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El conflicto como un producto al alza en la «mediatización antiterrorista»

Tomar el conflicto político vasco como «cuestión de Estado» no sólo resulta una constatación obvia en el caso del español, sino que es su punto de partida para elaborar toda información referida a Euskal Herria. Esa es una de las conclusiones de Petxo Idoiaga y Txema Ramírez después de analizar cientos de ejemplares de prensa escrita en los dos últimos periodos de alto el fuego de la organización ETA.

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Gari MUJIKA

Idoiaga, catedrático de Comunicación Audiovisual de la UPV, y Ramírez, doctor en Periodismo y profesor titular de la UPV, participaron ayer en la jornada sobre la libertad informativa en Euskal Herria organizada por el Departamento de Justicia de Lakua. En su intervención, dieron a conocer las conclusiones que han extraído del análisis de cientos de ejemplares de prensa escrita, tanto de Euskal Herria como del Estado español, durante las dos últimas treguas decretadas por ETA.

En el periodo entre setiembre de 1998 y diciembre de 1999 analizaron 1.504 ejemplares de once rotativos, y concluyeron que en ese tiempo «no se desarmó la palabra» y que «los medios de comunicación se instalaron en el conflicto». Sobre esta última reflexión, Idoiaga agregó que, pese a ser un aspecto ya conocido, no deja de ser significativa la conversión en parte activa del conflicto de los medios «más poderosos». Como botón de muestra expusieron cómo el 73,6% de las portadas del diario «El País» fueron dedicados al conflicto vasco, frente al 75% de «El Mundo». Un porcentaje, aunque en menor medida, también extrapolable a las editoriales de los medios.

Entienden que el conflicto se convirtió «en un mega-acontecimiento», a la vez que un elemento productivo incesante, pese a la inexistencia de noticia en muchos casos, ya que «cientos de portadas eran acontecimientos previstos de antemano, por lo que se da una lógica de convertir el conflicto vasco en cuestión de Estado».

«Terrorista» vs «separatista»

A la par, según los profesores, llega la contaminación de la opinión en parámetros puramente informativos, con un claro empleo de las palabras «con carga sicológica». Unos términos aquí «institucionalizados» y que conllevan, a su juicio, instalar la manipulación como elemento rutinario, normal.

Defienden que en ese periodo se produjo «un paradigma de la manipulación» por parte de los medios; como ejemplo, citaron cómo más de un tercio de los artículos de «ABC» tenían como una único origen las «fuentes antiterroristas». El «periodismo o mediatización antiterrorista» fue otro de los aspectos que subrayaron Idoiaga y Ramírez de la Piscina; defendieron que se mantiene a día de hoy, como en los casos en que se describe la kale borroka como un acto de «descerebrados».

Ambos defienden que la prensa del país cuenta con una personalidad propia en la elaboración informativa, al igual que la opinión pública española y vasca «son diferentes», ya que los vascos contrastan la información in situ. No obstante, aconsejaron a la prensa vasca y a la española «la implantación de los códigos éticos y deontológicos del ámbito internacional».

Y precisamente desde el ámbito europeo, el editor político de la BBC en el Norte de Irlanda, Mark Devenport, expuso su experiencia en plena confrontación y defendió la filosofía del ente público británico sobre la «imparcialidad informativa»; algo que se traduce en el limitado uso de términos como «terrorismo» o la referencia a ETA como «separatistas vascos», tan criticada en Madrid. Devenport reconoció haber sido objeto de «presiones» en el ejercicio de su labor. Defiende que un periodista no debe ser «un activista» o parte del proceso, pero sí un facilitador de un clima de diálogo.

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