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Iñaki Urdanibia Doctor en Filosofía

Razón, venganza y víctimas

Las legislaciones ad hoc, el intento de mantener tras la sentencia europea ardides jurídicos, las mociones para declarar «personas non gratas» a los recién liberados... nada tienen que ver con el derecho, el respeto a las leyes y la convivencia

Hace unos años, pongamos por caso, unos jóvenes abertzales de izquierda disparan, en Irún, contra un siniestro falangista y sanguinario comisario de policía, con resultado de su muerte; hablo obviamente de Melitón Manzanas. Unos años después, tomando otro caso, un militante abertzale es reventado a ostias en una comisaría madrileña; hablo obviamente de Joseba Arregi. Ambos son víctimas de la violencia, ergo -según la sagaz lógica de Jaime Mayor Oreja, el que vivía tan plácidamente en los tiempos del dictador Franco, y de sus epígonos, por ejemplo el birikoso Joseba Arregui- ambos tienen razón, el torturador y el torturado, pues según los cerebritos nombrados «las víctimas siempre tienen razón».

Lo que sí que tienen las víctimas, y sus familiares que se han convertido en tal sin comerlo ni beberlo, es el derecho -y la necesidad- de llorar, exigir respeto y que se haga justicia, lo que no tiene ninguna razón de ser es que tengan razón en terreno alguno, del mismo modo que no les otorga su condición estar en posesión de la verdad (¿de cuál?). ¿Un nazi muerto por los tiros de un resistente tiene razón? ¿La viuda de un resistente asesinado, o él mismo, por las huestes fascistas, tienen automáticamente razón? ¿Por el hecho se haberse convertido en víctimas o... ¿por las posturas que defendían? o...

Hay un texto, que no sé si está traducido al castellano, que en la situación actual cobra una enorme pertinencia, si es que alguna vez la ha perdido desde que se escribió, allá por 1945; me refiero a «Vengeance?» de Robert Antelme.

Quien a la sazón fuese compañero de la escritora Marguerite Duras, formando parte de una red de resistentes parisinos contra la ocupación germana de su país, fue detenido y llevado a uno tras otro de los temibles lager nacionalsocialistas (Buchenwald y Dachau). Si allá había entrado pesando más de ochenta kilos salió sobrepasando por poco los treinta... Al poco de salir, y justo habiéndose enterado de la muerte de su hermana a manos de los nazis, es cuando escribió el texto que señalo, texto que causó sorpresa e indignación entre muchos de quienes habían padecido la bota fascista. Robert Antelme reclamaba que los prisioneros -se refería a los alemanes- debían ser juzgados por los crímenes cometidos, mas ya cumpliendo la pena a que fueran condenados, se les debía respetar como personas -añadiendo- que todo lo que supusiese un castigo añadido, nada digamos de una ampliación de la pena dictada, era pura barbarie.

Subraya el derecho frente a la venganza, sin necesidad de recurrir de ninguna de las maneras a la doctrina cristiana y su noción de perdón; precisamente el origen del derecho está en el abandono de la venganza. Como él mismo señalaba, escribe desde el punto de vista de «la justicia, la libertad y el respeto del hombre», concluyendo que «incluso cuando un hombre es legítimamente privado de su libertad, debe conservar su dignidad. Todo atentado al respeto debido a la persona humana(aun siendo culpable) constituye un acto de barbarie».

Las legislaciones ad hoc («la doctrina Parot», el alejamiento de los presos de sus lugares de origen que supone indudablemente un castigo añadido y ampliado a los familiares), y el intento de que se mantenga tras la sentencia europea tal tipo de ardides supuestamente jurídicos, nada digo de las biliosas mociones para declarar «personas non gratas» a algunos de los recién liberados... nada tienen que ver con el derecho, con el respeto a las leyes y a la convivencia...

Si tan vigilante cerrazón se hubiese aplicado con respecto a los responsables de numerosos crímenes cometidos con ocasión del levantamiento fascista del treinta y seis y los posteriores años de dictadura franquista con sus desapariciones, tiros en la nunca, tiros al aire que rebotan y provocan muertos, torturados, etc., etc., etc... muchos de los que hoy campan, tan campantes, por nuestros pueblos deberían haberse ausentado de tales hace tiempo, más teniendo en cuenta que hay «crímenes contra la humanidad» que no prescriben según las leyes internacionales firmadas por el Estado español (tanto cuando fue dirigido por el PSOE que cuando lo es por el PP)... pero se dio el truco del almendruco en forma de (auto) amnistía y... borrón y cuenta nueva... por el bien de la «modélica transición».

Y no sigo ya que, a buen entendedor con pocas palabras bastan... y ya van unas cuantas.

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