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Entremeses Neustadt y un buen plato de Goncourt para el otoño literario

Sentados alrededor de la mesa del parisino restaurante Drouant, mientras la prensa esperaba fuera, los miembros del jurado del Goncourt, el premio literario más importante en lengua francesa, hicieron ayer fumata blanca. Ya hay ganador y se llama Pierre Lemaitre, pero no es el único plato del menú literario del otoño, tan pródigo él en galardones de prestigio, proyección y rédito económico.

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Amaia EREÑAGA

El Goncourt es el premio por antonomasia de la literatura francesa, no en vano lo han recibido escritores como Marcel Proust, Simone de Beauvoir o Marguerite Duras. Con un premio simbólico de 10 euros, asegura sin embargo unas ventas de entre 250.000 y 800.000 ejemplares y es «lo más de lo más» en una temporada literaria en la que también se dan a conocer los premios Renaudot (este año ha sido para Yann Moix por «Naissance», de la editorial Grasset, una historia sobre la difícil relación entre padres e hijos), el Décembre que se conocerá mañana, pasado mañana el Femina -el jurado está compuesto solo por mujeres-, luego el Médicis para autores noveles -día 12- y finalmente el Interallié, el día 13.

Entre protestas en el exterior por la escasa presencia de mujeres entre el jurado y los candidatos a cargo del movimiento feminista La Barbe, en el interior del Drouant el jurado mantenía ayer una tradición que se remonta nada menos que a 1914. Hicieron falta dos votaciones para decidirse por «Au revoir là-haut» (Albin Michel), de Pierre Lemaitre, que ganó por seis votos frente a los cuatro de Frédéric Verger con su primera novela, «Arden» (Gallimard). Autor de novela negra o polar con una larga trayectoria, a sus 62 años Lemaitre ha cambiado de registro con esta novela de la que lleva ya vendidos 38.000 ejemplares en papel y 1.885 en digital. La historia, en tono de humor, se desarrolla a finales de la Primera Guerra Mundial: dos antiguos soldados (dos poilu, como se decía en argot a los soldados), Albert y Edward, sienten que han sacrificado todo a una causa patriótica infundada. Para no sucumbir a la amargura, preparan una gran estafa. Por cierto, Lemaitre suena también como uno de los favoritos para el Femina y el Interallié.

En Barcelona también se daba a conocer ayer otro premio literario, aunque de menor envergadura. En la línea que siguen las editoriales más importantes -el Planeta es el segundo premio en cuantía económica del mundo, con 601.000 euros; se le concedió el pasado 15 de octubre a Clara Sánchez por «El cielo ha vuelto»-, el sello Anagrama suele conceder su propio premio, el Herralde. En 2013, sus 18.000 euros irán a parar al mexicano Álvaro Enrique por su «Muerte súbita», una historia ambientada en el siglo XVI y que cuenta con dos duelistas singulares, el pintor italiano Caravaggio y el poeta español Quevedo, que se enfrentan en un partido de tenis. De los premios que se conceden en Barcelona, falta por conocer el San Jordi, uno de los más prestigiosos en lengua catalana y que se dará a conocer la noche de Santa Lucía, en diciembre.

Mia Couto y Eleonor Catton

Respecto a los premios internacionales, y una vez desvelado el Man Booker el pasado 16 de octubre en Londres -la neozelandesa Eleanor Catton rompió marcas al ganar con 28 años este prestigioso premio en lengua inglesa por «The Luminaries»-, quedaban unos pocos galardones por conocer. Uno de ellos es el Neustadt (Neustadt International Prize for Literature), dotado con 50.000 dólares y llamado, a menudo, el «Nobel americano». Considerado uno de los más importantes a nivel internacional, se falló el pasado viernes en Oklahoma. A lo largo de su historia, el Neustadt, que premia la obra en conjunto de un autor, ha tenido entre candidatos, jurados y ganadores escritores de la talla de Pablo Neruda, Alice Munro, Mo Yan, Orham Pamuk o Gabriel García Márquez, como recordaba -y se felicitaba- ayer la editorial Txalaparta.

El ganador ha sido el autor mozambiqueño Mia Couto, premiado este mismo año con el Camoes, el más prestigioso galardón en lengua portuguesa y autor de más de 25 libros, con su obra llevada a más de veinte idiomas. La cuestión es que la editorial tafallesa ha sido una de las primeras en traducir su obra, al publicar en 1996 «Cronicando». Posteriormente han visto la luz «Voces anochecidas» (2001) y «Venenos de Dios, remedios del Diablo» (2011). «Con tintes de realismo mágico, humor e ironía, toda su obra ha tenido como eje la descolonización del continente africano», apuntaba ayer Txalaparta.

Y si hablamos de premios -una buena excusa y un buen tirón para comprar libros-, no podemos olvidarnos de los Euskadi de Literatura, que se entregarán el día 19 en Donostia. Los ganadores, en ficción: «Martutene» (Erein), de Ramón Saizarbitoria en euskara, y «Aquella edad inolvidable» (Tusquets», de Ramiro Pinilla, en castellano.

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