Balenziaga y Laporte acabaron lesionados y Morán expulsado, en el debut de Unai Albizua
Ernesto, tenemos un problema
Los rojiblancos salieron a contener al Atlético y fiaron su apuesta a alguna jugada aislada, pero el primer gol colchonero, al que siguió un segundo, sentenció el partido más que por la ventaja por la falta de reacción y la impotencia ante un muy sólido equipo madrileño.
ATLÉTICO 2
ATHLETIC 0
Joseba VIVANCO
«Jugar de tres en tres días no es fácil para nadie... Hay mucha fatiga. Por eso es importante tener una identidad». Ruis Sa Lemos, técnico de la cantera del Oporto.
Identidad. Carácter. Decía Renato Cesarini, un peculiar futbolista italiano de los años treinta, que uno es igual en la cancha que en la vida. Si eso es cierto, las sensaciones emanadas ayer en el Calderón nos dejan un preocupante desasosiego. Si hubiese sido un partido callejero, de esos en los que impera la `ley de la botella' o acaba con el consabido `el que meta, gana', los del Cholo Simeone encarnarían a esos abusones que obligan a los chiquillos de Ernesto Valverde a abandonar la cancha sin protestar. Y no solo eso, sino que cuando el árbitro decide que es hora de irse a casa, los descerebrados de fuera se mofan en tu cara con aquello de «no son leones, son maric...», amén de haber proferido mil y un lindezas dedicadas a los vascos -como en San Mamés, es cierto, se las dedican a ellos-. Un encuentro para olvidar el de los bilbainos, donde se las tuvieron tiesas al Atlético hasta unos minutos antes del primer gol colchonero, apenas quince minutos, para desnudar después su total falta de reacción ante un equipo hecho y derecho que sabe lo que quiere y va a por ello.
Dos disparos a portería -los dos fuera-, el más peligroso en el minuto 80 empujado por el orgullo herido que transpiraba Iker Muniain como aquella aciaga noche de Bucarest. Ningún córner a favor. Y gracias, solo dos goles en contra. Si a ello le añadimos dos lesionados -Balenziaga y Laporte-, un expulsado, Morán, en su quinto partido... Como decía el mister aquel, «espero que podamos llegar a casa sin que nos pase nada...».
Entró bien el Athletic hasta el gol
Zaherir hasta hartarse a los rojiblancos por la pobre imagen ofrecida resultaría tan ventajista que probablemente aporte poco o nada a la mejora del devenir del equipo. Dentro de una semana, ante el amigo `Jokin' Caparrós como visitante, San Mamés estará con la mosca detrás de la oreja, expectante por cómo se meten en el choque los suyos, si son capaces de sobresaltarle de su plácido comedero de pipas o siguen arrastrando la falta de madurez que suelen sacar a relucir. Suceda lo uno o lo otro, lo que es seguro es que habrá más expectación respecto al comportamiento del equipo que sobre los cambios que Valverde presente en su once titular. Ayer, dejó a Susaeta en el banquillo en beneficio de De Marcos, y encomendó a Beñat la labor de enganche. Pero lo cierto es que habría dado igual quien se hubiera calzado las botas. No existió equipo de medio campo hacia adelante.
El Athletic entró bien al choque, eso hay que reconocerlo. Laporte le ganaba el primer balón aéreo a Diego Costa, Balenziaga chutaba lejano fuera -era el minuto 3 y fue el único disparo visitante hasta el 80-, Gurpegi le aguantaba bien al ariete local el primer envío al espacio. Miranda veía la amarilla tras sacar a pasear su brazo con Aduriz. Los leones estaban bien plantados y presionaban arriba la salida del balón colchonero, obligado a los desplazamientos largos e inocuos. Pero a los ayer azulones les duró esa pose justo quince minutos. Un disparo fácil de David Villa a las manos de Iraizoz fue el preludio de una pérdida infantil de Iraola en campo rival, seguido de contra madrileña, balón al espacio y Diego Costa en carrera remataba cruzado fuera por poco.
Era la jugaba de pizarra de los de Simeone, que dejaban al Athletic sacar el balón, al tiempo que Gurpegi y Laporte arrastraban la defensa peligrosamente hacia arriba, víctimas propicias de esos balones a la espalda o al hueco de los colchoneros tras pérdida previa. Había avisado Costa y repitió advertencia poco después Villa en un balón en el área que el astuariano atrapó para lucimiento de Iraizoz.
El Atlético, tras el tanteo inicial, comenzó a ver las facilidades de su enésima muesca, incapaz siquiera de buscar las cosquillas a la pareja de centrales Miranda-Godín, ambos con tarjetas amarillas para el minuto 22. Y es que el Athletic era incapaz de hilvanar, de que le durara la pelota, y menos aún de acercarse a los dominios de un Courtois que ayer ni pasó por la caja de los Gil Marín.
Con el Athletic más preocupado de no dejar vendida su espalda que de otear el horizonte, se llegó a la media de hora de juego. Entre tanteos, con Balenziaga fuera del campo tras una falta no sancionada, el Atlético tiró del mítico `písalo, písalo' de Bilardo y por esa desguarnecida banda penetró para que esta vez `El Guaje' la enviara al fondo de la red. Y ahí se acabó un Athletic sin reacción. Que no había demostrado nada hasta entonces, que dejaba pasar el partido a ver si sonaba la flauta. Y no sonó.
Sin balón, con la medular desaparecida, las bandas inexistentes, la punta inaccesible, el segundo gol era cuestión de tiempo vista la sangre que hacen los de Simeone de sus presas. Pudo estar en una mano no pitada de San José en el área, pero lo fue cinco minutos antes de irse a vestuarios. Diego Costa, sí, al que Gurpegi había secado hasta entonces, mordió en la yugular bilbaina. Pérdida de Aduriz arriba que se transforma en un pase al espacio con la defensa adelantada, el hispano-brasileño recorta a Morán -que había salido por Balenziaga-, y bate a Gorka. La marrullera patada minutos después de Muniain al goleador colchonero fue la máxima expresión del quiero y no puedo. Nueve remates locales, uno visitante. Lo dice todo.
La segunda mitad sobró
No quiso Valverde señalar a nadie al descanso y volvieron al césped los mismos, si bien solo pasaron ocho minutos hasta que Beñat, que ni la olió en todo el partido ante un rival tan asfixiante y atosigador, dejaba su sitio a Susaeta. Es verdad que el Athletic se estiró un poco, trató de sacar provecho a unas bandas estériles hasta entonces, pero nada cambió el devenir ya escrito del partido. Con dos goles de desventaja y el Atlético enfrente, poco hay que hacer si encima no te lo crees.
La lesión por una sobrecarga muscular de Laporte -de lateral zurdo desde la marcha de Balenziaga- terminó de desangelar el rictus tampoco nada expresivo de Ernesto Valverde. Tardó varios minutos el técnico en acceder al cambio pedido por el de Agen, no se sabe bien si porque no se lo creía, y más después de verle hacer una recorte sobre el alambre siendo el último y a continuación proyectarse en una pared en ataque. Pero terminó dejando el campo y permitiendo el debut del laudioarra Unai Albizua, que cumplió con el cometido durante los minutos que estuvo sobre el Calderón. De lo poco potable que se salvó del choque de ayer.
A la media hora, el Atlético, que con hacer lo justo le bastaba, solo había chutado a puerta una vez, hasta que Diego Costa sorprendió en otro balón largo con un disparo buscando la cruceta y, de ahí al final, otra parada de Iraizoz cuando el tercero casi subía al marcador en el 93, para regocijo de los ultras.
La inexplicable expulsión del joven Morán por doble amarilla al minuto 78 había cercenado una impensable reacción bilbaina, liderada cual Quijote por un Muniain que le puso ganas más que acierto, le echó arrestos y tuvo en sus botas, en una jugada individual, el inmerecido gol. Lo más peligroso de los de Valverde y era el minuto 80.
No tuvo historia la segunda mitad, con el Atlético pensando más en la Champions y el Athletic sin nada en qué pensar. Pero pensar y mucho es lo que tendrá que hacer Ernesto Valverde, que planteó un partido de contención en espera de ver qué pasaba. Empezar perdiendo entraba dentro de los cálculos. Y a partir de ahí... ¿el Athletic qué? Eso es lo que el entorno rojiblanco se sigue preguntando a pesar del puesto en la tabla. ¿Y el Athletic qué?
Valverde niega que les faltara ambición y lo achaca a que «ellos han sido mejores»
Mal trago el que tiene que pasar un entrenador cuando se sienta en el post partido a responder las preguntas de la prensa y no tiene apenas explicaciones que ofrecer más allá de un escueto «ellos han sido mejores». Así de sencilla fue la argumentación de Ernesto Valverde tras la comparecencia de los suyos en el Calderón. El técnico rojiblanco negó que a su equipo le faltara fe, que le faltara ambición -las dos palabras utilizadas- sino que, insistió, «han sido mejores». Eso y un «no tengo mucho que decir», más allá de reconocer que «no hemos estado bien».
Valverde admitió que es «muy difícil» salir de la presión que hace el Atlético y reconoció que su equipo tenía que estar muy pendiente de que los colchoneros no cogieran la espalda a su defensa. «Siempre estábamos expuestos cada vez que llevábamos el balón», explicó. Por eso «teníamos que ir aguantando, pero con el primer gol era claro que nos podían hacer el segundo». El Athletic entró bien al partido, destacó asumiendo que no llegaban a a la meta de Courtois, pero es que «teníamos que tener en cuenta a su delantera». Es decir, miraban más atrás que adelante. Y el primer tanto los sentenció. «Hemos acusado el golpe», dijo Valverde. El problema es que no hubo capacidad de reacción, algo que quiso desvincular de una posible falta de ambición. «Hay una diferencia importante con el Atlético», respondió.
Finalmente, el técnico gasteiztarra sí se mostró indignado con la expulsión de Morán, que calificó de «excesiva» y denunció que fue «una concesión para la galería». En su opinión, el joven jugador no se merecía la segunda amarilla por una «entrada casi sin querer», que al final castigó al equipo y al propio furbolista.
«Lo que tenemos que hacer es analizar el partido de hoy, ser autocríticos, yo el primero, pensar las cosas esta semana y que los tres puntos ante el Levante no se escapen», declaraba tras el partido el capitán Carlos Gurpegi, que reconoció que su equipo no había estado a la altura. «Hemos entrado bien al partido, teníamos controlada la situación, pero a raíz del 2-0 han sido superiores y nos ha costado muchísimo. Nos vamos con la sensación de que podemos hacer más, debemos analizarnos a nosotros mismos. Somos un equipo que podemos ganar o perder aquí, pero teniendo más llegada, yendo más arriba, porque no hemos llegado», se lamentó el jugador de Andosilla.
Gorka Iraizoz, por su parte, vio un partido con mucha «fricción» hasta el gol del Atlético, aludiendo a la «desgracia» de haber conseguido el tanto con uno menos el Athletic. Para el portero navarro, que volvió a hacer alguna parada de mérito, ese tanto había beneficiado al juego posterior de los locales, «porque han conseguido llevarlo a su terreno».
El protagonismo y la única nota positiva de ayer fue el debut de otro jugador, Unai Albizua, a sus 24 años. El de Laudio estaba esperando su oportunidad y la tuvo, aunque por la lesión de Laporte. «Al final los días del debut no se pueden elegir y ha tocado hoy. Contento y triste a la vez. Estaba nervioso al principio, el mister me ha tranquilizado, me ha dicho que no me complicara. He conseguido debutar, intentaré conseguir la continuidad y veremos lo que pasa» señaló el de Laudio. Sobre el Atlético y el partido, asumió que «es un equipo muy bueno, era muy difícil sacar los tres puntos». J.V.
Los rojiblancos regresan hoy a Lezama, donde entrenarán a las 10.30. Descansarán mañana, volverán a entrenar de mañana miércoles y jueves, y por la tarde el viernes a puerta cerrada en la previa al partido ante el Levante, el sábado (20.00). Habrá que ver la evolución de Balenziaga y Laporte, y la de Iturraspe.