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La rabia de Chaplin

Dario Fo2007/2/6. Italia.

(...)Chaplin era sobre todo un hombre con un sentido profundamente arraigado del amor y del odio. Odiaba casi con ímpetu el mundo que tenía alrededor, el poder, la máquina del capital. Odiaba el orden del Estado, con sus policías, sus jueces y sus cárceles. Odiaba el orden moral de aquella sociedad, el orden del beneficio comercial, bancario, industrial. El orden religioso con sus hipocresías, sus dogmas y sus falsas esperanzas. Y finalmente, odiaba el orden cultural de la burguesía y del capital, y el orden de sus falsos y a menudo infames mitos.

La Norteamérica convencional, instalada alrededor de los negocios, no le amaba, no le perdonaba sus simpatías comunistas, sus presuntos lazos con Rusia, su presunta falta de patriotismo debida al hecho de no haber querido nunca adoptar la ciudadanía norteamericana. Creo que en muy pocas de las obras de cine y de teatro de los últimos setenta años se puede sentir de manera tan clara tanto odio como el expresado en «Tiempos Modernos» ante la lógica de la máquina que mortifica, humilla, aliena y asesina al hombre y a su humanidad.

(...) Del mismo modo ha atacado a toda la ideología del moralismo norteamericano, el de la «buena sociedad» que es infame en ciertas aspectos, pero que se resuelve siempre con el buen corazón y la buena voluntad de los humildes: se opuso, en suma, a todo el cine de Frank Capra. (...)

Chaplin, que veinte años antes se preocupó por la guerra mundial, por el nazismo, las masacres, la violencia del poder en todas sus formas, no hizo lo propio en lo que respecta a Vietnam. Aun teniendo la posibilidad, los medios y la autoridad para intervenir. Como ignoró el problema de Palestina y las otras cuitas del mundo (...).

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