Una vez superadas las reticencias al plan de ayuda a Grecia, con el compromiso del Gobierno de Atenas de adoptar una serie de medidas que suponen «grandes sacrificios» para sus ciudadanos, los países participantes en el «rescate» se han asegurado no sólo de que recuperarán su préstamo, sino de que además obtendrán beneficios por él, especialmente los más ricos.

La ayuda a Grecia, claro ejemplo de receta neoliberal que aboca a ese país a una situación de dependencia económica, tiene un alto coste que ya han empezado a pagar los trabajadores y clases más desprotegidas, un coste que la activación de esa ayuda ha encarecido en forma congelaciones e incluso reducciones salariales, recortes en las pensiones, subida de impuestos, precarización del empleo, privatizaciones... Ésas son las condiciones impuestas a Grecia a cambio del «rescate» por sus socios de la Eurozona y el FMI, uno de los grandes responsables de la crisis. Un rescate que proporcionará a los países «salvadores» unos intereses que no se les ocurrió cobrar a los bancos cuando acudieron en su ayuda. En esta ocasión los socios europeos aprovechan la grave situación económica de Grecia para hacer negocio al modo de los mercados financieros que la pusieron al borde de la quiebra. Toda una lección de solidaridad. Sólo que en cualquier diccionario la entrada exacta es «usura».