GARA > Idatzia > Kultura

NARRATIVA

Justicia en la reserva

p052_f02.jpg

Iñaki URDANIBIA

Algo de eso ocurre al juez de asuntos indios Antone Bazil Coutts cuando su esposa, Geraldine, falta de casa para al final ser hallada hecha un asco, tras haber sido violada (precisamente en una nota al final del libro se dan cifras acerca de las numerosas violaciones cometidas con mujeres indias por hombres ajenos a la comunidad, que en la casi totalidad de los casos quedan si ser castigadas). Tanto el esposo, como el hijo de ambos, Joe, muchacho de trece años, se ven invadidos por una apresurada furia por hallar al culpable y que la justicia sea hecha. Si líneas arriba señalaba la pluralidad de instancias investigadoras y judiciales, se ha de sumar la presencia de algún cura católico (¡bastante en forma física, por cierto!) que ejerce su proselitismo entre los indios que ven así cómo acaban sumergidos en una enmarañada confusión de valores. Mientras el padre se mueve entre legajos, tratando de delimitar el campo en el que se ha violentado a su mujer, Joe, por su lado, inicia una investigación por libre; en sus correrías con sus amigos hallará en los alrededores de la casa redonda, lugar de rituales sagrados para los indígenas, algunas inequívocas pistas dejadas por el autor de la brutal agresión. La justicia legal del padre, con las inmensas cortapisas impuestas, se antoja más torpe y lenta que las pesquisas iniciadas por su hijo y sus amigotes.

Entre medio de la investigación y de las entrecruzadas historias vamos a conocer la geografía del lugar, a sus variopintos habitantes, a los parientes del muchacho, con sus cuentos, creencias, sueños, e... invitaciones a probar algunos placeres de la vida (escenas sexuales, birras & porros), a lo largo de lo cual se van iniciando en la vida de la sociedad tribal en el seno de la que han crecido. La tensión va aumentando y los cabos sueltos se van atando hasta llegar a la solución, administrada siguiendo las graduaciones de los malos cometidos, siendo los que claman al cielo los más graves y así los que han de ser pagados con castigos más tajantes.

Las derivas entre la búsqueda de pistas, las fábulas narradas por el abuelo del muchacho, un tal Mooshun, y las correrías de los chavales confluyen en una sólida narración, lograda por la pluma de Louise Erdrich que nos entrega una redonda historia, como la casa que da título a la novela, que fue galardonada con el National Book Award 2012. Puestos a poner algún pero, sí que se echa en falta -al menos el lector que yo soy- un pequeño glosario al final del libro que aclare los términos ojibwe utilizados, que si bien en la mayoría de los casos son aclarados en el propio texto, lo son una única vez con lo que en los casos siguientes... Lo dicho no evita, de ninguna de las maneras, el seguimiento de la narración sin problemas... mostrando una vez más a una escritora en plena forma.

Imprimatu 
Gehitu artikuloa: Delicious Zabaldu
Igo