Un destacado miembro del Gobierno de Sri Lanka, el ministro de Transportes Terrestres, murió, junto a otras once personas, ayer en Colombo en un atentado con bomba atribuido por la Policía y las autoridades a los rebeldes tamiles.

La explosión también provocó 90 heridos, según indicó la Policía.

El ministro, Jeyaraj Fernandopulle, de 55 años, asistía en Wliveriya, una ciudad próxima a la capital, a una ceremonia para festejar la llegada del Año Nuevo, que en Sri Lanka se celebrará esta semana.

La potente explosión se produjo en el momento en que Fernandopulle tomaba la palabra para intervenir ante los atletas que iban a participar en una maratón.

«Ha sido un atentado suicida de los Tigres», afirmó el ministro de Comunicación, Anura Yapa, en referencia a los Tigres de Liberación de Tamil Eelam (LTEE), el grupo rebelde que lucha a favor de la independencia del nordeste de Sri Lanka, de mayoría tamil.

Según la Policía, un kamikaze tamil consiguió llegar hasta el lugar en el que se estaba celebrando la ceremonia y accionar la bomba que portaba. «Pensamos que el kamikaze ha podido presentarse como un corredor de la maratón», declaró a France Presse un policía presente en el lugar de los hechos.

Fernandopulle, segundo ministro de Sri Lanka que muere en atentado este año, había participado en las negociaciones de paz con los independentistas tamiles, que fracasaron. El ministro de Construcción, D.M. Dassanayake, falleció el 8 de enero en otro atentado con bomba.

Considerado en repetidas ocasiones como un aspirante a primer ministro, Fernandopulle estaba ayer protegido por un numeroso grupo de guardaespaldas.

El presidente de Sri Lanka, Mahinda Rajapakse, también apuntó a la autoría del LTTE. «Quiero reafirmar que este ataque innoble no va a debilitar nuestra determinación de erradicar el terrorismo», declaró en un comunicado.

La rebelión tamil de Sri Lanka comenzó en 1972. Los rebeldes tamiles, hindúes, combaten por la independencia del norte y del nordeste de Sri Lanka, una isla poblada en un 75% por cingaleses budistas. Entre 60.000 y 70.000 personas han muerto como consecuencia de este conflicto, mientras que se cuentan ya por miles los fallecidos tras la vuelta a la lucha armada tras el fracaso de las negociaciones a finales de 2005.

Los enfrentamientos han experimentado desde entonces un incremento en el norte de la isla, donde los rebeldes tamiles han conseguido establecer de facto un Estado desde que el 16 de enero concluyera la tregua entre el Gobierno de Colombo y el LTTE, que comenzó en febrero de 2002 bajo los auspicios de Noruega.

La llegada al poder de Rajapakse, un ultranacionalista cingalés partidario de la «mano dura contra el terrorismo», a finales de 2005 fue el comienzo del fin de las conversaciones con los tamiles.