GaraAzkenak - Paperezkoa - English Edition  |  Le Journal
EUS | ES | FR | ENG
 » PAPEREZKOA
  -Aurkibidea
  - EuskalHerria
- Jendartea
- Ekonomia
- Iritzia
- Mundua
- Kultura
- Kirolak
 » AZKENORDUA
 » ENGLISH EDITION
 » DOSIERRAK
 » DOKUMENTUAK
 » IRUDITAN
 » HEMEROTEKA
 » Produktuak
Gara > Idatzia > Jendartea 2006-08-18
Martin GARITANO
Un disparo en la ermita
·La vida sigue igual (LVII)

La discusión entre Mila y Gotzon fue breve. Ante la crudeza de los hechos, sobraban las palabras. Mila trató de esbozar una explicación en base al cansancio, la rutina, la necesidad de sentirse atractiva... Gotzon frenó en seco su intervención:

­Cuando tengamos que hablar de todo eso, hablaremos. Yo lo he intentado en multitud de ocasiones y has sido tú la que no querías hablar. Lo que más me jode es...

­¿Qué es lo que más te duele, Gotzon?

­Que me los has puesto con un tío que toma potes conmigo. Que os habéis estado riendo de mí a la puta cara.

­Pero...

-Ni pero ni leches. ¿Crees que no he esperado hasta ver salir al argentino de casa?

­Entre nosotros no hay nada, sólo esta liada. No pienses en nada serio. Si es un crío...

­Pues para ser un crío parece que está bien desarrolladito.

Gotzon se cambió de ropa y salió de la casa. Mila volvió a la cama. Le gustaba pensar en la soledad de su dormitorio. Y aquella mañana tenía muchas cosas en que pensar.

Sergio aguantó poco tiempo en la cama. Al levantarse de nuevo, Simón le esperaba en la cocina, con la cafetera italiana al fuego y la tostadora echando humo:

­¿Me vas a explicar ahora lo que te está pasando? Te vengo observando y hay cosas que no me gustan mucho...

­¿Qué quieres que te diga, tío? Pues que he tenido un flirt con Mila, la mujer de Gotzon.

­¿Un flirt? ¿Qué quieres decir?

­Lo que estás imaginando, tío. Exactamente lo que estás imaginando.

Simón no daba crédito a lo que oía. Sus sospechas no iban en esa dirección:

­Perdona, Sergio. Yo sospechaba algo así, pero no era con Mila, sino con Miren, la mujer de Xuxú.

El argentino miró al suelo e hizo ademán de abandonar la cocina:

­También con Miren, tío. También con Miren.

Ante la cafetera humeante

El cura se quedó a solas ante la cafetera que empezaba a pitar. A pesar de su estricta formación moral, los años de confesionario le habían enseñado a ser indulgente con los pecados de la carne. Había oído tantas cosas y de boca de personas tan respetables que había aprendido a relativizar todo lo referente a esa materia. Y, sin embargo, la idea de que su sobrino hiciera naufragar dos matrimonios de sus propios amigos, le parecía indigesta. Al final, en busca de una solución para sus propios problemas intelectuales, llegó a la conclusión de que lo que no funcionaban eran esos dos matrimonios. Sergio no había roto nada. Se habría limitado, pensó, a seguir la corriente a dos mujeres aburridas en sus matrimonios. Además, aquel día ya tenía en qué pensar.

A las doce en punto, Huesitos recibía a Gotzon y Simón en el K.O.

­Xuxú cada día llega más tarde. Está como los recién casados, todo el día con la mujer. Yo no sé que le da, pero le tiene como abducido.

Simón y Gotzon callaron ante el comentario. Cada uno por una razón diferente pensó en los accidentes del matrimonio.

Huesitos fingió no percatarse de los silencios y cambió de tema:

­Estoy intranquilo por lo de esta tarde. Esa gente no se anda con chiquitas. Yo también llevaré la escopeta.

­Pero para usarla con mucho cuidado, Huesitos. No se trata de que nos liemos a tiros en un túnel.

­Habrá que ver lo que pasa.

Miren y Xuxú se unieron al grupo inicial cuando entraban en el Gureak. Huesitos no perdió un segundo:

­Cada vez menos fuste, Xuxú. Antes eras el primero, y ahora estás como de novios, todo el rato con la mujer.

Dirigió la mirada a Miren y añadió:

­No sé qué le das, Mirentxu, pero lo tienes en el bote.

Miren se sonrojó.

Sergio y Mila no aparecieron a mediodía. Hablaron por teléfono y convinieron que sería más prudente dejar que se enfriaran los ánimos. Mila no se atrevía a sostener la mirada de Gotzon y Sergio, sabedor de cómo se resuelven asuntos así en la Argentina, prefirió quedarse en casa. Arantzazu le llamó por teléfono, pero el pibe prefirió no contestar. “Cada vez está más claro que un día de estos me capan”, volvió a pensar.

Después de comer, cada cual en su casa, Simón, Xuxú, Gotzon y Huesitos volvieron a reunirse frente al coche del cura. Gotzon llevaba el machete en una bolsa de plástico y Huesitos y Gotzon portaban las escopetas en sus fundas.

­¿Tú también has traído una escopeta? ¿Ya te acuerdas cómo funciona?

­Hace mucho que no la uso, ya sabes que ahora soy anti-caza, pero hay cosas que no se olvidan. Andar en bicicleta, por ejemplo.

Extremar las precauciones

Al llegar a Santa Ana, extremaron las precauciones. En esa ocasión tenían la seguridad de que uno o varios miembros de la mafia implicada en cuatro crímenes estarían en las inmediaciones o llegarían en un breve plazo de tiempo.

Al entrar en la ermita, comprobaron que las tablas de la tarima estaban dispersas en las inmediaciones del confesionario. Del fondo del pozo salía un haz de luz y, al acercarse, escucharon voces que provenían de la galería. Huesitos y Xuxú montaron sus armas, se adelantaron al cura y a Gotzon y abrieron la puerta de la cabina.

De pronto el silencio de la ermita se vio roto por una voz:

­¿Quiénes son y qué hacen aquí? Las manos, arriba.

Gotzon enfocó con la la linterna al rincón desde el que provenía la voz. No vio a nadie, pero se escuchó un disparo.

(CONTINUARA)


 
Inprimatu
...Albiste gehiago
Iritzia
De los prolegómenos a los compromisos
Euskal Herria
Lakua y la AN no silencian el recuerdo en Morlans
Mundua
El Gobierno de unidad nacional palestina podría nacer este mes
Kultura
Rock musikak eta dantza klasikoak bat eginen dute gaur eta bihar Kursaalean
Kirolak
Astillero no estará en la Bandera de La Concha
Euskal Herria
ETA: «El proceso está inmerso en una evidente situación de crisis»
  CopyrightGara | Kontaktua | Norgara | Publizitatea |  rss