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«Ante episodios meteorológicos intensos es mejor sobrealertar»

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Roberto MONCHO AGUD I Investigador de azti-tecnalia

Investigador del área de Dinámica Marina y Oceanografía Operacional de AZTI-Tecnalia, habló ayer, en Barakaldo, sobre «Precipitaciones extremas», en las I Jornadas de Divulgación Meteorológica del País Vasco. Es también responsable de Alertas y Previsión de Spain Severe Weather y el pasado mes recibió el Premio Eduard Fontserè que otorga la Associació Catalana de Meteorologia.

Joseba VIVANCO |

¿Es usted un «cazatormentas»?

Depende. En el sentido estricto, es una persona que sale en búsqueda de las tormentas y tiene el objetivo de capturarlas mediante fotografías y mediciones que sirvan para conocerlas mejor o, simplemente, para admirar su fuerza. En mi caso prefiero estudiar las tormentas desde casa, bien mediante teledetección o bien esperando a que pasen por aquí.

Precipitaciones intensas. ¿Hoy más que ayer?

Es una pregunta difícil de responder ya que entran en balance tres componentes diferentes. Por un lado, tenemos la escasa memoria climatológica intrínseca a las personas, que provoca una percepción subjetiva de la intensidad de las tormentas, haciéndonos pensar que «nunca había llovido tanto como ahora». Por otro, tenemos unos mayores medios de captura y difusión de las noticias gracias a las últimas tecnologías, lo cual permite un mayor conocimiento de los sucesos extremos del presente, por lo que «parece que hay más». Y por último, tenemos las mediciones reales, que a menudo son insuficientes para caracterizar bien la gran variabilidad natural de la precipitación, con lo cual es muy difícil analizar los posibles cambios.

¿Y qué apuntan esas mediciones reales?

En nuestra zona los resultados no son concluyentes en referencia a si ha habido o no cambios en el régimen de las precipitaciones pero, al parecer, en zonas del norte de Europa sí se está observando ya un aumento de las precipitaciones intensas. Yo pienso que en nuestra zona hay más de los primeros dos componentes que decía en la anterior respuesta que de este último, aunque debemos estar a la espera de nuevos datos.

¿Maximiza los fenómenos meteorológicos adversos el foco que los medios de comunicación pone sobre ellos?

Sin duda, los medios de comunicación suelen maximizar los fenómenos para hacer más atractivas las noticias, al igual que cualquier empresa trata de hacer más atractivo su producto para que sea más «vendible». Además, en mi opinión, puede haber también cierta moda en la temática de las noticias que provoca una avalancha de noticias similares. A todo esto hay que sumar, como decía antes, que la percepción de mayores catástrofes se debería más al aumento de los medios tecnológicos para capturarlas con imágenes y difundirlas que a un aumento real.

¿Hasta qué punto los sistemas de alerta pueden advertir de lo que viene? ¿Son injustas las críticas que se les hacen?

La predicción numérica (mediante modelos) avanza, sobretodo, para predecir variables generales como la presión, la temperatura a una cierta altura, etcétera. Sin embargo, hay fenómenos que por su origen local no pueden ser bien descritos por los modelos de circulación más general. Un modelo puede describir unas condiciones de contorno favorables para que se produzcan tormentas locales u organizadas, pero no puede precisar dónde ni cuándo se van a producir. Y esas tormentas suelen ser las que producen más riesgos para la población. Esto obliga a alertar a áreas mucho más grandes de las que posteriormente se verán afectadas, por lo que la gente a menudo malinterpreta una alerta cuando en su localidad «no se cumple» y lanza críticas que muchas veces son injustas por la propia dificultad de los fenómenos alertados.

Y, sin embargo, son habituales las críticas cuando se produce un fenómeno así y causa numerosos daños. Que si no se alertó a tiempo, que si el pronóstico se equivocó, que si hay demasiada burocracia de por medio...

La emisión de una alerta oficial implica una movilización de recursos humanos y, por lo tanto, parece necesario que en parte se gestione por organismos políticos. Sin embargo, eso provoca que la decisión de emitir una alerta esté influenciada en cierto modo por circunstancias previas como, por ejemplo, reacciones desmesuradas ante un desacierto predictivo. En mi opinión, el problema reside en una falta de cultura en la población sobre riesgos meteorológicos, ya que en muchos casos la gente no se preocupa por conocer ni por entender la complejidad de una determinada situación de riesgo y, por lo tanto, son demasiado críticos con los errores predictivos, así como tampoco se toman en serio las medidas preventivas cuando sí se produce un fenómeno adverso predicho.

¿Qué sería lo ideal?

Lo ideal sería «sobrealertar» más que «subalertar», porque ésa es la única forma de evitar gran parte de los riesgos. Sin embargo, creo que todavía es necesario divulgar más cultura meteorológica para que la sociedad asuma con normalidad una «sobrealerta» sin que la critiquen injustamente. También sería muy útil tratar de divulgar el significado de las probabilidades de un cierto fenómeno extremo. En una predicción ordinaria hay que intentar ser deterministas -«llueve o no llueve»- pero cuando hay algún peligro es imprescindible hablar de probabilidades, ya que suele haber mucha incertidumbre insalvable.

Por cierto, cada vez que los medios informamos sobre fenómenos lluviosos intensos, incidimos en los litros por metro cuadrado caídos. Pero ¿cuándo son muchos esos litros?

Uno podría intentar hacerse una imagen de esos datos a partir de las consecuencias típicas, pero éstas dependen más de la preparación de cada zona para asumir una cierta intensidad y duración de la precipitación que del fenómeno en sí mismo. No obstante, yo propondría, por ejemplo, referirnos a alguna variable física, como es la visibilidad y el ruido. Con 20 litros en 5 minutos, por ejemplo, un conductor no es capaz de ver ni oír prácticamente nada más allá de un metro, por lo que necesariamente debe detener el vehículo; en cambio, con 100 litros en 24 horas, repartidos de manera uniforme en el tiempo, se podría conducir moderando un poco la velocidad, siempre y cuando la carretera esté bien preparada para drenar toda esa agua.

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