Por primera vez en lo que va de la presente temporada, Osasuna sale de los puestos de descenso y lo hizo gracias a una importante victoria sobre un rival directo, al que doblegó merced a la gran eficacia que mostraron los rojillos en el primer cuarto de hora, en el que ya vencían por 2-0. Los de Javi Gracia, que se aprovecharon de la debilidad defensiva rayista a balón parado, se complicaron la vida en el último tramo del partido.

La gran novedad del once fue la presencia de Raoul Loé, quien había recibido el alta médica el día anterior, demostrando que el camerunés goza de una gran confianza por parte de Javi Gracia. El técnico navarro, imposibilitado de recurrir a sus dos laterales titulares, insistió con Joan Oriol en el izquierdo, pese a que sigue sin dar muestras de seguridad en el puesto, y ubicó a Oier en el diestro.

El lizartarra no quiso desaprovechar la primera oportunidad de ser titular que le brindaba Gracia y para el segundo minuto ya le había correspondido con su primer gol como rojillo. La cosa pintaba bien, con un Rayo muy flojo a la hora de defender el balón parado, aspecto que los anfitriones todavía tendrían tiempo para saber explotar sin haberse cumplido siquiera el primer cuarto de hora. Oriol Riera, con la caña preparada en la línea de gol, pescaba su quinta diana liguera en once partidos, toda una marca que calibra el pedazo de jugador que Osasuna ha fichado.

Seguro que habría que remontarse mucho tiempo atrás para recordar a la escuadra navarra con una ventaja doble sin apenas haberse cumplido quince minutos de partido. El escaso público que se desplazó hasta El Sadar estaba viviendo, sin duda, el envite más completo en cuanto a efectividad en ataque de los suyos. Dos llegadas, dos goles.

El Rayo, fiel a su estilo, no rifaba el balón y, acuciado por el amplio marcador en contra, se fue aproximando a los dominios de Andrés Fernández. A Oier se le amontonaba el trabajo con las incursiones de Iago, primero, y Lass, después. Un tiro del primero y un remate casi en el área pequeña de Bueno, despejado por la defensa rojilla, fueron las credenciales de una escuadra madrileña que buscaba a toda costa aminorar el castigo antes del descanso.

Lo cierto es que su afán por perforar la portería rojilla derivó también en un cada vez mayor riesgo defensivo, dejando importantes huecos entre los que se desenvolvían De las Cuevas y Roberto Torres. En cualquier caso, nuevamente el mayor peligro local llegó en estrategia. Otro corner mal defendido por los vallecanos acabó en la cabeza de Arribas que, solo en el segundo palo, no concretó el cabezazo entre los tres palos y se marchó arriba.

Osasuna conseguía llevarse su diferencia al descanso, aguantando bien a un rival que quería, pero no podía, mientras el ritmo general del juego, por pura lógica, decrecía enteros después del ritmo frenético vivido en los primeros compases del envite. Una buena parte del camino en busca de los tres importantes puntos estaba recorrido, pero todavía quedaba re- frendarlo en una segunda parte en la que era de obligado cumplimiento evitar sorpresas.

Expulsión de De las Cuevas

La escuadra navarra no dejó margen a un posible susto, si bien los de Paco Jémez salieron dispuestos a inaugurar su casillero. Fue el momento en el que Andrés Fernández entró en acción. El cancerbero murciano realizó una gran parada a un disparo envenenado de Iago y estuvo bien colocado para detener el remate visitante del posterior saque de esquina.

Fueron quizás los momentos en los que más sufrió Osasuna. La grada se temía un posible 2-1 y el consiguiente padecimiento hasta el final del encuentro, en fin, la historia de siempre. Pero el cuadro rojillo tenía ayer la fortuna y el acierto de cara. Un balón robado en las inmediaciones del área rayista sirvió para que Raoul Loé combinase a la primera con Roberto Torres y el de Arre hiciese el tercero de bella factura, con rosca y buscando las telarañas.

Los rojillos, en todo caso, son especialistas en complicarse la vida. Cuando el encuentro ya estaba finiquitado, a De las Cuevas no se le ocurrió mejor cosa que arrearle un patadón a Embarba, lo que derivó en su expulsión. Después llegó el gol de Gálvez, el frontón que montaron los de Gracia, los continuos acercamientos del Rayo, la lesión de Joan Oriol... Pero ayer todo estaba predestinado para ganar.