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AAVV y Consistorio hablan de cómo activar los barrios de Bilbo

Tras años de olvido y de medidas para tratar de silenciarlo, el equipo de Iñaki Azkuna parece haber comprendido el papel que juega el renovado movimiento ciudadano de Bilbo. Sea por interés o por convencimiento, lo cierto es que la Alcaldía ha emprendido una ronda de contactos con las asociaciones vecinales al objeto de avanzar en la transformación de la capital vizcaina a través del equilibrio entre sus barrios. Se trata de darles vida económica, social y cultural.

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Agustín GOIKOETXEA | BILBO

Años de cruces de mensajes y pocas declaraciones públicas del alcalde y su equipo, pero con mucho «trabajo de cocina», muestran el estado de las relaciones entre los responsables del Consistorio bilbaino y un movimiento vecinal que ha recobrado en los últimos años iniciativa, convirtiéndose en referente para otros agentes.

La comunicación entre Azkuna y la Federación de AAVV no ha sido lo fluida que estas hubiesen deseado, aunque el último acercamiento propiciado desde la Alcaldía les hace ser optimistas, si bien no pecan de ingenuos. El director de Obras y Servicios, Fran Viñez, ha mantenido a lo largo de junio contactos con la Federación y una docena de asociaciones vecinales para profundizar en el concepto de «corazones de barrio». Se han citado en setiembre para ver si pueden acercar posturas.

Se parte de la propia definición y de reflexionar en torno al concepto de «corazón de barrio» desde un campo de colaboración, del que hasta ahora parecía estar excluido el movimiento ciudadano. A partir de la definición, se trata, según lo expuesto a los vecinos, de establecer un marco de actuación «en el que estemos -precisan- todos de acuerdo y que facilite el entendimiento de todos los pasos que vayamos dando a continuación».

Un avance del cambio de estrategia del equipo de Azkuna se atisbó al presentar en marzo Auzokide Plana, que contempla 167 actuaciones durante cuatro años por valor de 48 millones de euros. Entre las prioridades, transformar las plazas del Ensanche, San Pedro (Deustua), Kepa Enbeita (Otxarkoaga) y Campa Basarrate (Santutxu).

El objetivo, como avanzó el primer edil, es la creación de «corazones de barrio», espacios que serían «verdaderos motores económicos y sociales» para sus respectivos entornos. Tras aquella presentación, ha llegado el «trabajo de cocina» para que los colectivos vecinales conozcan la filosofía del plan municipal y hagan sus aportaciones.

Detrás de esta propuesta se encuentra la Fundación Metrópoli, que, desde que llegó a Bilbo de la mano del vicelehendakari primero en el Gobierno Ardanza Jon Azua, se ha convertido en entidad asesora de cabecera de Iñaki Azkuna y de su consejero delegado, Andoni Aldekoa.

Sorprende que al PNV le haga falta esa consultora internacional vinculada a la arquitectura y el urbanismo para descubrir las potencialidades de los barrios y sus habitantes. La entidad que preside Alfonso Vegara, por cierto, fue la que diseñó la participación de Bilbo en la Expo de Shangai y la creación del Consejo Cívico de la Villa.

Antecedente del Consejo Cívico

Un avance de esta ronda de contactos con las AAVV fueron unas jornadas promovidas en abril por el Consejo Cívico sobre calidad de vida, barrios y servicios, dirigidas por la consultora barcelonesa Momentum, en la que, por ejemplo, se expuso la importancia de fomentar una nueva cultura del uso del espacio público y el papel a jugar por el asociacionismo y por el Ayuntamiento.

Allí salió a relucir la necesidad de impulsar el equilibrio de servicios en todos los barrios, algo defendido hasta la saciedad por el movimiento ciudadano mientras las instituciones se volcaban en el ``efecto Guggenheim''. Se propuso no crear espacios exclusivos para usos específicos o destinados a una franja de la población, o impulsar las actividades culturales, sin obviar la potenciación de la accesibilidad de las personas a todos los recursos y servicios.

Otro aspecto que se contempló es el de «rentabilizar» los diferentes equipamientos públicos, abriendo, por ejemplo, los patios de las escuelas en ciertos horarios para favorecer un «ocio saludable». Tampoco faltó la propuesta para garantizar los servicios sociales a los colectivos más necesitados, independientemente de que los demanden ellos, o la rehabilitación de las viviendas en riesgo de degradación, principalmente el parque de los años 50 y 60.

Corazón de barrio

Definen como «corazón de barrio» a aquellos espacios físicos que «dan vida» a estas zonas y a partir de los cuales se pueda potenciar sus actividades económica, social y cultural, avanzando en la transformación de la capital vizcaina.

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La Federación de AAVV no le gusta el concepto se inclinan por denominarlos «espacios para una convivencia digna en la ciudad», partiendo de que estas zonas deben ser públicas y no privativas.

Lugares con centralidad para fomentar una gestión eficaz

Las asociaciones vecinales apuestan por el uso público de los espacios, de ahí su oposición a la ordenanza restrictiva impulsada por el equipo de Iñaki Azkuna y de que hagan un análisis más allá del programa Auzokide Plaza y sus derivadas. Desde el movimiento ciudadano se considera fundamental crear «espacios para una convivencia digna en la ciudad» y que determinarán la calidad de vida de las personas en primera instancia.

En un análisis realizado por una de las AAVV que participa en el cambio de impresiones con el Ayuntamiento y que avanza la reflexión del conjunto de la Federación con matices, se apunta a que esos espacios a potenciar deben ser «lugares próximos donde se pueda mantener una relación directa para facilitar una gestión eficaz, sin tener que hacer grandes desplazamientos o ir de un lugar a otro para realizar los trámites». Se incide, además, en la centralidad y la cercanía de esos espacios tomando como referencia los domicilios, no los despachos u otros intereses.

Entre las propuestas, se plantea la posibilidad de que los edificios públicos sean empleados para más actividades que su destino principal. Otra se refiere a los locales y otras dependencias del Consistorio que llevan años vacías. «¿Por qué no se pone todo este patrimonio al alcance de las necesidades varias? Ocio, comercio, empresa, cultura, formación... Estamos completamente seguros -afirman- de que si el Ayuntamiento actuara como elemento regulador de los alquileres, estos actuarían como estímulo para la apertura de nuevas actividades» al rebajarse los precios. A.G.

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