El pasado miércoles ninguna mujer murió a consecuencia de la violencia de género;al menos no se tiene constancia de que eso llegara a suceder. No obstante, esa fue una nueva jornada trágica, tanto por el alcance de las cinco agresiones recogidas por los cuerpos policiales como por la constatación de que no se vislumbran cambios en el comportamiento de muchos hombres, quizás la mayoría, respecto a «sus» parejas. En un bar de Zumarraga, ante testigos, un hombre intentó estrangular a una joven; en Donostia, un hombre golpeó con un casco de motocicleta a su ex compañera y la arrastró por el suelo; en Gasteiz, un hombre fue detenido por agredir a su ex pareja y quebrantar una orden de alejamiento; en Barañain, fue detenido un hombre acusado de agredir sexualmente a su novia y a una amiga de ésta; también en Gasteiz, un hombre llevó a un descampado a una mujer ­con la que, según la nota policial, había mantenido una relación de amistad­ y la agredió sexualmente. Evidentemente, no todos los días «coincidirán» una sucesión de hechos como estos; es decir, no todos los días se informará a la opinión pública de tantos casos de violencia de género porque, desgraciadamente, no todos son denunciados públicamente. Pero hechos de este tipo deberían hacer reflexionar a todas las personas que creen en la igualdad entre mujeres y hombres no sólo para sumarse a la denuncia de las consecuencias más graves de la violencia de género, sino también para mostrarse intransigentes con quienes fomentan o minimizan las discriminaciones «más leves». -