Los dirigentes turcos inauguraron ayer un túnel ferroviario bajo el estrecho del Bósforo que unirá Asia con Europa, un proyecto bautizado como «la obra del siglo». Tras nueve años de espera, el Marmaray, de 13,6 kilómetros de longitud -de ellos 1,4 son bajo el mar-, es la primera conexión de ferrocarril entre Europa y Asia al sur de Rusia que enlaza directamente con el Lejano Oriente a través de Irán. Este túnel conectará en cuatro minutos ambos continentes bajo el Bósforo. La obra, que iba a durar cuatro años, estuvo interrumpida durante mucho tiempo por el hallazgo de una serie de tesoros arqueológicos. La ceremonia de apertura, que coincidió con el 90 aniversario de la fundación de la República de Turquía, estuvo encabezada por el presidente turco, Abdullah Gül; el primer ministro, Recep Tayyip Erdogan; los jefes de Gobierno de Japón, Shinzo Abe -principal promotor financiero de este proyecto-; y de Rumanía, Victor Ponta, así como la ministra española de Fomento, Ana Pastor. Erdogan destacó que desde la refundación del país por parte de Mustafa Kemal Atatürk en 1923, se han construido 23.000 kilómetros de autovías, de ellos 17.000 en los 11 años que su partido, el AKP, lleva gobernando el país.

Los primeros planes se remontan a 1891, cuando el sultán otomano Abdülhamid encargó a ingenieros franceses el diseño de de túnel bajo el mar.

En un primer momento, solo será utilizado como conexión ferroviaria, pero se espera que a partir de 2015 se abran los carriles al tráfico de coches.