Iñaki LEKUONA Periodista
Breizh, cerdos y diamantes
La Bretaña, olvidada en uno de los rincones del interés político del hexágono, apartada geográficamente los grandes ejes económicos europeos, volcada históricamente en la agricultura, decidió hace medio siglo hacer una apuesta por la industria agroalimentaria y la explotación intensiva. A esto se le acompañó con una decisión estratégica para un territorio conectado a ninguna parte: la construcción de autopistas libres de peaje para favorecer la exportación. Bretaña se convirtió así en el primer productor estatal de cerdos, destinados en su mayoría al mercado salchichero alemán, y encontraba de este modo su particular mina de diamantes.
Y sucede ahora que el gobierno de Hollande, retomando un proyecto de Sarkozy, pretende gravar el paso de los vehículos pesados en todo el territorrio por razones medioambientales y recaudatorias. Lo cual ha suscitado el rechazo de las élites locales bretonas, de las patronales agroalimentaria y del transporte, pero también de grupos independentistas y de izquierda, unos porque París les toque sus diamantes y otros porque sea precisamente París quien se los toque. Y en una inusitada amalgama de protestas a la que incluso se ha autoinvitado Marine Le Pen, varios miles de manifestantes provistos de bonetes rojos y de banderas bretonas han logrado que la puesta en marcha de la controvertida ecotasa se suspenda. Y lo han logrado aunque sea manifiestamente injusto e insolidario respecto a territorios que pagan muchos más peajes que el de las simples autopistas. Y lo han logrado porque Bretaña, por muy relegada que esté, cuenta mucho más que Euskal Herria en esa Francia presuntamente tan igualitaria, tan de cerdos y de diamantes.