos de Jorge Gonzalvo que ha ilustrado para Barbara Fiore Editora y ganador del premio, investiga con una técnica de papeles superpuestos, a modo de capas, fotografiados luego. Por cierto, Odriozola también ganó el Euskadi en 2009.

 

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