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La ABAO estrena mañana la ópera «Susannah», de Carlisle Floyd

La ABAO estrena mañana la ópera «Susannah», de Carlisle Floyd. Con una producción procedente de Chicago y Houston y un reparto de cantantes casi íntegramente estadounidense, será la primera vez que se pueda escuchar en el Estado español la que es la ópera americana más representada tras «Porgy and Bess». Floyd, a sus 84 años, se ha dejado caer por Bilbo para supervisar los ensayos y conocer, de paso, «esta ciudad mítica en mi imaginación».

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Mikel CHAMIZO | BILBO

Cuando la ópera «Susannah» se estrenó en el auditorio de la Universidad del Estado de Florida el 24 de febrero de 1955, su joven autor, Carlisle Floyd, estudiante de doctorado en dicha Universidad y autor no sólo de la música, sino también del libreto, poco podía esperar que su creación fuera a recibir rápidamente el premio de los críticos de Broadway a la mejor ópera del año, que sería elegida como representante de la música estadounidense en la Exposición Universal de Bruselas de 1958 y que se convertiría, en un futuro próximo, en la segunda ópera americana más representada tras «Porgy and Bess» de Gershwin. Poco podía esperarlo Carlisle Floyd, pues «Susannah», a pesar de la accesibilidad y el melodismo de su partitura, era, ideológicamente, una ópera muy crítica con la sociedad americana de su época.

De hecho, y desde la perspectiva que arroja el paso del tiempo, resulta imposible no analizarla como una cruda denuncia de las prácticas del macartismo. «Es una pregunta que me hacen constantemente, pero la verdad es que yo no pensaba en el General Mac Arthur cuando estaba escribiendo `Susannah' -rememora Floyd-. Al menos no consciente. Yo quería exponer en la ópera una cuestión moral muy dramática, una situación que yo vivía en mi día a día en aquellos años realmente oscuros de la historia americana. En la Universidad del Estado de Florida perseguían especialmente a comunistas y homosexuales, una equiparación que yo nunca he llegado a comprender. Al entrar en la Universidad nos obligaban a firmar un documento en el que jurábamos no haber colaborado nunca con ninguna organización comunista, pero el caso de los homosexuales era mucho más trágico, porque todo se basaba en rumores. Lo realmente terrible era que los rumores equivalían, a todos los efectos, a una culpa verdadera. Es una época que me da mucha rabia y furia rememorar, y ese sentimiento fue trasladado a Susannah».

El libreto de Floyd toma como punto de partida la historia bíblica apócrifa de Susana y los ancianos. Narra la historia de Susannah Polk, una hermosa joven que vive con su hermano alcohólico en un pequeño pueblo de Tennessee, y que es acusada falsamente de haber intentado seducir al adolescente Little Bat. Susannah se niega a confesar su culpa en la iglesia, y tras una serie de trágicos acontecimientos, como el intento de violación por parte del predicador, Susannah queda definitivamente marginada de una comunidad que la ha juzgado en base a lo que otros dicen. En la escena final de la ópera vemos al pueblo que va en busca de Susannah para lincharla y cómo ella les espera con una escopeta en el porche de su casa. Al hablar de esta historia, Floyd establece un paralelismo con las «Las brujas de Salem», de Arthur Miller, en cuyo relato ni siquiera las personas con mayor sentido ético tienen valor para defender a los inocentes. «En el picnic de la cuarta escena nadie toma partido por Susannah, y esto es el origen del fascismo», opina Floyd.

Otra de las razones por las que «Susannah» es una obra revolucionaria es lo atípico del tratamiento del personaje protagonista, una mujer fuerte y autosuficiente que no se había dado antes en la historia de la ópera. Floyd recuerda lo que le dijo años después «una de las primeras sopranos que grabó esta ópera: que en los años 50 las mujeres todavía no estaban preparadas para cantar este papel, porque todavía no había tenido lugar el gran movimiento de liberación de la mujer en los Estados Unidos. `Susannah' fue pionera en esto, pues el personaje es totalmente opuesto a la típica heroína patética del siglo XIX que se pasa toda la ópera lloriqueando. Por eso es especialmente importante el final, porque tras todo el proceso de acusaciones falsas y el rechazo de la comunidad, Susannah termina por ser una mujer más íntegra y profunda. Alguien lo llamó `El largo viaje de Susannah'».

El trágico libreto, escrito en el cerrado dialecto de Tennessee, está vestido de una música tardo-romántica de gran belleza, en la que Floyd hace referencia tanto a los himnos protestantes de las comunidades religiosas americanas como al folklore de los Apalaches, cuyo espíritu inbuye el aria más famosa de la ópera, «The Trees on the Mountain».

Pero lo más unánimemente alabado de la partitura es la forma en que la música dibuja a los personajes, dotándoles de una gran credibilidad dramática.

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