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crisis en fagor electrodomésticos | MIKEL OLABE, Miembro de la corriente crítica Ahots Kooperatibista y de la plataforma Ordaindu

«Los prejubilados se van a ir a casa con 700 euros y sin sus ahorros»

Con el concurso de acreedores encima de la mesa, un mar de interrogantes ahoga a los trabajadores de Fagor Electrodomésticos, sean socios cooperativistas o no. Además del temor por su puesto de trabajo, desconocen lo que sucederá con las jubilaciones o con las aportaciones voluntarias y préstamos de capital social, cuya cuantía asciende a 87 millones.

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Joseba SALBADOR | ARRASATE

La corriente crítica Ahots Kooperatibista venía trabajando desde hace varios años para tratar de dar un cambio de rumbo al funcionamiento interno de las cooperativas. Uno de sus miembros más activos, Mikel Olabe, que ha impulsado también la creación de la plataforma de afectados Ordaindu, explica las diferentes vertientes de los problemas que generará el inminente concurso de acreedores de Fagor Electrodomésticos.

¿Cuál es el panorama que se cierne sobre los trabajadores de la cooperativa, tanto para los socios como para el personal laboral, tras la presentación del preconcurso de acreedores?

En primer lugar, yo creo que tenemos que ir hacia la creación de una plataforma, donde el punto esencial sea mantener la condición societaria, lo que también supondría, directa o indirectamente, mantener los puestos de trabajo, tanto de los socios como del resto de la gente que se va a ver afectada.

Sabemos que esto va a ser bastante difícil. En cualquiera de los casos, si esto no fuera posible, habría que tratar de que las prejubilaciones fuesen lo más justas posibles, ya que los que se vayan al paro con 55 años quedarían con el 50%, y los que ya se habían prejubilado cobrando el 80%, no se sabe qué ocurrirá con ellos. Pensamos que no es de recibo que personas que han trabajado 30 o 35 años en la cooperativa se queden con menos del 50% de jubilación, es decir, se irían a casa con 700 euros... y con el capital desaparecido, sin sus ahorros.

¿Y qué pasa con los que no llegan a los 55 años?

Yo creo que aquí, en una empresa de economía social, no estaría mal que se planteara el tema del reparto del trabajo en las empresas del grupo industrial. Yo sé que esto puede chirriar en algunos sitios, porque el ideario cooperativista de la solidaridad, que antes tenía mucho peso, se ha ido perdiendo con el paso del tiempo. Pero tendría que plantearse al menos a un nivel teórico, para que el resto de empresas trabaje un poquito menos y así podamos trabajar todos. Eso sería mantener uno de los principios de las cooperativas.

¿Cómo ven las promesas de recolocación de 1.000 o 1.200 trabajadores?

Es una cifra teórica. Además, hay que tener en cuenta que muchas de las cooperativas del grupo han trabajado para Fagor Electrodomésticos y, si ésta desaparece, también les sobrarán puestos de trabajo, por lo que será difícil que asuman a sus trabajadores. Y tampoco hay que olvidar que no van a ser nuevos puestos de trabajo, ya que para introducir a los socios, en gran medida se van a eliminar eventuales, muchos de ellos hijos de actuales socios. En una empresa de economía social no se puede echar de esta manera a una persona cuando ya no se le necesita. Por ello decimos que para solucionar este problema hay que crear nuevos puestos. Y en cuanto a la oficina de empleo que se ha creado, consideramos que tiene que tener algún tipo de control social y que los nombres de quienes la componen deben ser públicos.

Al problema de la pérdida del puesto de trabajo se añade el de la no recuperación de las aportaciones voluntarias y los préstamos de capital social. ¿Hay algún avance en este sentido?

De momento no. No hemos recibido ninguna respuesta a todas las peticiones que hemos hecho, y por ello hemos creado la plataforma Ordaindu, que el próximo día 14 celebrará una nueva asamblea. Ahora, queremos ver cómo evoluciona el concurso de acreedores para decidir qué decisiones adoptar. En cualquier caso, lo que queremos es que la Corporación Mondragon asuma sus responsabilidades y nos avale, porque el problema que tenemos es que, como somos personas individuales, el liquidador puede que ni nos llame. También hemos pedido una comparecencia en el Parlamento y una reunión con el Gobierno de Gasteiz, porque también va a estar presente en el concurso de acreedores, y lo que pedimos es que garantice un fondo para que se pueda ir cobrando.

¿De qué cantidades estamos hablando?

Las cantidades que se nos adeudan ascienden a 87 millones de euros, 45 por las aportaciones voluntarias y 42 en concepto de préstamos de capital social. De los alrededor de mil millones de deuda de Fagor, puede parecer una cantidad pequeña, pero hay que tener en cuenta que son aportaciones sociales que hemos hecho a la cooperativa, al margen de las que han hecho el resto de socios. Y lo curioso del tema es que con ese dinero han estado gestionando la cooperativa de una forma ficticia y por lo que se ve, horrible, haciéndonos asumir un riesgo que no asume ni la propia Laboral Kutxa. Por eso decimos que tanto la dirección de Fagor Electrodomésticos como el grupo Mondragon han actuado como un banco malo, porque se aprovechan de la debilidad de las personas.

¿Tienen previsto pedir la convocatoria de una asamblea general para aclarar todas estas cuestiones?

En principio, debería estar ya prevista para informar del concurso de acreedores y de las cantidades que se deben. Lo que pretendemos es introducir un punto en el orden del día para aclarar toda la casuística de las situaciones en las que van a quedar los socios una vez presentado el concurso de acreedores. También creemos que habría que convocar una asamblea del grupo Fagor.

«Pediremos responsabilidades por la falta de democracia»

Ustedes insisten en la necesidad de exigir responsabilidades por lo ocurrido.

Por una parte, debemos decir que hay una parte de culpa en el propio colectivo de socios, porque muchos, mientras económicamente ha ido bien, se han fiado y no han tenido ningún espíritu crítico. Por otra parte, evidentemente, existen responsabilidades, aunque sean difíciles de objetivar en el terreno penal, no solo por la mala gestión –alguna responsabilidad tendrá quien ha auspiciado planes estratégicos que vendieron como la salvación pero que han ido al traste–, sino por la falta de democracia y por el oscurantismo provocado por un corporativismo exagerado. Por ello, hay que exigir una autocrítica pública al grupo Mondragon, por haber ocultado los datos de la deuda, incluso, atacando a quienes criticábamos el plan estratégico, porque ya intuíamos los peligros que acarreaba. Y por último, también pediríamos un análisis autocrítico de lo sucedido a los intelectuales que hablan del cooperativismo sin espíritu crítico, porque no son capaces de ver estos problemas que son comunes a todas las cooperativas. 

También defienden que se discuta la orientación de las cooperativas.

Sí, en el plano empresarial, habría que ver si la línea que siguen tiene que ser la típica de una multinacional o tiene que ir hacia empresas de menor dimensión, pero no existen foros en los que los socios podamos discutir de ello. Y en cuanto a organización social, también habría que plantearse muchas cosas, ya que este modelo fue creado para los años 50. En su día dio sus frutos, pero hoy en día ya no sirve, con empresas de 3.000 trabajadores, plantas de producción en el extranjero, empresas de aquí que dependen de nosotros pero que no son cooperativas...

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