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Raimundo Fitero

Con el puntero

Trasladando los datos a los datófonos, del aire al espacio sideral, configurando cada uno su propia memoria USB, hemos llegado al Día Mundial de la Libertad de Expresión en Internet organizado por Reporteros Sin Fronteras, y se nos informa de los problemas que van teniendo los internautas y blogueros en los países con la democracia colocada en un marco virtual, retórico y ajeno a lo cotidiano, aunque las instituciones internacionales den por buenas sus flojas libertades, siempre que sean economías emergentes o preponderantes, por lo que nunca son señalados por el puntero láser de los abusos y de las deficiencias, sino aplaudidos o ignorados.

Desde RSF se hace una lista de los países que violentan la libertad de expresión en la red y se nos asegura de la existencia de sesenta y dos «ciberdisidentes» encarcelados. O sea, no es ninguna broma, sino un problema de gran magnitud. Lo mismo que es un gran problema el uso que hacen los pederastas de la capacidad de circulación de información, en este caso, criminal.

Por otro lado se nos señala que ha crecido un cincuenta por ciento la cantidad de dinero invertido en publicidad en internet, y se asegura que en breve superará a la radio como receptora de mensajes publicitarios. El crecimiento casi exponencial de los usuarios y sus posibilidades de tejer redes fuera de los canales habituales, la importancia que estas opciones sociales aglutinadoras de supuestas rebeldías o denuncias, se van tiñendo de amenaza, porque los gobiernos, las agencias de seguridad, los servicios secretos y todos aquellos que pueden utilizar nuestros datos para cualquier cosa de carácter mercantil o político, quieren controlar la red.

Hemos sabido que Google ha retirado un mapa porque aparecía una instalación militar, o que en China hay restricciones en sus búsquedas. Hemos sabido que nuestros datos están al alcance de demasiados cazadores de clientes o votantes, que el correo no deseado nos hace perder cada día más tiempo, pero a la vez, vamos avanzando en todas sus posibilidades y con ellas nos colocamos en nuevos retos, y la libertad de expresión la reclamamos globalmente, como un derecho inalienable en todas las pantallas.

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