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Análisis | Remodelación de Gobierno en el Estado francés

Un juego de equilibrio interno y un guiño anecdótico al «mitterrandismo»

El pulso de Michèle Alliot-Marie ha obligado a Sarkozy a mover más piezas que las previstas. Todo para no alterar los equilibrios de familias, de los que depende el apoyo parlamentario a las reformas. Sarkozy prescinde de adornos: menos color y adiós a la apertura. El fichaje de un Mitterrand es otra cosa.

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Maite UBIRIA

Nicolas Sarkozy manifestó, el lunes en Versalles, su voluntad de continuar con las reformas más controvertidas de su mitad de mandato. Para asegurarse la fidelidad precisa en el Parlamento ha procedido a una remodelación intimista que pone límites al exotismo político.

El presidente de la República trató de calmar impaciencias, el lunes en Versalles. Ante las preguntas de los periodistas, insistió en que el miércoles se conocerían los nombres del nuevo Gobierno.

Sin embargo, uno de sus fichajes-estrella se dejó arrastrar por la emoción. Fréderic Mitterrand, ya promovido a un puesto de representación institucional, el de la Academia de Francia en Roma se explayó en France2.

El sobrinísimo de Mitterrand , que sustituye a Christine Albanel (enterrada políticamente por el proyecto de ley Hadopi de represión a los internautas) al frente de Cultura, confirmó que su nombre figuraba «en el bloc de notas» del presidente.

La indiscreción precipitó los tiempos. «Le Figaro» echó a rodar la noticia y el ministro portavoz Luc Chatel (nuevo ministro de Educación en relevo del impopular Xavier Darcos) compareció ante los medios para oficializar una remodelación que ha planteado a Sarkozy más problemas que los previstos.

El presidente había anunciado en su círculo cercano que su intención era oxigenar el Ejecutivo para dar un nuevo impulso a las reformas. En la mitad de su mandato, en líder conservador no dispone ya de todo el tiempo. No al menos para firmar medidas que puedan ensombrecer las expectativas de la UMP cara a las elecciones regionales de 2010, y mirando sólo un poco más allá a sus ambiciones personales en la perspectiva de las presidenciales de 2012.

El líder de la UMP precisa de un equipo compacto que pueda trasladar al Parlamento la batería de leyes con las que Sarkozy aspira a corroborar «la transformación profunda de Francia».

De ahí que haya cedido, al menos en apariencia, ante el pulso lanzado por Michèle Alliot-Marie, que tras su paso por Defensa e Interior (le sustituye un fiel entre los fieles de Sarkozy, Brice Hortefeux) asume la cartera de Justicia. Alliot-Marie ejerció un claro veto ante un Christian Strosi que llega de rebote a Industria pero al que Sarkozy veía inicialmente como nuevo secretario de Estado para las Libertades Públicas.

La partida de poder se libró en favor de la otrora líder del RPR, que sustituye a Rashida Dati, quien fuera fulgurante estrella del universo Sarkozy y a la que éste ha mandado al exilio del Parlamento Europeo. Dati deja tras de sí un reguero de malestar por sus propuestas de reforma de la Justicia, con particular mención a la prevista desaparición del juez de instrucción, reforma que en medios de la Judicatura se ve como un claro propósito de someter a la dama de los ojos vendados a la poderosa influencia del Ejecutivo.

Por lo demás, Sarkozy rebaja el color de su Gobierno. Finiquita en buena medida el ensayo de diversidad y no sólo sacrifica a Dati, que encarna el «sueño francés» de una familia de origen argelino, sino que obliga a mudarse de su despacho en Quai d'Orsay a Rama Yade, a la que relega a un Ministerio de menos brillo, como es el de Salud y Deporte, en el que sustituye al ex entrenador de la selección francesa de rugby, Bernard Laporte, que cae del Gobierno.

Yade no quiso encabezar la lista europea de la UMP en Ile-de-France y paga su desafío. La presión de Bernard Kouchner (confirmado como ministro de Asuntos Exteriores), que se opuso desde el principio a la creación de la Secretaría de Estado de Derechos Humanos, ha favorecido el arrinconamiento de esta joven política francesa nacida en Senegal.

Regalo envenenado o no, Sarkozy marca al fundador de Médicos Sin Fronteras (MSF) y hoy mediático titular de Exteriores, Kouchner, con la presencia como secretario de Estado de Asuntos Europeos de Pierre Lellouche, firme defensor de la incorporación total del Estado francés a la estructura de decisión militar de la OTAN y adalid de la agresión bélica contra Irak.

En otro juego de equilibrio, Sarkozy confirma a otra política de origen inmigrante, Fadela Amara, como responsable del desarrollo urbano, mirando a la banlieu. Y ficha a una médico de Lyon, Nora Berra, de origen argelino, para una Secretaría de Estado ligada a Asuntos Sociales.

Sarkozy sacrifica a Yves Yego al que hace pagar la mala gestión del estallido social antillano, y confía los asuntos de Ultramar -significativamente adosados a la cartera de Interior- a Marie-Luce Penchard, cuyo mérito principal es ser la hija de la líder RPR en Guadalupe, Lucette Michaux-Chevry.

Christine Boutin (Vivienda), Michel Barnier (Agricultura; viaja con Dati al Parlamento Europeo), André Santini (Función Pública) y Roger Karoutchi (Relaciones con el Parlamento ), completan la lista de sacrificados por Fillon-Sarkozy.

En la otra cara de la moneda, los pilares de la política económica con la que el presidente pretende sacar al Estado francés de la grave crisis actual no sufren cambios. El titular de Relanzamiento, Patrick Devedjian, la ministra de Economía, Christine Lagarde, Laurent Wauquiew (Empleo), la responsable de Comercio Exterior ( Anne-Marie Idrac) y Natalie Kosciusko-Moziret (Economía numérica) seguirán en sus funciones.

Al igual que Valérie Pécresse, cuya reforma de la universidad ha provocado un intenso movimiento de protesta estudiantil en los últimos meses, lo que no ha sido obstáculo para que Sarkozy la mantenga en ese sillón caliente. Tampoco se mueven Hervé Morin (Defensa), Eric Besson (Inmigración), Alain Joyandet (Cooperación), Chantal Jouanno (Ecología) y Martin Hirsch (Solidaridad y Juventud).

La remodelación trae consigo el refrendo al ministro que secundó a Alliot-Marie contra el TGV. Dominique Bussereau, que firmó con ella la orden de congelar los estudios referentes al tramo Baiona-Hendaia de la nueva línea de Alta Velocidad, seguirá al frente de Transportes.

Del mismo modo, el presidente de la República -formalmente a sugerencia de su premier, François Fillon- corrobora la confianza en Alain Marleix al frente de Colectividades Territoriales, en un momento clave, ya que la reforma territorial inspirada en las propuestas de la comisión presidida por el ex primer ministro Edouard Balladur iniciará su andadura parlamentaria a la vuelta de vacaciones.

Más allá de la incorporación de Fréderic Mitterrand -Sarkozy también fue ministro del ex presidente socialista- con la que, según el responsable de redacción de «Le Point», Michel Richard, «recluta al sobrino para vampirizar al tío», Sarkozy ha hecho una reforma intimista, que se ajusta por encima de todo a la demanda interna de la plataforma gubernamental.

La remodelación deja la diversidad «bajo tutela»

El presidente francés, Nicolas Sarkozy, anunció la remodelación de su Gobierno con la intención de afrontar la segunda parte de su mandato y hacer frente a la parte final de la crisis financiera mundial, para lo que situó al frente de Interior a Brice Hortefeux, en sustitución de Michèle Alliot-Marie, que ocupará la vacante dejada en Justicia por Rashida Dati. Cuatro mujeres serán las «caras de la diversidad» en el nuevo Gabinete. En ellas Sarkozy pretende personificar la promoción de las minorías y la apertura a la diversidad, dos cuestiones clave para él desde que comenzara su mandato en 2007, pero que, aunque presentes en el Gobierno, han sido relegadas a puestos secundarios. «Es algo un poco cosmético», subraya Fadila Mehal, presidenta de una asociación para la promoción de las mujeres fruto de la diversidad, ya que ninguna está al frente de un Ministerio. «Son secretarias de Estado, es la diversidad bajo tutela», afirma. «La diversidad no es cuestión de caridad sino de justicia», asegura Patrick Lozès, presidente del Consejo representativo de asociaciones negras (Cran), quien se pregunta sobre la sinceridad de Sarkozy, que «habla de diversidad, pero no actúa en consecuencia».GARA

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