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Análisis | GRAN PREMIO DE abu dhabi

En el séptimo cielo

A pesar de que el Mundial ya está decidido desde el pasado fin de semana, existen otros objetivos importantes para seguir compitiendo, como que Sebastian Vettel siga sumando triunfos en su camino de convertirse en leyenda de la Fórmula 1.

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Xabier ALZELAI Ingeniero de pruebas

Más de uno me ha preguntado esta semana: ¿Qué sentido tiene ir a correr el resto de carreras si Vettel es ya campeón habiendo demostrado ser el mejor del año, y siendo RedBull ya campeón por equipos? La respuesta es muy sencilla: en primer lugar, el subcampeonato de pilotos y equipos está aún abierto, todavía queda un importante número de puntos en juego. Tal y como está montado el campeonato hoy en día, esos puntos conseguidos por cada equipo se traducen en ingresos, algo elemental para elaborar los presupuestos para 2014.

Además de por los puntos que quedan en juego, se sigue corriendo hasta el final de campeonato, para que de paso Vettel siga escribiendo nuevos capítulos en la historia de este deporte y demostrar que pertenece al séptimo cielo. Es como en el fútbol, cuando un equipo tiene la Liga ganada matemáticamente a falta de varios partidos, se sigue jugando para que de paso el Messi de turno siga ampliando su cuenta de récords.

Vettel es el Messi de la F1. ¿Por qué se va a marchar de un equipo que le da un coche que está como mínimo 0.5s por encima del segundo más rápido? ¿Por qué se va a marchar de un equipo que le ha dado todo y al que él ha dado todo? RedBull sin Vettel dejaría de ser el equipo que conocemos hoy, y Vettel sin RedBull dejaría de ganar tantas carreras a corto plazo. Sería como si Messi hubiera decidido irse del Barcelona el año después del triplete, algo impensable.

Los que conocen a Vettel dicen que es una persona obsesionada con la historia del deporte, donde quiere dejar a toda costa su huella. Si es eso lo que busca, y si lo que quiere es batir el récord de 7 campeonatos de Schumi, desde una perspectiva resultadIsta lo correcto es quedarse donde está. Con 4 títulos en el bolsillo a sus 26 años, no parece una barbaridad pensar que si sigue a este ritmo podría hacerse con 8 o 9 títulos.

Por otro lado, si su pretensión es demostrar que gran parte de lo que hoy es RedBull se debe a él, tiene que demostrarlo en otro sitio. Como lo hizo Schumi, levantando Ferrari de sus cenizas, aportando su parte a la hora de desarrollar un equipo y un producto ganador. O como lo hicieron Lauda o Prost en su día.

Alonso aún no ha conseguido un campeonato con Ferrari. No significa que el asturiano sea un mal desarrollador, probablemente sea una combinación de motivos: los constantes cambios en la estructura técnica en Ferrari, la forma de trabajar que tiene el equipo, la importancia que se le da al feedback del piloto, todo tiene influencia.

Alonso consiguió hacer de Renault un equipo ganador, y en su año en McLaren aportó mucho de lo que le faltaba al coche para volar. En Ferrari ha conseguido dar vida al equipo, ha estado luchando por la victoria todos los años, hay otros que lo hacen mejor. Hoy en día los equipos son estructuras mucho más complejas que en los años 90, y para realmente influir en la filosofía de una escudería como Ferrari necesitas convencer a mucha gente dentro de tu propio equipo. Para eso hacen falta hechos e insistencia, algo que consume mucha energía.

Por otro lado, la F1 es un deporte con mucho contenido tecnológico, casi un campeonato de ingenieros. No nos olvidemos que cuando Schumi se cambió de Benetton a Ferrari, se llevó a gran parte del equipo técnico consigo: Ross Brawn, Willem Toet, etc. Esto hace que a los pilotos les quede mucho menos espacio de aportación en el desarrollo del coche. En definitiva, si Vettel es capaz de llegar a Ferrari o McLaren y llevarlos a ganar regularmente en un plazo máximo de 2 años (sin llevarse a Adrian Newey consigo), habrá demostrado que pertenece al verdadero séptimo cielo.

RedBull y Vettel comparten inevitablemente filosofía porque nacieron juntos. Ferrari es Ferrari, y allí no importa cómo te llames. El equipo siempre está por encima de cualquier piloto. El que no se lo crea que se lo pregunte a Prost; empezó a hablar mal del coche y terminó comparándolo con un camión. Recibió la carta de despido de Maranello antes del último GP de la temporada, a pesar de ser ya triple campeón del mundo.

Me gustaría terminar con un pequeño homenaje a Vettel. Con esta victoria inmaculada iguala el récord de 7 victorias consecutivas en una temporada. La número 37 de su carrera, a solo 4 de Senna. El récord de victorias consecutivas lo tiene Ascari con 9, pero lo hizo repartido en 2 temporadas. Si Vettel gana los últimos 2 GP que quedan, igualará la cifra de Ascari y también la de 13 victorias en una temporada de Schumi. Lo cierto es que ayer Vettel mostró un nivel superior al resto. Lo que hace a Vettel grande es que nunca se olvida de mantener los pies en el suelo. Seguramente gran parte de ello se lo debe a sus padres, a quienes dedicaba esta victoria.

En el paddock dicen que tiene fama de rácano. Puede que gaste menos que otros pilotos en jets privados, deportivos lujosos o vacaciones en yates gigantes, pero para mí eso no significa ser un tacaño. Simplemente no necesita esos orgasmos de felicidad que le pueden proporcionar un juguete caro o un gasto extravagante. Al día siguiente de ganar el cuarto mundial se encerró en su casa en Suiza con su novia y se dedicó a cortar el césped. Vettel es como el Lauda moderno, su vida está orientada a ganar. No necesita la Spice Girl o Pussycat de turno como novia, no le aporta nada en su objetivo de ganar campeonatos como churros. En todo caso son distracciones que desembocan en problemas, y si no que se lo pregunten a Lewis Hamilton.

Pero si Sebastian Vettel es el Lauda moderno, ¿quién es el Hunt de ahora?

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