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Cinco décadas de la URSS, a través de la lente de Dmitri Baltermants

La sala de exposiciones de AlhóndigaBilbao muestra hasta finales de junio una colección de cerca de doscientas fotografías de Dmitri Baltermants, el fotógrafo que se ganó el reconocimiento internacional por sus imágenes en el frente en la Segunda Guerra Mundial, sus retratos a los líderes de la URSS y por reflejar aspectos de la vida cotidiana que el régimen no podía manipular. Las instantáneas retratan cincuenta años de la desaparecida Unión Soviética.

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Nerea GOTI | BILBO

Hasta el próximo 29 de junio, la sala de exposiciones de Alhóndiga Bilbao muestra una colección de casi doscientas fotografías de Dmitri Baltermants, nacido en Varsovia en 1912 y fallecido en 1990 en Moscú, también conocido como «el ojo de Rusia». La inmensa obra de Baltermants, que incluye desde sus espectacular reportaje sen el frente hasta los retratos de los principales líderes políticos, como Stalin o Gorvachov, pasando por los paisajes cotidianos de la Unión Soviética, le ha valido el reconocimiento internacional, hasta el extremo de que muchos lo han comparado con el mismo Robert Capa.

Esta selección de cerca de dos centenares de instantáneas procede del museo La Casa de la Fotografía de Moscú, un centro de referencia a nivel de formación e información que cuenta con la biblioteca más importante de Rusia y que trabaja en la conservación de fondos fotográficos desde mediados del siglo XIX hasta nuestros días.

La exposición que puede verse en Bilbo se ha bautizado con el título «50 años de la URSS a través de la lente de Dmitri Baltermants [1939-1989]» y proporciona al público, precisamente, un recorrido por distintos momentos de la historia de la Unión Soviética y una ventana para conocer la sociedad rusa.

Baltermants fue capitán del Ejército Rojo, graduado en Mecánica y licenciado en la Facultad de Matemáticas en la Universidad de Moscú, aspecto que resaltaron ayer en la presentación de la muestra. «Es un artista con mucha cultura y bien formado», lo que se refleja en su obra, según quiso destacar la comisaria de la exposición, Olga Sviblova.

Gloria y caída

Su primer encargo como fotógrafo profesional se produjo en 1939, en el famoso periódico estatal «Izvestia». Las instantáneas que captó de la llegada de las tropas soviéticas al oeste de Ucrania resultaron tan impresionantes para el diario que inmediatamente incorporó a Baltermant a su plantilla. Baltermants dio un giro a su vida y dejó su brillante posición para convertirse en «vagabundo del fotoperiodismo».

Como corresponsal de guerra realizó reportajes sobre las batallas de Moscú, Crimea y Stalingrado. Algunas de las imágenes captadas por su objetivo en esa época y que están colgadas en la sala de exposiciones de la Alhóndiga son de gran belleza, a la vez que tienen un gran valor informativo.

En su trayectoria personal también destaca el «fatal error» del que fue víctima en 1943, cuando, por una confusión del editor del diario, algunas de sus fotos fueron a imprenta sin corrección y fue enviado a un batallón de castigo, al que «sobrevivió de milagro». Fue indultado debido a una grave herida que casi le costó la pierna y, tras la convalecencia en un hospital, regresó a al frente como fotógrafo en 1949, ya no para «Izvestia» sino para el periódico del ejército «Na razgom vraga», durante las campañas en Polonia y Alemania

La mayor parte de su material gráfico tuvo que esperar hasta la época del «deshielo» para salir a la luz. De hecho, también su famosa fotografía «Pena», la imagen con la que se ganó el reconocimiento internacional, se publicó treinta años después que fuera tomada, en 1975. Baltermants vivió tiempos difíciles a su regreso del frente, por sus antecedentes penales y sus orígenes judíos. Durante la campaña contra el «cosmopolitismo» le dejaron fuera de los periódicos soviéticos, aunque conocieran y admirasen su obra. La oportunidad le llegó de la mano del poeta Aleksei Surkov, editor jefe de la revista «Ogoniok», que, con tiradas de millones de ejemplares, asumió el riesgo de contratar a Baltermants hasta el final de sus días, donde dirigió la sección de fotografía desde 1965.

«Éxito, dentro y fuera»

Fuera de las fronteras soviéticas, la obra de Baltermants se expuso por primera vez en el Estado francés. Sin embargo, fue uno de los pocos artistas cuyo éxito perduró durante casi medio siglo dentro y fuera de la URSS. De su obra, los responsables de la muestra destacaron que las imágenes que publicó en «Ogoniok» decoraron «las paredes de deprimentes departamentos».

Participó, asimismo, en exposiciones internacionales y fue jurado de prestigiosos concursos, algo no muy habitual en aquella época de cierre de fronteras con el Telón de Acero. Un talento profesional brillante, un impecable sentido de la composición (mientras que Ródchenko inventó la composición en diagonal, Baltermants, el matemático, fue un virtuoso de la horizontal), junto con un innato sentido aristocrático le permitieron ser un artista cosmopolita. Lo suyo eran los reportajes de guerra y también los retratos, en los que destacó, aunque tampoco le hizo ascos a los collages: en su caso, sin embargo, en lugar de borrar de la imagen a los personajes que ya no interesaban -práctica habitual en la fotografía de la época y sobre todo en la soviética de propaganda-, insertaba cielos encapotados en las fotos de guerra, por ejemplo, con el objetivo de dotarlas de mayor dramatismo.

Entre ensalzar al régimen o mostrar sus miserias

Olga Sviblova, comisaria de la exposición «50 años de la URSS a través de la lente de Dmitri Baltermants» y responsable del museo de la Casa de la Fotografía de Moscú, de la que provienen las imágenes expuestas, destacó ayer que una de las cualidades de Baltermants es que su obra tiene una doble vertiente, porque en sus instantáneas escenificaba tanto la grandeza irreal del régimen como la realidad a pie de calle a través de sus retratos de la vida cotidiana, en las que aparece el dolor de sus gentes.

Los retratos de políticos son «un capítulo especial» en la obra de Dmitri Blatermants, quien tuvo la posibilidad de fotografiar a los secretarios generales del Partido Comunista de la Unión Soviética, Stalin y Krushev, Brezhnev y Andropov o Chernenko y Gorvachov.

El mismo centro moscovita que ha recopilado la obra de Baltersmant acaba se hacerse con una gran cantidad de negativos del artista, según anunciaron los responsables de AlhóndigaBilbao. N.G.

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