Andrés Nagel, que realizó la obra conocida popularmente como «La Patata» para el Ayuntamiento de Zornotza, recurrirá la sentencia dictada el miércoles por el titular del Juzgado de lo Mercantil número 1 de Bilbo, Edmundo Rodríguez Achútegui, al considerar «esencial que recoja el derecho moral de los creadores», que «sólo puede limarse por otro derecho fundamental de interés general», de manera que la jurisprudencia creada demuestre que «la cultura también tiene un valor».

El escultor compareció ayer en su estudio de Donostia junto al patrono de la Fundación Arte y Derecho, Javier Gutiérrez Vicén, para valorar esta resolución judicial que obliga al Consistorio vizcaino a mantener la citada obra en el lugar en el que se ubicó, la rotonda de la zona de Zubietxea, al considerar que «no está legitimado» para cambiarla de ubicación, y anunciar que recurrirá la misma en la Audiencia Provincial de Bizkaia.

Tras agradecer «la rapidez con la que el juez ha dictado sentencia, teniendo en cuenta que desgraciadamente ésta no es la tónica general de hoy en día en los juicios en que los artistas acuden a los tribunales para defender sus derechos», así como la «minuciosidad con la que ha analizado los hechos», Nagel afirmó que ha quedado «muy claro que había voluntad por parte del Ayuntamiento de quitar la escultura y engañar a los medios» sobre esa intención, sin que exista «fuerza mayor para quitarla».

No obstante, el artista lamentó que la resolución judicial se basa en el contrato suscrito entre él y el Ayuntamiento de Zornotza sin hacer referencia al «derecho moral de los autores», especialmente «importante en el caso de esculturas públicas concebidas para un determinado espacio». En este sentido, explicó que si «La Patata» no hubiera sido concebida para su actual ubicación «no existiría en ningún sitio» y añadió que «una escultura creada para un determinado espacio no es un mueble, sino un inmueble y su divulgación está concebida en ese lugar». Nagel subrayó la importancia para los artistas de que se cree jurisprudencia sobre ese derecho moral, ya que actualmente padecen «un desamparo absoluto» al respecto y «en definitiva, está en juego la dignidad profesional».

«No es capricho de autor»

Además, dijo que «hay una inquina extraña por parte del Ayuntamiento de Amorebieta para quitar esta escultura, y así ha llegado a afirmar que si no hay una fuerza mayor para ello se buscará». A este respecto, Nagel dijo que su postura «no es capricho de autor» y así lo demuestra que en casos similares con obras suyas expuestas en Barcelona y Donostia «en diez minutos se ha llegado a una solución». «Si hay voluntad y las intenciones son de respeto se soluciona todo enseguida».

Por su parte, Gutiérrez resaltó que éste es un caso en el que al estar el espacio «ligado a la integridad de la obra», el artista está amparado por la legislación, cosa que, a su juicio, «el juez no ha entendido al basar su sentencia en el contrato suscrito entre Nagel y el Ayuntamiento», según el cual considera «que el derecho de propiedad y de autor deben quedar en situación equidistante pudiendo limarse en caso de interés general que reconoce que ahora no existe».

También recordó que Nagel no está luchando «por su interés personal, sino general», y manifestó que en esta demanda «cuenta con todo el apoyo de la comunidad artística».