Aunque todos los líderes mundiales participantes en la cumbre de Naciones Unidas de revisión de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) reiteraron su voluntad política de cumplir el compromiso adoptado hace diez años para acabar con la miseria en el mundo y hacer más eficaces las ayudas al desarrollo, ideas innovadoras como la creación de un nuevo impuesto sobre la transacciones financieras levanta la oposición de muchos países. No obstante, las principales ONG coincidieron en destacar con moderado optimismo la reapertura del debate sobre la imposición de esa tasa, conocida como «Tasa Tobin».

Así, sin resultados concretos para el cumplimiento de los ODM, entre los que destacan la erradicación de la pobreza y el hambre, estaba prevista a medianoche la clausura de esta cita.

Si bien algunos países expusieron los avances en el cumplimiento de las metas finadas por la ONU, como fue el caso de Venezuela y Cuba, en la cumbre de la ONU no se establecieron mecanismos para promover que en los cinco años que restan para que venza el plazo fijado hace diez otros estados logren disminuir la desigualdad. De hecho, algunos líderes políticos constataron en que la ayuda de los países desarrollados para que las naciones emergentes alcancen los ODM «es casi inexistente».

Los dirigentes africanos expresaron su confianza en que pueden hacer más por cumplir los ODM y urgieron a jugar un papel más firme para enfrentar el hambre y captar inversores extranjeros. El presidente de Rwanda, Paul Kagame, abogó por examinar por qué algunos países en desarrollo están lejos de cumplir con los objetivos. En su opinión, éstos deben hacerse cargo de su situación en lugar de delegar en los donantes y grupos humanitarios. «Pese a sus buenas intenciones, su perspectiva se basa normalmente en el paternalismo, no en la asociación; en la caridad y no en la autoconfianza y en las promesas incumplidas en lugar de en un cambio real sobre el terreno», dijo Kagame, quien apuntó a la necesidad de asumir un «liderazgo eficaz».

En esa misma línea, el primer ministro etíope, Meles Zenawi, señaló que ha llegado el momento de que los países subdesarrollados se hagan cargo de su propio desarrollo.

Algunos líderes europeos también defienden que los países pobres no deben depender indefinidamente de las donaciones. «La responsabilidad primaria para el desarrollo yace sobre los gobiernos de los países en desarrollo», sostuvo la canciller alemana Angela Merkel. Por eso, subrayó la importancia de respaldar una «buena gobernanza».

«Desarrollo sostenible»

Antes de la clausura, el presidente de EEUU, Barack Obama, anunció una nueva política de su país de ayuda al desarrollo, que tendrá un carácter más selectivo para poner el énfasis en los países con posibilidades de convertirse en nuevas economías emergentes. Afirmó que «EEUU va a cambiar el modo» en que planifica su ayuda para permitir un «desarrollo sostenible» en lugar de perpetuar la dependencia, «un ciclo que tenemos que romper». La nueva política, dijo, no quiere decir que EEUU vaya a poner fin a su ayuda a los países más necesitados.

Por su parte, el primer ministro chino, Wen Jiabao criticó indirectamente a los países ricos acusándoles de no cumplir sus promesas de ayuda. «Ofrecer una hogaza de pan es más útil que una promesa vacía», señaló Wen, quien insistió en que «los países desarrollados deben cumplir sus compromisos, asumiendo su responsabilidad de asistencia a los países en desarrollo y aumentar la ayuda pública hasta el 0,7% del PIB lo antes posible».