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AZKENA ROCK FESTIVAL

Jueves de bienvenida fantasma

Izkander FERNANDEZ Crítico musical

Al principio todo era diferente. El festival arrancó en una sala, pasó a la explanada de Mendizabala y se convirtió en un magnífico referente para el rock n' roll en Euskal Herria. En un comienzo, los jueves no existían para el festival. Poco a poco la organización fue dándole al tarro y pensó en una jornada inaugural de formato reducido para dar la bienvenida a los más madrugadores. La idea mutó y hoy por hoy los jueves del Azkena Rock son una jornada más en el calendario. Lo que ocurre, es que tampoco es cierto del todo.

El jueves por la noche en Mendizabala había poco interés y algún retazo de curiosidad aislada. Allí estaban The Breeders, Juliette Lewis con su recién estrenada banda y Hardcore Superstar. The Breeders fueron el plan b de Kim Deal, bajista de los trascendentales Pixies, que harta de los despechos creativos de Black Francis, líder y tirano de la banda, decidió sacarse unos cuartos por su propia cuenta. Eran otros tiempos, a principios de los 90 se vendían una porrada de discos, y gracias a un experimental trabajo llamado «Pod» y a «Last splash», una pequeña gran colección de sencillos de pop independiente, Deal alcanzó la órbita.

El mayor problema de The Breeders, el mismo que mostraron en Gasteiz, son sus propias bases. Kim Deal y su hermana, Kelley, son incapaces de hilvanar un concierto consistente. Pese a disfrutar de momentos con cierta chispa con «Divine hammer», «Cannonball» o «No aloha», The Breeders parecieron perdidas en el desierto. Hubo algún intento de sacar las tripas fuera, pero el espectáculo resultaba tan confuso que muchas de las 7.400 almas que se resguardaban en la carpa Ron Asheton optaron por el silbido y la reprimenda.

Juliette Lewis volvió por enésima vez a Euskal Herria para dar una ración de lo mismo: rock crudo con reflejos pop, sudor y mala baba. La Lewis va camino de convertirse en una anécdota de lo que un día supuso su intento por enrolarse en la armada rockera y da la impresión de que, de no ser por su pasado hollywoodiense, poca gente miraría a un escenario con Juliette Lewis encima.

El fin de fiesta del jueves fantasma era para Hardcore Superstar. La banda escandinava, que se presentó en sociedad a finales de los 90 junto a Hellacopters y Backyard Babies en lo que vino a conocerse como una vuelta del high energy a la europea, mostró en las tablas de Mendizabala que queda poco del rock duro macarra de sus comienzos. Hoy por hoy Hardcore Superstar son un grupo en transición que ha abrazado el heavy metal con fuerza. Tanto que la potencia de sus nuevas composiciones ejercen de cortina de humo y resulta complicado saber a qué atenerse.

Su fin de fiesta quedó un tanto lucido por el vigor de su propuesta, pero en el ambiente quedó la sensación de que estos nuevos jueves integrados en el festival no son lo que se supone que son.

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