«Lo que realmente caracterizaba al Athletic, lo que la gente pedía, es que fuera fuerte en San Mamés, que le diera mucho ritmo a los partidos. Eso era un arma de doble filo, porque al hacerlo el partido a veces se volvía tan loco que no lo podías controlar. Cuando yo era entrenador, dábamos una intensidad al juego difícil de soportar. Remontamos dos veces un 0-3, y eso dice mucho de cómo era el equipo», contó Ernesto Valverde en cierta ocasión rememorando aquella su primera etapa en el banquillo rojiblanco. En la actual, la segunda, San Mamés sigue siendo un fortín, la gente reclama ritmo, pero a este paso, con remontada en cuatro de los cinco partidos disputados, los desfribiladores se van a quedar escasos y el personal sanitario del IMQ terminará por tener que doblar turnos.

¿Que pasó ante el Elche? Para el técnico gasteiztarra la explicación es más bien sencilla. «No diría que hemos empezado mal, sino que el Elche ha empezado muy bien», argumentó tras el empate, para recurrir a su discurso ya habitual de que «en la Liga, salvo los tres de arriba, no hay muchas diferencias y estamos todos ahí». Si con eso quiere decir que la plantilla de que dispone es otra más del montón de los torpes de este campeonato, en el que salvo los tres de arriba el resto anda más perdido de objetivos que el balón aquel de Sergio Ramos, pues entonces será cuestión de que desde fuera nos bajemos del burro y asumamos que no hay tanta calidad como cabe presuponer.

De inicio, no parece que su apuesta por Toquero arriba ni la de insistir en Herrera de enganche le dieran resultado, por mucho que la explicación pueda estar en esos tres partidos en seis días y visita mañana al Calderón. Respondió Valverde en cierta ocasión que las probaturas siempre le salen bien. No siempre. Seguro que más de uno se preguntaría lo de ¿y Guillermo qué?, pero de haber utilizado al chaval qué mensaje habría enviado entonces al `lehendakari'. Ya lo dijo Rodney Marsh, exfutbolista inglés de los años sesenta, amigo dentro y fuera del campo de George Best, cuando afirmaba que «todo lo que tiene que hacer un entrenador es tener contentos a once jugadores: los once suplentes. Los once titulares ya son felices porque son titulares».

Ernesto Valverde parece que va dando con algunas teclas, con su ya intocable defensa, con Iturraspe y Rico, con Susaeta, Aduriz, pero a partir de ahí debe compaginar las cualidades y el estado de forma de De Marcos, Ibai y Muniain y, sobre todo, Beñat y Herrera. Mucho gallo para tan escaso corral. Sin ir más lejos, a Muniain no pareció hacerle mucha gracia su sustitución, justo cuando se estaba creciendo y reclamando protagonismo en la remontada.

Impotente primera mitad

El de Viandar de la Vera tiene que acertar con el once, es cierto, pero no lo es menos que los que salgan no pueden dar una impresión tan desangelada como la que ofrecieron en la primera mitad. En ningún momento supieron jugar no contra un 0-1 para el que había mucho tiempo por delante para voltear, sino contra un equipo que se pertrechaba con orden atrás.

Incapaces fueron de meter miedo al portero ilicitano. Fallones, imprecisos, intrascedentes, algunos jugadores se atribuyeron estos calificativos. Que Rico fuera sustituido fue mera anécdota, porque lo que hacía falta era salida de balón, velocidad en el juego, profundidad. El partido pedía a gritos a Beñat, pero Valverde optó por darle esa responsabilidad a Herrera. Su defectuoso cabezazo cruzado con todo a su favor fue el colmo.

Un Athletic impotente, pesado, una grada fría, a la que los suyos no les transmitían nada que fuera bueno. Es entonces cuando aparece el Athletic que Valverde recordaba en sus palabras de inicio. El que «da una intensidad al juego difícil de soportar». Como en anteriores remontadas. Como ante el Elche. Beñat tomó la batuta, Iturraspe se creció, Susaeta aceleró, Muniain se reinventó, De Marcos colaboró, Laporte se quería comer el mundo. Un vendaval que obligó a los franjiverdes a recular, a pegar el trasero a su portero, y de ahí llegaron los dos goles y las ocasiones malogradas, como las de Muniain o Toquero, sin olvidar el posible penalti al de Agen, similar al que le pitaron al Atlético en Granada un par de horas antes.

Iraizoz estará ante el Atlético

Capacidad de reacción, no dar nunca nada por perdido, sacrificio... Nada de eso se le puede reprochar a este Athletic. Pero insuficiente para un plantel al que se le supone mucho fútbol en sus botas. Eso y mentalización para los grandes partidos. Porque sin tiempo para cambiar el chip, los leones se meterán este domingo en la jaula colchonera, en el día de las peñas atléticas, el estadio que peor trata al capitán Carlos Gurpegi, y enfrente los `once del patíbulo' a las órdenes del `sargento de hierro' Cholo Simeone.

En la convocatoria a Madrid estará ya Gorka Iraizoz, que ayer se ejercitó con aparente normalidad. Formará parte de un once en el que esta vez no deberían asomar las sorpresas. La dupla de pivotes parece clara y quizá mantenga la apuesta por De Marcos como enganche. Uno de los fijos será Mikel Balenziaga, que ayer se mostró contento por «las buenas sensaciones» a nivel individual, y que reconoce que por «cómo está el Atlético, su buena racha y el juego que hacen será partido muy físico y muy duro, y hay que estar bien plantados porque es muy difícil meterles mano en el Calderón». Diego Costa y David Villa serán una verdadera prueba de fuego para la zaga bilbaina.