Raimundo Fitero
Filipinas
Alguien recuerda una noticia en nuestras televisiones o nuestros medios de comunicación más asiduos en la que se hable de alguna actividad social, cultural, política o deportiva en las islas Filipinas en positivo? Ya no sabemos ni de la cesta punta. Creo que Isabel Preysler es lo último que nos ha llegado con una etiqueta de diagnóstico reservado, y miles de ciudadanos amables, desconocidos que venden su fuerza de trabajo silenciosamente, a los que su conocimiento de tagalo no le aporta ningún plus en su magro salario como asistentes en las mansiones de las urbanizaciones caras.
Llevamos ya cien muertos contabilizados en los destrozos causados por un tifón en las Filipinas. De nuevo una considerada desgracia natural, una manifestación de los elementos que la naturaleza maneja para ir escribiendo una historia de la incapacidad humana para descifrar las claves simples de seguridad básica, que consiste en respetar las variables extremas de la climatología y que las aguas siempre vuelven a su cauces, aunque estén secos desde décadas. Es una catástrofe cuyos resultados podrían haberse evitado. Las imágenes que nos ofrecen son impresionantes, pero que alguien muera electrocutado porque se ha derrumbado una torre de transporte de electricidad, no tiene una explicación dentro de »lo natural».
Los resultados en pérdidas de vidas humanas en estas cíclicas manifestaciones de la energía que acumula la naturaleza y que se transforma, desplaza y se hace presente en las mismas partes de la tierra, se podría entender como una dejación de una cadena de autoridades en todos los rangos que acaban produciendo estos homicidios involuntarios. Al dios Eolo no lo podemos encausar, pero quizás a quienes dejan construir en lugares inadecuados, los que no impiden que no se respeten las leyes mínimas de edificación, los que no tienen suficientes medios de evacuación cuando surgen los problemas graves y una lista interminable de cargos y profesionales, sí deberían tener responsabilidades de las que responder ante los tribunales. En las Filipinas o allá donde se produzcan esta combinación de naturaleza desbocada y desmedida ambición enriquecedora. Lo de siempre.