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Reencuentros

«Calle Santa Fé»

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Koldo LANDALUZE

Hay reencuentros que marcan un antes y un después. Para la chilena Carmen Castillo esta experiencia ha supuesto el reencuentro con el dolor legado por la dictadura chilena y con las sombras, todavía presentes, de todos aquellos que fueron asesinados o entraron a formar parte de esa legión de fantasmas que alguien rebautizó como «desaparecidos». Pero, sobre todo, para la protagonista, este viaje cinematográfico se transforma en una odisea iniciática en la que tomará conciencia de una realidad heredada de la catarsis desatada aquel 11 de septiembre de 1973 que tantas canciones y lágrimas inspiró. «Calle Santa Fé» no tuvo que ser un proyecto fácil para Carmen Castillo porque requería mostrarse a ambos lados de la cámara y sin coartadas sentimentales de ningún tipo. La protagonista esboza con emotividad los recuerdos que compartió junto a su compañero, el dirigente del MIR Miguel Enríquez, hasta que las tropas de Pinochet tomaron al asalto la casa en la cual convivían clandestinamente y lo asesinaron. La autora confiesa ante la cámara el estado errático y difuso en el cual quedó sumida tras ser herida, descubrir que Miguel había muerto y que iniciaba una nueva vida en el exilio. Son constantes las alusiones de Carmen Castillo a una etapa vital delimitada por una frase que en el documental adquiere un punto de inflexión: «Cuando Miguel murió». Da la sensación que para la realizadora este nuevo reencuentro con Chile ha supuesto una apuesta vital de suma importancia porque simboliza el reencuentro con viejos camaradas y una realidad nueva en la cual las nuevas generaciones optan por formas y conceptos de lucha diferentes. Lo viejo y lo nuevo se citan en este estado de lucha permanente y provoca, como suele ser habitual, encuentros y desencuentros en el que las primeras generaciones sacan a relucir su miedo a ser relegados a un segundo plano y, por extensión, ser condenados al olvido. Las imágenes históricas nos devuelven el recuerdo de Salvado Allende, de Miguel Enríquez, de banderas y sentimientos que fueron retratados en descarnado blanco y negro. El pasado histórico se funde con la proximidad del color y sale a relucir la emotividad provocada por el testimonio de aquellos que vieron morir a sus hijos y recuerdan el valor y la obligatoriedad que supuso la lucha armada. .

«Calle Santa Fé» es extremadamente denso y requiere toda la complicidad del espectador, porque en este su viaje, Carmen Castillo tuvo que recuperar parte del tiempo perdido y la perspectiva real de su país.

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