GARA > Idatzia > Kultura

«Lanzarme en la búsqueda de lo imposible me inspira muchísimo»

p048_f01_199x144.jpg

Maite Larburu

Voz y composición de Neighbor

Maite Larburu nace en Hernani hace 34 años. Estudia violín y se traslada a Holanda, donde consigue trabajar en diferentes formaciones de música barroca, antigua. La música clásica queda al margen por una temporada y Larburu graba un íntimo disco de folk y world music titulado «Ura praketan».

Pablo CABEZA | BILBO

Maite Larburu, de Hernani, y Josh Cheatham, de Seattle, se conocieron en Holanda hace más de una década, país al que se dirigieron debido a sus estudios musicales de música clásica. Larburu es violinista y Cheatham toca la viola da gamba y el contrabajo principalmente, pero se le puede considerar un multiinstrumentista. Ambos han desarrollado su carrera en numerosas formaciones de música antigua, barroca y de cámara. Larburu ha formado parte, entre otras, de Holland Baroque Society, con la que le podemos ver en el cortometraje de Asier Altuna «Zela Trovke», estrenado en el pasado Festival de Cine de Donostia, interpretando una vieja canción eslovaca del siglo XI.

Neighbor (Vecinos) es el nombre que le han dado al dúo Maite y Josh. Un proyecto al margen de sus carreras que se ha materializado en un delicado disco llamado «Ura patrikan» (Gaztelupeko Hotsak). Se adentran en el terreno del folk, la bossa y pinceladas de world music y jazz, al menos las ligeras líneas del jazz que tiene la canadiense Joni Mitchell, con la que Larburu conecta muy bien en temas como «Ambitious man», «Little river», «White music» y «Cowboy song». También les une la habilidad para la pintura, ya que «Ura patrikan» basa su diseño en acuarelas muy relajantes y sutiles de la propia Larburu.

«Ura patrikan» se divide, subjetivamente, en tres zonas musicales, el movimiento bossa, donde Astrud Gilberto es una buena referencia, la mencionada Joni Mitchell con folk y tonos jazzy, y una parte más etérea y folk tan vaporoso como cierto tono experimental y que refiere a todas las canciones cantadas en euskara, que son más de la mitad del álbum. Quizá «Harria, papera, guraizea» se diferencia un tanto del resto euskaldun, es más dinámica, juguetona, pero puede liderar el bloque.

El debut es un hermosos cedé de corte acústico, donde la guitarra y la dulce voz de Maite predominan. El resto de ambientaciones y acabados pertenece al mundo onírico (como «Gauean» (donde se toca el shruti box, instrumento que se ve en la imagen de presentación del disco ayer en Donostia y que genera notas lineales próximas a una sesión de mantra), de la composición, los tiempos, las texturas y el tono relajado que recorren las catorce canciones de «Ura patrikan», un singular disco, muy ambiental y, a la par, profundo, y un trabajo de los que no se esperan.

Es usted políglota, pero no ha olvidado el euskara.

Los temas los he escrito en los idiomas en los que vivo, me he dejado el holandés fuera porque no me parece muy musical. Por trabajo voy saltando de uno a otro, del francés al italiano, del holandés al inglés y tira y sigue. Tengo la sensación de ser una persona diferente en cada idioma, o quizá cada idioma logra resaltar algo diferente de mí. Me digo: esto me cuesta decirlo (por el texto) en euskara, que me da vergüenza, pues lo digo en inglés.

Carrera de violín y músico profesional, ¿con antecedentes?

Recuerdo a mis padres [Juan Bautista «Batix» y Maitere] y a mi hermano [Juanbau «Flaut»] y hermana [Axun] cantando a menudo juntos en casa, en el coche... Nos encanta cantar a todos. Uno de mis recuerdos más antiguos se remonta a un casete que grabamos con canciones tradicionales vascas donde mi padre y mi madre, también mi hermana, cantaban, y yo, que no tendría más de dos o tres años, le decía a mi aita: «kantatu atta, kantatu!».

Me llevo 12 años con mi hermano y hermana, y crecí escuchando sus músicas... tenían ambos muchas inquietudes musicales. Y cuando decidí aprender a tocar el violín, no me preguntes por qué, porque de música clásica no sabíamos nada, mi hermano empezó a comprar vinilos de Bach, Beethoven, Mozart... un poco de todo. Y así fuimos aprendiendo, todos juntos.

Y de Hernani a Amsterdam.

Después de unos años de violín en Hernani, ingresé en el conservatorio de Donostia. Pero la idea de dedicarme al violín, siempre estuvo presente. No sé, no recuerdo haberlo decidido en ningún momento preciso, era natural, era así. Mi familia siempre me apoyó, aunque el mundo de la música clásica fuera un enigma para todos nosotros. Al acabar la carrera en Donostia, estudié en Madrid un par de años, y en 2002 me aceptaron en el conservatorio de Amsterdam.

¿Y qué le supuso partir?

Llevo once años viviendo allí. Tenía 22 cuando me fui. El marchar a Holanda ha supuesto tantas cosas que me es difícil nombrarlas todas. De primeras, el marcharte al extranjero, te deja como noqueado, no sé, ya no eres quien eras, no puedes utilizar las palabras de todos los días; hablas en otro idioma. No eres el de siempre para los demás, claro, los demás son otros y tú para ellos también; los «otros», tienen otras tradiciones, otros hábitos. Empiezas de cero y eso ayuda a reinventarse. Tu perspectiva cambia, tu punto de vista es nuevo, y se ven las cosas pues... como con otras gafas. Es duro y es también enriquecedor. Una nueva visión sobre el mundo.

¿Y musicalmente?

Aprendí, sobre todo, que hay muchas maneras de ser músico; en Donostia yo no veía tantas posibilidades. En Holanda conocí a músicos que se dedicaban al jazz, la música india, contemporánea, pop... Y así fue como lo que yo creía que iba a llegar a ser, un músico clásico de orquesta, fue cambiando. Mi profesor me ayudó mucho a descubrir quién era Maite como músico, ¡qué gran suerte el haberme encontrado con él! Me especialicé en música antigua, Holanda fue la precursora de esta corriente musical, y eso ha supuesto un gran cambio en mi vida profesional. Ahora colaboro con diversas orquestas y grupos de cámara de toda Europa, y a la manera de free lance, viajo por todo el mundo dando conciertos. Soy consciente de la suerte que tengo, vivo exclusivamente de tocar. Pero tampoco sé cuánto durará, ni si el año que viene estaré pelando patatas en una taberna... jajaja.

Holanda siempre fue un país muy avanzado social y éticamente.

Fue muy innovador, ideológicamente hablando, aunque eso esté cambiando ahora. Mi círculo de amigos fuera de la música está relacionado con el movimiento okupa, que fue muy fuerte en Amsterdam en los 80 y al que el país le debe mucho, con acádemicos de los estudios de género, de ciencias feministas, utopistas... Una cuadrilla de locos idealistas que tratan de hacer que la realidad se acerque más y más a esa utopía en la que creen. He aprendido muchísimo de todos ellos. En Holanda echo de menos a mi familia y amigos, echo mucho de menos comunicarme en euskara, la naturaleza, la improvisación de planes... Mi lugar perfecto sería mi mundo profesional holandés, pero en Euskal Herria con sus gentes; ya ves, imposible. Pero lanzarme en la búsqueda de lo imposible me inspira muchísimo.

«No hay peor juez que uno mismo»

¿De qué manera surge este disco entre académicos?

Empezó como una broma, y acabó convirtiéndose en algo precioso, milagroso. No sé, imagínate de pronto teníamos canciones nuestras... Para mí ha sido un imposible que se ha hecho realidad. Como músico se me ha enseñado a interpretar una partitura escrita por otro, y eso es algo maravilloso, pero interpretar tu propio tema es diferente. Ahí tienes más libertad, a priori... aunque no hay peor juez que uno mismo. Josh y yo quisimos hacer algo que no tuviera que pasar por la crítica del academicismo. Hemos intentado que sean como somos, tratando de no meter el guante del perfeccionismo demasiado.

Y se graba en los estudios Aieka del barrio Ereñozu de Hernani.

Al ser mi hermano ingeniero de sonido, le pregunté por un estudio y él me recomendó el de su colega. Después de la primera sesión de grabación, la cosa empezó a embrollarse. Pello, el técnico de grabación, quedó prendado y avisó a Gaztelupeko Hotsak, sin que yo lo supiera del todo y Hotsak ofreció sacar el disco, y nos animó mucho a seguir. P.C.

Pintura

«Desde pequeña me ha gustado escribir, pero no dibujar, no tenía paciencia para eso. Hace unos años me cansé de las palabras. Empecé con dibujos del tamaño de un sello: me daba un miedo horrible dibujar algo grande. Fue terapéutico jugar con colores y sin palabras»

DISEÑO

«Empaquetarlo ha sido arduo. Ideamos el diseño entra Josh, Akiko, diseñadora, y yo. Akiko me pidió dibujos e hizo una especie de puzzle con todos ellos; es su primer cedé, ella diseña libros, pero me encanta su estilo, sobrio, pero fuerte; funcional, pero especial, es muy buena»

DUELO EN ARRIAGA

No habrá pistolas como en el legendario duelo de «O.K. Corral», pero los dos solistas van a ofrecer una «pelea» repleta de calidad, vértigo y excelentes maneras.

Ficha

Lugar: Teatro Arriaga de Bilbo.

Fecha: Hoy.

Precio: Desde 8,50 a 25 euros.

Hora: 20.00.

Entradas: Pueden adquirirse en las taquillas del Arriaga, www.teatroarriaga.com o en el teléfono 946 850 850.

Imprimatu 
Gehitu artikuloa: Delicious Zabaldu
Igo