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McCain no logra acercarse a Obama tras el segundo cara a cara electoral

Había esa sensación tipo «mientras ardía Roma» en el segundo debate presidencial entre el demócrata Barack Obama y el republicano John McCain, que repitieron sus ensayadas respuestas mientras los bomberos del sistema financiero internacional hacían sonar todas las alarmas sobre lo que se perfila como una enorme recesión global. Las encuestas dieron un aprobado más que suficiente a Obama, que habría logrado un 51% frente al 39% de McCain.

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David BROOKS («LA JORNADA») |

La noticia de primera plana del «New York Times» el martes fue que sólo tres días después de aprobado el rescate financiero «ahora parece como si fuera un granito de arena arrojado al mar agitado», y el «Wall Street Journal» declaró: «Los mercados caen por dudas de que los rescates funcionarán». Y el día concluyó con un desplome de otros 508 puntos en la Bolsa de Valores de Nueva York, anuncios de que la Reserva Federal inyectaría más cientos de miles de millones de dólares al sector financiero, mientras que ABC News reportó que hay cálculos de que se han esfumado unos dos billones en fondos de jubilación de ciudadanos en Wall Street durante los últimos trece meses.

Ante este panorama y frente a un público cada vez más alarmado por sus empleos, sus ahorros, su jubilación, su crédito y más, no fue sorpresa que la economía fuera el tema central del segundo de tres debates programados entre los candidatos de los dos partidos principales.

Decenas de millones observaron el debate trasmitido por las principales cadenas nacionales realizado justo a cuatro semanas de la elección (4 de noviembre) con las encuestas registrando una ventaja significativa para Obama desde cinco hasta nueve puntos y al borde de acumular, si las tendencias permanecen, los 270 votos del Colegio Electoral que se requieren para ganar la Casa Blanca, y con McCain enfrentando un terreno cada vez mas difícil y con menos tiempo para cambiar esta dinámica.

Por ello, en este debate, afirmaban los analistas, era clave para el republicano frenar su declive en las preferencias, o por lo menos intentar debilitar o hasta herir a su contrincante al cuestionar la credibilidad y experiencia personal de Obama.

Por su parte, el demócrata buscaba enfocar el debate en el tema económico, el talón de Aquiles de McCain y los republicanos, responsabilizados por la opinión pública del desastre financiero, y presentarlo sólo como una extensión de los ocho años de George W. Bush.

Obama tenía que mostrar que McCain estaba «fuera de contacto» con las preocupaciones de los ciudadanos, sobre todo en torno a la economía; McCain debía mostrar que «en tiempos peligrosos e inciertos», Obama es una opción demasiado riesgosa para el electorado.

El resultado: nada nuevo y poco cambio. Nadie convenció más a los indecisos, y ninguno logró conquistar a algunos de los que apoyaban ya al otro. El análisis instantáneo de reporteros y analistas fue que McCain necesitaba «ganar» este debate pero no lo logró. De hecho, la encuesta instantánea de CNN registró que 54% contra 30% opinó que Obama fue el mejor.

Tal vez lo más notable es que ninguno de los dos ofreció algo nuevo sobre cómo resolver la crisis financiera más grande desde la Gran Depresión, el tema más importante, por mucho, entre el electorado.

Más bien, repitieron el mismo guión de sus campañas, lo que dicen en sus discursos electorales y lo que sostuvieron en el pasado debate.

Tal vez la pregunta más acertada fue la de una mujer en el público: «¿Cómo podemos confiar nuestro dinero a cualquiera de ustedes cuando ambos partidos nos metieron en esta crisis global?».

Los dos candidatos reconocieron que hay razón por el «cinismo» en confiar en los políticos, y hablaron de la «avaricia» de Wall Street y «la corrupción» en Washington, y ambos se presentaron como grandes defensores del ciudadano común, de las familias trabajadoras, y campeones de la «clase media».

Intercambiaron acusaciones sobre quién es más culpable por la crisis entre los dos partidos, quién tiene mas vínculos con el sector hipotecario o financiero, y quién tiene un historial más convincente como legislador.

Obama, en el tema económico, como en todos los otros, repitió el mensaje básico de su estrategia: vincular a McCain con Bush, y afirmar que representa más de lo mismo que ha llevado a los fracasos de los últimos ocho años.

McCain, por su lado, repitió que siempre ha sido independiente, declarando que «me he enfrentado al liderazgo de mi partido... he tenido desacuerdos con Bush», y presentó a Obama como un «liberal» cuya única solución a los problemas es más gobierno y más gasto.

El «derecho» a intervenir

En política exterior y militar (la cual ocupó como un tercio del debate de 90 minutos), una vez más, América Latina no existió. Se abordaron asuntos sobre Asia, Medio Oriente, África y Rusia, pero sólo una breve alusión a Venezuela de Obama, en torno a la dependencia petrolera sobre regímenes no amigos, fue la única indicación de la presencia de las Américas en este debate.

El tema fue más bien la intervención estadounidense en el mundo. McCain enfatizó su larga experiencia en determinar cuándo y dónde el país intervendrá militarmente y afirmó que «Estados Unidos es la fuerza más grande por el bien en la historia del mundo... Somos los hacedores de paz, los mantenedores de la paz». Y regresó al ataque, declarando sobre asuntos críticos militares. Apuntando a su contrincante, afirmó: «Él no entiende».

Obama respondió: «Es cierto que no entiendo ciertas cosas. No entiendo cómo invadimos un país que no tuvo nada que ver con el 11-S mientras que Al Qaeda continúa creando bases en Afganistán y Pakistán», y reiteró que la política exterior de Bush y McCain ha sido un fracaso. McCain acusó de que bajo el plan de Obama, «nuestras tropas regresarían de Irak bajo derrota. Yo las regresaré con victoria y con honor». Recordó en varios momentos que sus héroes son Ronald Reagan y Teddy Roosevelt con su consigna de «habla bajo y carga un palo grande».

Mensajes de siempre

Concluyeron con sus mensajes de siempre: Obama afirmando que la gran pregunta es si se logrará recuperar el sueño americano para la próxima generación y que para ello «necesitamos un cambio fundamental». McCain regresando a su mensaje de «he dedicado toda mi vida a servir a este país» y recordando su carrera militar, su experiencia y la necesidad de una «mano firme» en el timón del país en tiempos difíciles.

El formato estilo «asamblea» de este debate donde las preguntas fueron hechas por unos 80 electores supuestamente indecisos junto con otras por internet (la selección final estuvo a cargo del conductor Tom Brokaw, de NBC News) cambió un poco la dinámica, con el público jugando un papel activo, aunque no logró generar un intercambio más interesante ni reveló nada nuevo.

Así, es poco probable que este espectáculo haya cambiado el tablero del juego electoral.

En un análisis de encuestas realizadas justo antes del debate, la agencia AP calculó que Obama tenía de su lado o inclinándose hacia él unos 21 estados que juntos representan 264 votos en el Colegio Electoral y McCain con 23 estados pero que representan sólo 185 votos (por proporción de población).

Según este análisis, eso implica que hay sólo seis estados con un total de 89 votos que aún están por decidirse; Obama sólo necesitaría cualquiera de estos o seis votos más, si nada cambia, para alcanzar o superar los 270 en total para triunfar.

Carrera contrarreloj de los republicanos

John McCain tiene ya menos de un mes para intentar recuperar la ventaja que le lleva Barack Obama. Pero, el debate del martes parece que no le va a ayudar demasiado en la carrera por la Presidencia. La mayoría de los editorialistas de la prensa estadounidense le dieron un suspenso al candidato republicano y se preguntaron abiertamente cómo podrá en el tiempo que le queda llegar a la Casa Blanca. «La carrera se termina. Pienso que McCain lo tiene difícil, pero una victoria todavía es posible», manifestó Ken Duberstein, ex consejero de Ronald Reagan.

Para Roger Simon, experto del diario especializado «Político», ninguno de los dos aportó grandes cosas. La diferencia, en su opinión, está en que McCain debía dejar «KO a Obama» y no lo hizo. «Verlos durante el segundo debate era como observar a dos boxeadores que se movían alrededor, dando un golpe aquí y otro allá, pero ninguno consiguió dejar KO a su adversario», consideró.

El director de política de la NBC, Chuck Todd, subrayó que, si bien el debate dejó las cosas como estaban, «esa falta de cambio no es bueno» para McCain.


El senador negro por Illinois partiría con seis puntos de desventaja por la cuestión racial

Pocos lo reconocen abiertamente pero el racismo será sin duda un prejuicio latente en la votación del 4 de noviembre. Obama se presenta como el presidente de todos los estadounidenses y se cuida muy mucho de aparecer como el defensor de la minoría negra.

No obstante, y según un estudio de la Universidad de Stanford, el senador por Illinois podría perder seis puntos el día de la elección en razón de su color. El precio del prejuicio racial.

Gary Weaver, profesor de la American University y director del Instituto de Relaciones Interculturales, es tajante: «Algunos blancos no votarán jamás a un negro. Pero es poco probable que lo admitan públicamente. Muchos racistas negarán que su voto está influido por la raza pero, en la soledad, votarán probablemente contra Obama».

Los estadounidenses llaman a este fenómeno el «efecto Bradley», en referencia a un alcalde negro de Los Ángeles, Tom Bradley, que perdió las elecciones a gobernador de Florida pese a que todas las encuestas le daban como claro favorito.

Paul Herrnson, profesor de la Universidad de Maryland, señala que «la raza puede ser un obstáculo pero no es una cuestión primordial para la mayoría. Puede serlo especialmente para los blancos propietarios de tierras del sur», reconoce.

Weaver, casado con una negra hace 38 años -entonces muchos estados prohibían las uniones mixtas- recuerda, no obstante, que «el 90% de los negros y la mayoría de hispanos y de jóvenes votarán por Obama y ello debería contrarrestar al voto racista».

Bryan Monroe, redactor jefe de «Ebony», la más antigua revista negra estadounidense, muestra su confianza en que los jóvenes han registrado una clara evolución a este respecto. «Han crecido tras la lucha por los derechos civiles, han aprendido que América es multicultural, plural»

Los negros representan el 13% de la población (40 millones) por detrás ya de los hispanos (42 millones). Concentrada en el norte industrial y al sur de Virginia, la comunidad negra urbana vive en ghettos. La desigualdad social es flagrante y hay seis veces más negros que blancos en la cárcel.

En la Universidad de Oregon apareció hace días una efigie de Obama colgada de un árbol. GARA

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