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Sylicon Pallin (Simplicissimus II)

Ines INTXAUSTI | Crítica de televisión

Los mismos autores que juraron que «los ricos también lloran» quieren convencernos de que el paraíso es un lugar lleno de tetas. De hecho así han titulado a la última serie de culto entre la masa desde el púlpito de Tele5: «Sin tetas no hay paraíso». ¡Joder con la frasecita!. Si tuviera hijos estaría verdaderamente preocupada ante la posibilidad de que suspiraran por la serie, como me ocurría a mí siendo adolescente y lo hacía por Falconetti y Nick Nolte, el pobre de «Hombre rico, hombre...». No quiero ni imaginarlo. Una hij@ mía pidiéndome unas tetas nuevas antes, casi, de haberla amamantado como Dios manda. Porque la teleserie en la que Nick Nolte y Peter Strauss se enfrentaban como dos auténticos hijos de madre polaca nacidos en Estados Unidos venidos a mucho más, hizo de nosotros personas sensibilizadas ante la posibilidad de que, en un futuro, pudiera ser posible que un presidente de los EEUU fuera negro o polaco (Strauss era senador en la serie y casi lo consigue). Sin embargo, las teleseries de hoy proclaman un mensaje muchísimo más comercial y rentable para la industria del momento. Sylicon Pallin sería un título aglutinante para ambas proclamas. «Queremos que tengas las tetas grandes y el cerebro de un huevo». De un huevo de perdiz, por supuesto. Con una yema semejante nadie necesitará talento, formación, experiencia, profesionalidad ni otras cualidades. Si te llamas Miguel Angel Silvestre y, a pesar de ello, estás muy bueno (perdonen la expresión, bienaventurados en el lenguaje) te darán trabajo sin que tengas que enseñar las tetas. Ya lo harán las chicas por ti. Y no sólo eso. La TV se rendirá en tus claras y también el Festival de Cine de Donostia. Porque en la inauguración del mismo, Silvestre, el «duque» Sin tetas... brilló casi por encima de Woody Allen; lo que no es difícil en el sentido estrictamente físico. Por cierto, alguien debería decir al director proto-neo-yorquino que ya ha pagado con creces su Príncipe de Asturias. Aunque no estaría de más ofrecérselo al verdadero de Viana y que rodara su próxima película en Sartaguda, se me ocurre. ¡¡¡Por comeeentaaaaloo!!!

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