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Gara > Idatzia > Iritzia > Kolaborazioak 2006-03-23
Iñaki Soto - Licenciado en Filosofía
Como una ola

Los procesos de autodeterminación suelen ser consecuencia de procesos de resolución de conflictos políticos. Al margen de los debates jurídico-académicos sobre la naturaleza del derecho de autodeterminación, en términos reales de política internacional, la autodeterminación es considerada un mecanismo para la resolución de conflictos. La experiencia reciente nos indica, asimismo, que los procesos de secesión y autodeterminación se producen en grupo, por tandas de olas. En este momento, existen indicadores para pensar que Europa está inmersa en una de esas tandas.

Tenemos elementos suficientes para afirmar que, en el marco europeo, entre los próximos cinco y diez años, se van a desarrollar varios procesos en esos parámetros. Montenegro lo está llevando a cabo abiertamente y a gran velocidad. En Irlanda el proceso parece en fase resolutiva y los republicanos están trabajando a destajo para generar las mayorías necesarias para iniciar el proceso de reunificación de la isla. Kosovo, bajo tutela internacional, no tiene otra solución que la independencia de Serbia. El caso de Gibraltar quizás entre dentro de la retórica pseudo nacionalista, pero las presiones de España y Reino Unido no dejan lugar a duda sobre la trascendencia de la reforma del estatus jurídico de cualquier territorio, incluido un peñón. El caso de Chipre demuestra que, en el marco de la globalización, no existen asuntos internos y que las instancias internacionales están obligadas a tomar parte en estos procesos. Siguiendo con Turquía, el tema kurdo estará presente en las negociaciones con la Unión Europea. Por último, Catalunya sigue haciendo las cosas «a su manera»: convenciendo a los españoles de que no deben ser así o convenciéndose ellos mismos de que los españoles son realmente así. No lo sé. En todo caso, han evidenciado el carácter hegemónico del Estado español y, firmen lo que firmen, son una nación.

En contra de lo planteado por diversos especialistas, no parece que esta ola vaya a traer una redefinición del derecho de autodeterminación en el Derecho internacional. Siguiendo con la tesis de que estos conflictos son de carácter interno y que corresponde a los propios estados solucionarlos, es factible que los organismos internacionales se limiten a legitimar dichos procesos sin entrar a solucio- nar el problema estructural. La crisis congénita de la ONU no ayuda en este sentido. Es más, el tutelaje desarrollado hasta ahora en el caso de los Balcanes por la Unión Europea evidencia que, para los organismos internacionales, la «carga de la prueba» sigue cayendo sobre aquellos pueblos que se quieren emancipar.

En nuestro caso, la declaración de tregua permanente por parte de ETA implica, de facto, el inicio oficial de un proceso de resolución del conflicto en Euskal Herria. ¿Cómo afecta a la comunidad internacional el inicio de ese proceso?

En primer lugar, hay que destacar que dentro de la comunidad internacional existe para estos casos un principio con rango de dogma: ante todo, estabilidad. Ningún proceso que pretenda terminar con éxito puede poner en duda ese principio. Creo, sinceramente, que se ha trabajado bien para superar la barrera de la credibilidad y que, a pesar de que diferentes lobbys pretendan sabotear el proceso, éste está anclado en bases sólidas.

Siguiendo con las posibles ingerencias, en el caso de la Unión Europea, nos encontramos con una mayoría conservadora en el Parlamento, dentro de la cual el Partido Popular español tiene un peso importante. Pero, por otro lado, no parece que el discurso catastrofista de los conservadores tenga mucho mercado en las instancias internacionales. La resolución de conflictos parece un objetivo al que ningún político serio se puede oponer frontalmente. Dentro de la instituciones comunitarias, habrá que seguir de cerca la postura de dos de los buques insignia del socialismo español: Javier Solana y José Borrell. Dos burócratas que, en definitiva, nunca han dejado de ser «hombres de partido».

Otro indicador de la postura internacional lo marcarán las entidades-satélite de las autoridades norteamericanas. Posicionamientos de grupos como International Crisis Group o medios de comunicación como la CNN, pueden dejar entrever, no sólo la postura norteamericana, sino también los verdaderos esfuerzos del Estado español por culminar con éxito este proceso.

En otra agenda de temas, la lista negra de organizaciones terroristas empieza a desteñir. Tras la victoria de Hamas en Palestina, y tras el inicio del proceso vasco con Batasuna como protagonista, lo único que mancha esa lista son las corbatas de los políticos europeos que la escribieron y la apoyaron. Será difícil que las instituciones europeas den marcha atrás en este asunto, y es posible que presenten las hipotéticas bajas en la lista como consecuencia de milagrosas conversiones al credo institucional. Esa tesis concuerda con la narrativa que presenta el proceso abierto como un proceso de rendición camuflada por parte del independentismo vasco. Vista la determinación demostrada por este sector aun en las condiciones más duras, la única posibilidad de que esa versión prospere es el pudrimiento del proceso. Ahora todos estamos metidos en el proceso; queda por ver quiénes estamos comprometidos con él. Dentro de esta lista de asuntos se podría colocar también la llegada a tribunales comunitarios en el plazo de pocos años de alguna de las causas sobre la ilegalización de partidos en España.

Respecto a nuestra práctica política a nivel internacional, en mi opinión, ésta debe ser reforzada. Es importante situar nuestro discurso en coordenadas internacionales, diferenciar los argumentos centrales que desarrollamos dentro de nuestra comunidad y aquellos que trasmitimos a la arena internacional. Por poner unos pocos ejemplos, la discriminación en cualquier aspecto social, la vulneración de derechos humanos, la promoción de la diversidad cultural o la rémora en el desarrollo socioeconómico son argumentos de calado a nivel europeo. Por otro lado, en nuestro tiempo el único argumento con rango de fundamentación es la voluntad popular. En esta etapa, la capacidad para modular los discursos será tan importante como la perseverancia y la firmeza en los principios.

En este sentido, el grupo de apoyo impulsado por los firmantes del Acuerdo Democrático de Base en el Parlamento Europeo es un mecanismo eficaz que adquiere una mayor dimensión después del anuncio de ETA. El trabajo realizado por ese grupo ha comenzado a dar frutos y en este momento sólo cabe darles las gracias y todo nuestro apoyo a sus impulsores. La manifestación del día 1 es un buen lugar para hacerlo.

Esperamos, asimismo, que los resultados de un trabajo serio, discreto, realizado entre gente de culturas políticas diferentesŠ empujen a ciertos agentes políticos a abandonar posturas pasivas u obstruccionistas. Ligado a este tema, la política de alianzas será otro de los temas estrella a partir de ahora.

Para terminar, si bien tenemos que asumir el principio de estabilidad compartido por las autoridades in- ternacionales, no podemos confundir estable con estático, y debemos empujar a todos los organismos internacionales a apoyar este pro- ceso. Frente a las leyes de la diplomacia se encuentra la dinámica de los pueblos y sus habitantes. Es responsabilidad nuestra, de los habitantes de este territorio, discutir, acordar y decidir nuestro futuro. Es responsabilidad de nuestros representantes defender y negociar la aplicación de nues- tras decisiones en los diferentes marcos. Es responsabilidad de esos marcos el asumir y gestionar las decisiones tomadas libremente y en democracia. Dicho esto, no subamos lo remos, no bajemos los brazos; es momento de trabajar, si cabe con más fuerza, para poder coger esta ola. -


 
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