Campeonato del Cuatro y Medio
Gestión de adversidades
Aimar Olaizola, con problemas en el abductor, se valió del saque-remate para abrir brecha y vencer a Irujo.
OLAIZOLA II 22
MARTÍNEZ DE IRUJO 13
Jon ORMAZABAL
Horas antes de partir hacia Atenas, donde debía dirigir al Baskonia en su tercera Final Four consecutiva -donde, por cierto, fracasó estrepitosamente-, Boza Maljkovic lanzó una de esas frases que lo convierten en un entrenador y un tipo realmente especial. «Esto de dirigir a un equipo de baloncesto es como cuando un autobús con pasajeros se cae a un río: si dentro del mismo hay alguien que pone orden para sobrevivir, casi no hay muertos». Aimar Olaizola demostró ayer en Bilbo que es también un pelotari capaz de gestionar ese tipo de momentos críticos, y consiguió el primer punto de la liguilla de cuartos, a pesar de tener que jugar el partido mermado físicamente desde el primer tanto.
El mal llamado clásico de la pelota nos ofreció ayer una versión inédita del mismo, en la que los dos pelotaris tuvieron que jugar con serios condicionantes físicos y en el que Olaizola supo gestionar mejor esa sobrecarga en los abductores que sintió en el calentamiento.
Sin embargo, como buen camaleón, fue capaz de disimular y que muy pocos se dieran cuenta de que algo no marchaba bien en el cuerpo del campeón manomanista hasta que la distancia en el marcador era ya lo suficientemente amplia.
Como en otras ocasiones en las que no se ha visto con confianza para plantear otro tipo de partidos -véase el choque ante Abel Barriola en el pasado Manomanista-, el de Goizueta se refugió en el saque para abrir hueco ante un Martínez de Irujo que saltó a la cancha algo precipitado tras una semana muy complicada con sus problemas en el dedo índice de su mano derecha y su abortada petición de aplazamiento.
Gran socavón
En una especie de repetición de las dos últimas finales disputadas por ambos protagonistas en ese mismo escenario, pero con las prestaciones del de Ibero bastante rebajadas,- la pelota no le salió con la velocidad habitual de sus manos- el de Goizueta enseguida abrió hueco en el marcador, para desesperación de su rival.
Las mayores limitaciones del de Aspe se hicieron patentes cuando tuvo que golpear la pelota por debajo y ahí los saques bombeados de Olaizola II resultaron letales, ya que Irujo no fue capaz de quitarle pelota para el remate. En un abrir y cerrar de ojos, el de Asegarce se fue 13-2 en el marcador, con cinco tantos conseguidos en el saque-remate y otros dos directos con el pelotazo inicial.
El de Ibero había caído al río -incluso tuvo una agria polémica con un juez que dio por mala una pelota que, según las imágenes de TV, había golpeado la chapa en un gancho al ancho del de Aspe- y le costó encontrar ese gestor de adversidades que minimizara los daños.
Como estaba el partido, conseguir el mayor número de tantos se había convertido en el objetivo primordial y Martínez de Irujo lo consiguió, en parte, encontrando un filón en las dificultades de Olaizola II en los desplazamientos, sobre todo al ancho. Sin estar del todo acertado, el de Aspe activó su gancho de izquierda y fue acumulando algunos tantos, especialmente tras el 17-6, pero la situación le obligaba a arriesgar mucho y pocas veces, por no decir nunca, una situación no irreversible es capaz de superar la capacidad de gestión de Aimar.