En la madrugada de ayer el Ejército israelí volvió a entrar en Gaza matando a una veintena de personas, entre ellas un matrimonio y siete de sus hijos ­con edades entre 4 y 16 años­ cuya casa fue destruida. Por la tarde, se produjo un nuevo ataque que causó al menos otras cinco víctimas mortales. Estas acciones de Israel, totalmente contrarias al derecho internacional y a las múltiples resoluciones de la ONU sobre la zona, no originaron ninguna reacción en las cancillerías occidentales. Sin embargo, la captura de dos soldados israelíes en una zona ocupada de Líbano, a cargo de las milicias de Hizbulah, dio lugar a la rápida reacción de la Unión Europea y Estados Unidos. La primera exigió la liberación inmediata de los soldados ocupantes y «contención» a las partes, mientras que la Casa Blanca se ponía de inmediato de parte de Tel Aviv y extendía sus acusaciones a Siria e Irán.

La captura de los militares israelíes ha sido entendida por la población palestina, y por aquellos que en la zona defienden sus reivindicaciones, como la única forma de lograr que Israel entre en una negociación sobre la situación de los miles de prisioneros palestinos, entre ellos numerosos menores de edad. A la vista de que las potencias mundiales cierran los ojos ante las atrocidades que comete Israel, los palestinos y quienes apoyan su causa tratan de dar con sus propias fórmulas para defenderse. Así puede entenderse, por ejemplo, que frente a la versión de los hechos que se ofrece en Occidente, los expertos del Consejo de Ministros de Interior de los Países Arabes, reunidos ayer en Túnez, calificaran de «acto de terrorismo de Estado» la invasión de las tropas israelíes en el sur del Líbano y consideraran que las capturas de militares, tanto por Hizbulah como por Hamas, constituyen «acciones legítimas de resistencia a la invasión».

Por contra, la llamada de Israel a Naciones Unidas solicitando que haga cumplir a Líbano las resoluciones sobre el desarme de Hizbulah son de un cinismo hiriente, cuando el Gobierno israelí no sólo incumple las resoluciones que le afectan a él, sino que invade el sur de Líbano cuando lo considera oportuno, viola el espacio aéreo de los estados vecinos en clara actitud amenazante y secuestra a miembros del legítimo Gobierno palestino. Y todo indica que la situación todavía puede empeorar. Sus últimas actuaciones y advertencias sobre Líbano anuncian un incremento de la crisis en la zona cuyas consecuencias no son todavía previsibles. -