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Gara > Idatzia > Iritzia > Gaurkoa 2006-06-09
Txus Labarga - Representante del Consejo de la Juventud de Navarra
¿Qué podemos hacer con tanto dinero?

Recientemente se han llevado a cabo en nuestra Comunidad una serie de acciones supuestamente enmarcadas dentro de un plan impulsado por el Ministerio de Interior para la reducción del consumo de drogas entre la población joven.

Estas acciones han incluido tanto la presencia policial en las inmediaciones de los centros escolares, como redadas en numerosos bares y locales. En el primer caso, tienen como objetivo controlar el menudeo de droga y su consumo entre la juventud estudiante en horas escolares, mientras que en las otras se dirigen a castigar su consumo en espacios de ocio nocturno. No obstante, ambas suponen la invasión y la agresión de las conductas y de los espacios públicos de los que hacen uso libremente los jóvenes.

Por nuestra parte, desde el Consejo de la Juventud de Navarra/Nafarroako Gazte Kontseilua queremos participar en el debate sobre estas medidas. Un debate que está siendo unilateral desde las autoridades y algunos medios de comunicación y no ha sido abierto a los propios jóvenes.

Esta vez supone otra vuelta de tuerca a la campaña que ya se inició hace tres años con las primeras prohibiciones del botellón. Ahora este último se pinta como un campo de batalla con jóvenes organizados y autogestionados para pasárselo bien, mientras la Policía espera dispuesta a disolverles, como si de un acto político (prohibido) se tratara.

La alarma social que está causando este fenómeno está situando a la juventud en el punto de mira, a la vez que se la criminaliza dejando entrever que la droga es el único motor de sus vidas.

Si se es estricto, y en este caso se debe ser, el café, el alcohol, las pastillas para dormirŠ son drogas, así que no seamos ingenuos e ingenuas al pensar que sólo la juventud las consume. Y de hecho, las drogas forman parte de nuestra vida y de nuestra cultura.

Sin embargo, también es cierto que las drogas, cada una de ellas de distinta manera, tienen una cara menos amable que pueden llevar a las personas a problemas de salud y a una merma en su capacitación social. A esta situación se llega cuando se produce un abuso en el consumo. El uso como y el abuso dependen de muchos factores: la sustancia, la perso- na consumidora, el contexto, la culturaŠ

Tanto las drogas ilegales como las legales han estado presentes y seguirán estándolo. Además, como no es posible evitar el contacto con las diferentes sustancias, deberíamos realizar una labor educativa para aprender a relacionarnos con ellas. Este es el objetivo de la prevención a través de la educación para la salud. Pero no eludamos responsabilidades, la educación es una responsabilidad de toda la comunidad, así que no carguemos a los centros educativos con labores imposibles e irrealizables.

Dentro de las medidas del plan del Ministerio citado al principio, se pretende que agentes de la Policía Municipal impartan charlas en centros educativos a alumnado, padres y madres y profesorado.

Por otra parte, conviene comentar la labor de algunos medios de comunicación en la difusión de una imagen de la juventud como «botellonera», vandálica, sin límites, gamberra»... La población joven es muy diversa. No podemos responsabilizar de un fenómeno tan amplio y complejo a una parte de la población. Hay que contextualizar el fenómeno de las drogas y no podemos olvidar que el modelo social imperante está basado en el consumo en general, por tanto no iba a ser de diferente manera en el caso del ocio, fiestas, celebracionesŠ cada vez más unidas a una industria del ocio y a un consumo de diferentes sustancias.

Además, el desarrollismo está empeñado en arrancarnos de una cultura popular para que adoptemos un modelo de espacios privados y máximo consumo de productos y bienes, con el consecuente aislamiento social.

En el caso del botellón y de las recientes convocatorias masivas en distintas ciudades, se complica su análisis, ya que diferentes motivaciones se interrelacionan: reunión de jóvenes, protesta en contra de lo prohibido, consumo de alcohol, elemento de socialización y participación... La prohibición del consumo en la calle es una medida complicada, ya que en la vía pública no sólo consume la juventud, ¿qué va a pasar en las fiestas populares, romerías, carnavales o en los Sanfermines? En Bilbao, el Ayuntamiento ha elaborado un plan antibotellón que excluye el txikiteo de las prohibiciones, lo cual es totalmente injusto.

Antes de realizar este plan supuestamente preventivo habría que tener en cuenta a la propia población joven a la que se dirige, a la vez que se analizan en profundidad todos los factores que influyen en los diferentes usos de las drogas. Porque consideramos que las personas jóvenes deben ser partícipes de todos los procesos que les conciernen y, por tanto, de la promoción y gestión de su propia salud.

Además, a pesar de las intervenciones policiales y legislativas para reducir el consumo, tenencia y tráfico, estas medidas represivas no son educativas, por lo que dudamos de su efectividad.

Prevenir también significa proveer de la información adecuada, asumiendo que las personas jóvenes son competentes y tienen capacidad de decisión. Por tanto, deberemos facilitar además el acceso a la información, trabajar las motivaciones, actitudes de responsabilidad, tolerancia a la presión de grupo, recursos para manejarse en un mundo con drogas.

Las personas jóvenes necesitamos herramientas para tomar nuestras propias decisiones y resolver nuestros problemas, para relacionarnos con los demás, para divertirnos, organizarnos, asociarnos y gestionar nuestros riesgos.

Está claro que a una sociedad que quiere tener controlada a la juventud no le interesa dotarla de dichos recursos, por lo que somos las propias organizaciones de jóvenes las que desarrollamos programas y actividades para adquirirlos. Pero así no hace más que ensancharse la brecha entre el mundo adulto y el joven.

Las políticas prohibicionistas y de control social en otras épocas han fracasado. Precisamos regular de una forma más democrática y responsable nuestras relaciones con las drogas, nuestros usos de las drogas y nuestro ocio y tiempo libre.

Además de todo lo dicho, es obvio que detrás de las drogas hay intereses económicos, políticos y policiales que están tras la oferta y distribución de las drogas ilegalizadas, generando dinámicas de corrupción y consecuencias peores que los propios consumos.s

Por lo tanto, queremos transmitir nuestro desacuerdo con todo tipo de medidas unilaterales de control de las personas jóvenes, que no hacen sino trasladar el problema a otros espacios sin generar soluciones reales. Hacemos hincapié en las medidas educativas y participativas que doten de recursos para vivir de una manera saludable, adaptada, satisfactoria y crítica ante modelos sociales no saludables y en aquellas que reconozcan la autonomía de las personas jóvenes para gestionar su vida y este mundo en el que vivimos todos y todas. -


 
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