«Fútbol es fútbol», enfatizó Miljan Miljanic, adagio que se puede interpretar desde el punto de vista imprevisible del resultado, desde el pasional y emotivo, pero también como la confirmación de que no ha nacido el ser ni la institución capaz de domeñar sus leyes, ni mucho menos arbitrar su inescrutable negocio.

La huelga de futbolistas que, tras la infructuosa reunión de ayer, amenaza con alargarse una jornada más, es el paradigma de ese gato al que nadie se atreve o no quiere poner el cascabel, mientras patronal y futbolistas mantienen en vilo a los paganos de siempre, los aficionados.

Ayer tuvo lugar la cuarta reunión entre la Ligade Fútbol Profesional (LFP) y la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE) y de nuevo hubo empate, mientras -tranquilizan- acercan posturas. Hoy, nueva cita, con el fin de semana cada vez más cerca.

Se cuenta que, en 1936, durante un banquete para celebrar la consecución del título copero merengue, los legendarios Zamora y Quincoques solicitaron la palabra para poner sobre el tapete los derechos del futbolista. Incluso el 4 de setiembre de ese año, a poco de producirse el alzamiento, tomaría cuerpo en Barcelona el primer Sindicato de Futbolistas, Entrenadores y Masajistas, adherido a UGT.

Mucho ha llovido desde aquellos embriones de la sindicación de futbolistas en el Estado español. Hoy, en el sustrato de esa huelga -se dice-, reside la creación de un fondo de garantía que proteja a los jugadores ante los problemas financieros de los clubes. Más en concreto, se pide que se asegure el pago de al menos los 50 millones de euros que se debe a 200 jugadores de Primera y Segunda División.

«Con el fondo de garantía de 40 millones que hay para los próximos años -previstos por la LFP- no da ni para cubrir las deudas de éste», denunciaron desde la AFE. Y si los clubes no ponen más pasta, pues no se juega. Así están las cosas.

Que el fútbol se encuentra en crisis no lo duda casi nadie. Y no sólo en la Liga española, porque el arranque de la temporada en Italia el próximo fin de semana también está en el aire, por no haberse firmado el nuevo convenio laboral. Y eso que allí, si el 30 de junio un club no ha pagado todos los sueldos hasta abril, no puede inscribirse en el siguiente campeonato, como le pasó al Nápoles en 2004.

La UEFA alerta de la situación

La UEFA alertaba en su último informe económico de que los gastos de jugadores de la mayoría de equipos europeos representan algo más de 60% de sus presupuestos. Y, aunque es verdad que los clubes logran más ingresos, no es menos cierto que generan más y más gastos.

Según este organismo, los equipos de las principales ligas continentales tuvieron pérdidas de unos 1.200 millones de euros en la temporada 09-10, el doble que en la 08-09. Y así es imposible seguir. La huelga en la Liga BBVA es apenas un aviso de la erupción que está por venir.

Y sino que se lo digan al fútbol británico. Hasta 44 clubes ingleses fueron auditados hace unos meses, con unos resultados alarmantes. Las pérdidas acumuladas, antes de impuestos, ascienden a 664 millones de euros, habiendo aumentado en 170 millones respecto al año anterior, sólo en la Premier League. La deuda acumulada se aproxima mucho a los 4.000 millones de euros.

El nuevo rico Manchester City, por ejemplo, dedica más del 100% a las elevadas fichas de sus inmejorablemente pagados futbolistas. ¡Y acaba de fichar al valencianista Mata por 28 millones de euros! La cuestión es que la Premier genera tanto dinero, que los principales clubes no tienen problemas en conseguir líneas de crédito o vender acciones... a jeques o magnates.

Otra cosa es el resto de equipos ingleses, donde los hay que han entrado en suspensión de pagos y, eso sí, los jugadores son los primeros acreedores a la hora de cobrar. En cualquier caso, no es de extrañar que The Football League y los propios clubes hayan decidido empezar a poner remedio a este desfase.

Todo pasa, como en la Liga española y en todas, por asumir la política de fair-play financiero que quiere instaurar Michel Platini, presidente de la UEFA, con su proyecto presentado el 27 de mayo de 2010 -nacido a petición de los presidentes de varios clubes importantes del continente-, y cuyo objetivo principal es que las instituciones no gasten más de lo que ingresan, equilibrando sus cuentas.

Según este proyecto, a partir de la temporada 2013-14 todos los clubes deberán cumplir dicho requisito, liquidando poco a poco su deuda hasta alcanzar la equidad en el balance. Tendrán de plazo hasta 2017. Pero mientras, el balón sigue rodando, o mejor dicho, de momento, detenido. Quién sabe hasta cuándo.

«Esa mierda de Primera»

El problema en el fútbol español es que en los últimos años esa «mierda de Segunda B», como alguno la tildaba porque los clubes estaban sin un euro, ha pasado a ser esa «mierda de Segunda A», y hasta de Primera. Y ello con el sonrojo de que, quien no paga, se sigue yendo de rositas. Se aferra a la Ley Concursal -legislación mercantil a la que pueden acogerse los clubes y que permite no hacer frente a las deudas acumuladas y congela el pago de las nóminas de los jugadores-, y a seguir gastando.

La LFP debería exigir a los clubes no sólo las obligaciones con los jugadores, sino también con la Hacienda, la Seguridad Social y todos los acreedores. Y no lo hace. En cambio, pide a sus asociados que metan más dinero en el Fondo de Garantía para que los que sí cumplen tapen los agujeros de los que no lo hacen. El mundo al revés.

Incluso si al final hay Liga este fin de semana, las palabras de Miljanic seguirán teniendo valor. El gato seguirá sin cascabel.