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Basandere recupera la obra de Antonio Tovar «Mitología e ideología sobre la lengua vasca»

Basandere acaba de reeditar «Mitología e ideología sobre la lengua vasca», una de las últimas obras que Antonio Tovar publicó en vida, en 1980, y que llevaba descatalogada desde hace más de veinte años.

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Martin ANSO | DONOSTIA

Según puede leerse en el Génesis, tras el Diluvio Universal, los supervivientes decidieron levantar en Babel una torre tan alta que llegase hasta el cielo. Dios vio en aquello una rebelión y decidió convertir la lengua única que hablaban aquellos seres humanos en un sistema multilingüe, para que no pudisen entenderse entre sí y, de esa manera, sabotear la construcción. Lo logró, claro, y los seres humanos, agrupados en familias según la lengua, tuvieron que desperdigarse por el mundo. Túbal, hijo de Jafet y nieto de Noé, llegó con su gente a la Península Ibérica y trajo con él el euskara, que, por tanto, es una lengua directamente creada por Dios. Éste y otros mitos en torno al euskara -que, en su momento, también circularon en torno al castellano-, centran el libro que Antonio Tovar (1911-1984) publicó en 1980 y que Basandere acaba de reeditar.

Tovar da cuenta, con evidente vocación divulgativa, de la evolución de los «estudios vascos» desde la Edad Media hasta nuestros días y constata que, como en tantos otros ámbitos, «aquí la ciencia ha llegado tarde». Prueba de ello es que el «tubalismo» siguió siendo moneda corriente en algunos libros hasta bien entrado el siglo XIX. No obstante, eso no le lleva ni mucho menos a burlarse de autores que cabe considerar como «precientíficos». De Poza, por ejemplo, alaba su preparación; de Moret, «un sentido científico que en el siglo XVII se daba más en provincias alejadas y en América que en la fantasmal Madrid»; de Larramendi dice que, como gramático, estaba «a la altura de cualquier gramático que se ocupara de su propia lengua», y de Astarloa, que, «a pesar de que, en su ingenuidad, llegó a pensar que el euskara era la lengua primigenia de toda la humanidad, alcanzó méritos especiales en el análisis de la lengua e incluso anticipa algo el estructuralismo».

Tovar habla de las falsas etimologías, del vasco-cantabrismo (la errónea identificación de las antiguas tribus vascas con los cántabros sobre la que ya advirtió Oihenart) o del vasco-iberismo (la identificación, hoy mayoritariamente descartada, del euskara con el ibero), pero también es consciente de que detrás de la mitología en torno a la lengua hay una ideología. «Los autores vascos, humillados por la consideración del vascuence como inculto y rudo, lo que hacen es defender su lengua y buscar en su antigüedad patente de nobleza», dice. Tampoco quienes les atacan, reconoce, están animados siempre por razones exclusivamente científicas o lingüísticas, sino que con frecuencia respoden a «campañas instigadas» por los gobiernos de Madrid orientadas a minar el régimen foral.

Para un público amplio

Los capítulos finales están dedicados al «desvanecimiento del tubalismo y la desmitologización», gracias a autores como Lorenzo Hervás, Guillermo de Humboldt o Unamuno, y a «Lo que se sabe del vascuence». En éste, Tovar ensalza las figuras de Azkue y Urkijo.

Antonio Tovar (1911-1985), reputado como uno de los principales lingüistas españoles del siglo XX, con quien colaboró estrechamente Koldo Mitxelena, publicó «Mitología e ideología sobre la lengua vasca» en 1980. «Desde hace más de veinte años estaba descatalogado -explicó a GARA Alfontso Martinez Lizarduikoa, editor de Basandere- y decidimos reeditarlo porque nos pareció un texto muy asequible para un público amplio y formidable para entender cómo se forman las ideologías no sólo en torno al euskara sino a cualquier lengua, pues todas las lenguas tienen una fase mítica».

Martinez Lizarduikoa destaca que Antonio Tovar habla de todo «con mucho conocimiento, pero, además, con sumo respeto y yo diría que incluso cariño por el euskara, y, por ejemplo, las consideraciones que hace al respecto en el capítulo final son modélicas. Ojalá cuando los medios españoles hablan hoy del euskara lo hicieran siempre en términos parecidos. Hay que tener en cuenta -hace notar- que Antonio Tovar fue falangista y, aunque pronto se desmarcó del régimen de Franco e incluso estuvo exiliado en los años 60, nadie podría acusarle de ser nacionalista vasco».

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