Parece mentira que a estas alturas de la película todavía haya gente en Osasuna que peque de ilusos. Cuando esta semana se podía escuchar a Damià y a Javi Gracia su convencimiento de que el futbolista catalán iba a ser indultado por Competición para poder disputar el encuentro de ayer, a uno se le venían a la cabeza las múltiples ocasiones en las que había visto la misma escena con idéntico final.

¿Por qué esta vez iba a ser diferente? A fin de cuentas, castigar a un jugador rojillo, o del Valladolid, o del Almería -tanto da, porque no es cuestión de colores sino de trascendencia- sale mucho más barato que hacerlo sobre un merengue o azulgrana. Y los señores del comité sancionador lo han vuelto a refrendar con sus últimas decisiones. Un agarrón se pena con un partido y, en cambio, una frase de desprecio hacia un colegiado se deja en el limbo.

La disparidad estriba en que lo primero lo comete un futbolista poco mediático y lo segundo, el «Comandante» blanco, como lo definió Blatter de manera jocosa, cuando las imágenes no dejan lugar a dudas de que Cristiano Ronaldo llamó a Undiano Mallenco «cagón de mierda» en el último duelo entre madrileños y blaugranas. Por bastante menos, Álvaro Cejudo, que le espetó a un asistente «lo vuestro es lamentable», ha tenido que cumplir tres partidos. ¿Será cuestión de que los rojillos visiten al peluquero del astro portugués?