GRECIA 1

REPÚBLICA CHECA  2

Fue un partido de despropósitos. Primero, los que protagonizaron los griegos, que saltaron al campo con la caraja y ya perdían por dos goles de diferencia cuando apenas se habían cumplido cinco minutos. Después, los de los checos, con cantada incluida del siempre valor seguro Peter Cech y la reserva de Rosicky, a quien Bilek cambió al descanso creyendo que el partido estaba ya ganado.

Así, se pasó de un partido totalmente controlado por el bloque centroeuropeo, que salió a mil por hora, necesitado tras la abultada derrota contra Rusia, a una segunda parte en la que Grecia apretó, pero sin mucho sentido. Su técnico, Fernando Santos, fue incorporando delanteros al encuentro, pero ello no se materializó en ocasiones.

Fue más una ofensiva con el corazón que con la cabeza, en la que los checos se encontraron bastante cómodos y totalmente enfrascados en labores destructoras -Plasil, Jiracek y Pilar desaparecieron en ataque-, hasta que el fútbol heleno se transformó en continuos balones aéreos, al final totalmente estériles.