Desde luego, el programa de La Sexta , «Famosos al volante», se puede considerar uno de los petardazos de la temporada. No tiene por dónde cogerlo. Ni es un reality, ni un programa de humor, ni tiene valor científico y hasta puede ser una malísima propaganda para las escuelas de conducción. Lo único que sabemos es que Falete es un monstruo de las galletas mediáticas, fotogénico, que sabe chupar cámara y que es el único que proporciona momentos estelares, porque el resto siempre dejan claro que se trata de una realidad formateada y que esperan pasar esos supuestos quince días hasta el desenlace final de la mejor manera posible.

La idea no parecía mala cuando se anunció, pero como en todas las cosas, el cómo ha sido lo que ha decantado el producto, con un montaje que intenta salvar la insustancialidad de lo grabado, pero que no acaba de enganchar porque los protagonistas si no les dan material de ficción, no saben crearlo y su realidad vivida, no da para mucho más que unas frases hechas, unos tics, que no alcanzan para despertar interés, al menos como espectáculo televisivo. Y si se trata de hacer un estudio sociológico de cómo se afronta el proceso de aprendizaje de la conducción en adultos muy resabiados, entonces, se hablaría de otra cosa, pero tampoco serviría porque están jugando a hacer ver que se están preparando para sacarse el carnet de conducir. Y no por voluntad propia, sino por contrato.

Otra realidad formateada es la de «Me cambio de familia», que tampoco puede tomarse como experimento social, ni siquiera como una experiencia de la que sacar consecuencias, pero al menos fuerza un poco más la situación, nos sitúa ante contradicciones que televisivamente tienen más valor y nos pueden llegar, cuando menos, a entretener. En la última entrega con una familia de naturistas, mezclada con gente de textil, es ya una buena ocurrencia. Otra cosa es que lo que se nos ofreció tuviera alguna verosimilitud con lo que pido haber sucedido. Colocadas en la parrilla en competencia, las audiencias se decantaron de manera mayoritaria por esta última opción, porque lo de los famosos, la verdad, es infumable.