Aunque responsabiliza a ambos directamente de causar la crisis económica, el autor diferencia entre la patronal y los políticos. Los primeros abogan por «contención salarial, ajuste de plantillas, mayor flexibilidad laboral, garantías para sus inversiones, sobreexplotación de la inmigración...», pero lo hace sin tapujos y «en eso se diferencian de nuestros gobernantes». A lo largo del artículo desgrana en forma cronológica las falsedades que ministros y consejeros autonómicos han ido acumulando alrededor de la crisis, y que la propia evolución económica se ha encargado de dejar al desnudo. Y, a modo de conclusión lapidaria, asegura que «conseguir que las cosas vayan bien para los de abajo sólo es posible haciendo que vayan peor para los de arriba».

Je ne saurais parler de la disparition de Popo, il y a un quart de siècle, sans m'inquiéter de celle, récente, de Jon Anza. Ici encore, il ne faudrait pas que les sinistres ombres du passé, peuplées de terroristes d'État, de barbouzes policières, de nervis de tout acabit et de mercenaires sans foi ni loi, viennent à nouveau hanter la mémoire douloureuse d'un peuple en quête de ses simples droits. «Non da Popo?» et «Non da Jon?» sont un seul et même cri