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VASCOS EN MADRID (XI) | 1977

Frente Autonómico: PNV y PSOE se estrenaron juntos

Uno de los motivos esgrimidos por el PNV para rechazar la oferta de unidad electoral ha sido su mala experiencia del Frente Autonómico de 1977. Sin embargo, en aquella coalición su principal socio no era la izquierda abertzale, con quien nunca ha concurrido unida, sino el PSOE. Obtuvo diez senadores.

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Ramón SOLA

Entre las múltiples argumentaciones empleadas por el PNV para rechazar la oferta de unidad abertzale que ha cristalizado en Amaiur, Iñigo Urkullu empleó una que nos remonta hasta los primeros comicios posfranquistas: «Ya tuvimos una experiencia en las primeras elecciones generales con el frente autonómico en Navarra, y aprendimos mucho sobre la participación en determinadas coaliciones o en determinados bloques», ha manifestado el mandatorio del EBB.

A tenor de la frase y su contexto, cabría pensar que el precedente evocado era una unidad de fuerzas abertzales. Pero el principal socio del PNV en aquel Frente Autonómico era otro: el PSE. O, mejor dicho, el PSOE, porque en Nafarroa, donde también se conformó esa coalición, sus miembros estaban aún bajo las siglas del Partido Socialista de Euskadi. La nueva federación del PSN aún tardaría algunos años en surgir.

Aquella unidad de acción se gestó al mismo tiempo que el PNV conversaba con el resto de fuerzas abertzales en Txiberta. Pese al mal recuerdo de Urkullu, o quizás por eso, la iniciativa dejó dos conclusiones: que el PNV y el PSE estaban tan próximos como para compartir coalición y que la apuesta política de los jelkides era clara en favor del autonomismo, en un momento preconstitucional en que todo el abanico de posibilidades estaba abierto, desde la ruptura más absoluta hasta la reforma más continuista.

Autonomía... y partición

Esta línea se había impuesto en la primera Asamblea del PNV tras su legalización. Los jeltzales fueron una de las primeras formaciones que recibieron luz verde del Gobierno de transición de Adolfo Suárez, mientras otras también de amplia tradición histórica como el Partido Carlista seguían proscritas.

La ponencia, elaborada por Xabier Arzalluz, estableció que el PNV «trabajará por un Estado autonómico que sea un ente político progresivo en el ámbito de su democratización política, con la constante profundización en los niveles de libertad ciudadana a alcanzar, y en postura de solidaridad con la libertad y los derechos de los demás pueblos del Estado»

Por esta vía, el PNV no tardó en encontrarse con el PSOE. La unión electoral se articuló a través de la llamada Asamblea de Parlamentarios Vascos, y se plasmó en la famosa foto ante el árbol de Gernika en la que junto a los jeltzales aparece incluso Gabriel Urralburu, que luego pilotó el giro del PSOE hacia la partición territorial.

Por aquel entonces -y según destacaba Víctor Manuel Arbeloa, «sin consulta ni debate alguno, sin hacer cala ni cata»-, todos los miembros del PSOE en Euskal Herria compartían federación. No había duda alguna de su fervor autonomista y, más aún, de su apuesta por una comunidad vasca única. En ``Diario de Navarra'', Urralburu apuntaba en esa campaña que los cuatro herrialdes «tienen unos intereses comunes que sólo se pueden satisfacer a través de unas instituciones comunes. Favoreceremos pues la integración de Navarra en Euskadi».

La coalición agrupaba también a miembros de ESEI e independientes. Y pasó por las urnas con buena nota. Logró los tres senadores en Bizkaia, Gipuzkoa y Araba y uno en Nafarroa, donde sólo le superó UCD. Históricos como Manuel de Irujo y Ramón Rubial, entre otros, lle- garon así al Senado. Cuatro de los diez eran jeltzales, tres se encuadraban en el PSOE y el resto eran abertzales diversos.

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