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De meter miedo a terminar asustados

Osasuna se mostró excesivamente débil en una de las facetas donde suele destacar: las jugadas de estrategia. Los de Javi Gracia encajaron sus tres primeros goles de esta manera, una pesadísima losa. Si en el plano defensivo se falló sobremanera, tampoco se hizo mucho mejor en el ataque. Solo un disparo entre los tres palos durante 90 minutos no parece un bagaje lo suficiente meritorio.

Natxo MATXIN

Osasuna festejó Halloween en Anoeta, un estadio que ya ha visitado este año por partida doble con el mismo decepcionante final. Como un niño que trata de meter miedo con su disfraz y luego se asusta ante ese vecino picajoso que no tiene caramelos, la escuadra navarra pasó de arribar a Donostia con la vitola de ser un conjunto aguerrido en la estrategia a sufrir en propias carnes la eficacia txuri urdin a balón parado.

Y eso que ambos conjuntos venían de trayectorias diametralmente opuestas. Los rojillos de ser tremendamente efectivos frente al Rayo en esa faceta y, la Real, de echar en falta desde hacía mucho tiempo no anotar mediante dicho método. Más vale, porque sin cumplirse la hora de juego los anfitriones ya habían agujereado en tres ocasiones el queso de gruyere en el que se había convertido la portería de Andrés Fernández.

Los de Javi Gracia solo existieron en la primera media hora, si hacemos referencia a mantenerse vivos en el envite, y apenas inquietaron en los veinte minutos iniciales. Porque enseñar las garras, la verdad es que ni lo intentaron. Claudio Bravo encarnó a la perfección el tópico de espectador de lujo en la tarde de ayer.

Un único disparo entre los tres palos -una falta botada inocentemente por Lolo a las manos del cancerbero chileno- es impepinablemente un escaso bagaje como para pretender salir airoso de un escenario exigente. Si ello lo combinas con un inusual rendimiento defensivo -apartado que les valió a los encarnados para arrancar sendos empates en las dos últimas visitas-, el marcador solo puede ser abultado por el lado local, como así terminó por ocurrir.

Falta de concentración, cansancio, expulsiones, dejarse llevar por la dinámica en la que entró el encuentro en la segunda parte... explicaciones varias que no servirán de mucho si se vuelve a tropezar tan escandalosamente frente al Almería. Como reflejó uno de los capitanes a la conclusión del derbi, lo ocurrido en el feudo donostiarra es un «toque de atención» para que nadie piense que porque los resultados hayan acabado llegando en la etapa Gracia eso es fruto de la casualidad. Al contrario, si no hay esfuerzo, tensión y trabajo, las cosas no salen. Lo de ayer fue un instructivo ejemplo.

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