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«Revueltas» familiares

 

Ariane KAMIO | DONOSTIA

Julie Delpy nació en París en 1969, un año después de la que fuera la mayor revuelta estudiantil que se ha conocido en el Estado francés, y que hoy día se recuerda como Mayo del 68. En aquel año, el movimiento estudiantil de izquierdas encabezó numerosas protestas contra la sociedad de consumo y desembocó en una gran huelga general (fue secundada por más de nueve millones de trabajadores). La cadena de protestas estuvo vinculada al movimiento hippie que se extendía por aquella época.

Delpy, aunque no fue testigo directo de aquellas protestas, sí vivió en primera persona sus consecuencias y los cambios que ello supuso en algunas personas, sobre todo en mujeres, para quienes fue una «liberación».

La protagonista de dos títulos bandera de los noventa -«Blanco», de Krzysztof Kieslowski, y «Antes del amanecer», de Richard Linklater- viaja a la época en la que era niña pero sin afiliarse a la nostalgia.

«Recuerdo tan bien esa época que no la considero mi pasado, es todavía mi presente», apuntó una actriz y directora que, tras la fallida «Dos días en París», no confunde la ligereza con la superficialidad y crea una sensación de realidad vacacional de lo más disfrutable.

«Crecí de forma muy libre y en una familia muy liberal, aunque parte de la misma es bastante reaccionaria y no comparto con ellos la misma ideología política. Mis padres, sin embargo, eran muy liberales. Me criaron, por decirlo de alguna manera, como a un animal salvaje. Nunca me ocultaron nada, y éste es el resultado. ¡Aquí estoy!», proclamó la directora.

Delpy se ha inspirado en su propia familia y, sobre todo, en la figura de sus padres a la hora de elaborar un guión que se postula como uno de los favoritos para alcanzar la Concha de Plata en esa categoría. Sin embargo, la directora parisina, que también actúa en la película, ambienta el título en 1979, once años después de las protestas de Mayo del 68, con el objetivo de retratar, a través de una familia, que aquella revolución no liberó a todas las mujeres de las cadenas del sistema patriarcal. «Es una época en la que hubo dos corrientes: por un lado, las personas afectadas por la liberación sexual y el movimiento estudiantil y, por otro, las que van a caballo entre las dos corrientes, las que continúan bajo una educación tradicional», explicó.

Albertine, de diez años de edad, es el hilo conductor de esta película coral, familiar y algo «alborotada». La protagonista y todos sus familiares se reúnen en la casa familiar de Bretaña para celebrar el cumpleaños de la abuela. Todos creen que el Skylab, una estación espacial de la NASA, va a caer sobre sus cabezas ese verano. Sin embargo, la reunión se convierte en un alocado fin de semana lleno de revelaciones, amor y canciones. «Me encanta la ciencia y el Skylab fue un hito en aquella época. La estación espacial ejerce como una espada de Damocles sobre los personajes, que están preocupados por la posibilidad de que caiga sobre ellos, aunque los acontecimientos más relevantes acaben sucediendo en la Tierra, y no en el cielo», apuntó.

La propia Delpy interpreta a la madre de Albertine, junto a Eric Elmosnino, que ejerce de padre, recreando un tándem inspirado en los padres de la directora. «Tenía ganas de interpretar a este personaje porque se inspiraba en mi madre, que falleció un año y medio antes; supone un pequeño homenaje», dijo en una rueda de prensa en la que estuvo acompañada por el propio Elmosnino y Aure Atika, otra de las actrices que participa en el proyecto. «Esta película es como una pompa de aire. Odio las películas que te dicen que es una película inteligente, hecha por un director inteligente y plagada de un ramillete de personajes inteligentes. A mí me interesa la idea de no analizar nada, simplemente captar el momento e introducir al espectador, hacerlo convivir con la situación y los personas», definió Delpy.

MOVERMAN NO VIENE

Oren Moverman, director de la película «Rampart», que se proyecta mañana en Sección Oficial a concurso, no estará en Donostia por «razones personales».

«Happy End», las relaciones interpersonales que cambian la vida

Björn Runge (Lysekil, Suecia, 1961) se inició en el cine como ayudante de dirección de Roy Andersson y ha trabajado con asiduidad en la televisión y en el campo del documental. Tras dirigir los largometrajes «Harry och Sonja» (1996) y «Raymond-sju resor värre» (1999), obtuvo el premio Ángel Azul en el Festival de Berlín por su tercera película, «Om jag vänder mig om» (Daybreak, 2003).

Cuatro días después del estreno de su último trabajo, «Happy End», en los cines suecos, lo presentó ayer en Donostia junto a algunos miembros de su equipo, quienes no dudaron en expresar su alegría por estar en la ciudad y en Zinemaldia.

«Happy End» trata sobre los encuentros entre diferentes personas y las consecuencias que tienen estos en sus vidas. «Toda la película está relacionada con estos encuentros y con los cambios que sufren los personajes», explicó el director. Y es que Jonna, su hijo Peter, Katrine, su novio Asger y Mårten tienen importantes vínculos entre sí, pero evitan ser sinceros los unos con los otros. Todos ellos viven en un mundo de sombras lleno de mentiras y falsedades, pero sus aproximaciones harán que cambien sus opiniones.

Aunque en el filme aparezcan los malos tratos, la productora de la cinta, Bengt Toll, quiso dejar claro que no es esa la clave de «Happy End». «Hay encuentros en tu vida que pueden cambiarla por completo. La película no trata el maltrato, sino esos puntos de inflexión en la vida de los personajes». «Trata de las personas que se liberan de sus malos hábitos, va de las emociones que ocurren en esos encuentros. Es una película muy optimista», declaró el director. Algo, por cierto, que asombró a los periodistas reunidos en la presentación. Por otra parte, «Happy End» posee una iluminación muy especial donde cada personaje brilla con una luz propia. Según explicó Ruge, toda la iluminación de la cinta está inspirada en el gran fotógrafo Vittorio Storaro (director de fotografía en películas como «Apocalypse Now», «Novecento» o «El último tango en París») quien, en palabras de Ruge, les mostró como pasar de las sombras a la luz y el lenguaje de la iluminación. «En la película, lo oscuro tiene mucha importancia. Por ejemplo, la primera escena donde aparece el personaje de Peter, está totalmente en sombra, pero poco a poco la luz entra en su vida y en su imagen», detalló. Maddalen LARRINAGA

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