Apenas existen sinónimos para «grupo parlamentario». Lo sé porque durante la última semana he repetido este concepto tan insistentemente que llegué a pensar que el mundo, tal y como lo conocíamos, llegaría a su fin con un martillazo en la madera noble de la sala donde los miembros de la mesa del Congreso nos tuvieron esperando hasta medianoche.

De la comparecencia de Xabier Mikel Errekondo tras su encuentro con el rey español salí convencido de que por el camino nos habíamos dejado lo más importante. El portavoz abertzale acudió a la Zarzuela, como él mismo indicó, con un mensaje muy simple: reconocimiento de todos los derechos y respeto a la voluntad de Euskal Herria. Sin embargo, la carta pasó prácticamente desapercibida.

En lugar de hacer caso a lo verdaderamente relevante, la atención mediática se ha centrado en cuestiones aledañas e interpretaciones interesadas. Sobre el manidísimo tema del grupo parlamentario, es evidente que la decisión de la mesa demuestra cuál es la posición del PP como dueño y señor de Absolutistán. Obviamente, los conservadores han intentado desviar una determinación política hacia el farragoso terreno de la legalidad. Resulta lógico. Como también es natural lo que se ha escuchado en Euskal Herria. Unos, intentando llevar el tema hacia planteamientos de mero mercadeo, haciendo énfasis en la posibilidad del pacto con Geroa Bai. Otros, limitándose a lecturas políticas basadas en sus propios cálculos de cara a las próximas elecciones en Gipuzkoa, Bizkaia y Araba. Solo bajo ese prisma se entiende la insistencia con la que PNV y PSE han apelado al «victimismo» de una coalición que, efectivamente, es víctima de un intento de marginación.

Insisto, no podemos quedarnos en lo aleatorio. Es cierto que denominar «su majestad» al rey español ha sonado raro en muchos oídos vascos. Pero a veces da la sensación de que solo escuchamos lo que queremos. Nuevamente, pasan desapercibidas las tres primeras frases de Xabier Mikel Errekondo, que se ha enfrentado al papelón de ejercer de portavoz en una rueda de prensa casi convertida en interrogatorio. Y eso es lo verdaderamente importante: respeto a la decisión de Euskal Herria, reconocimiento de todos los derechos. El mismo mensaje que, de nuevo, tendrán que escuchar los diputados españoles estos días, haya o no grupo parlamentario de Amaiur.