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Crónica | El frente occidental de la guerra siria

Trincheras con vistas al bastión de los Al-Assad

La contraofensiva del régimen sirio para recuperar Damasco ha alejado de momento la posibilidad de que Bashar al-Assad opte por exiliarse a Moscú o confinarse en Latakia, bastión alauí. De producirse esta segunda opción, la milicia «Emigrantes de Alá» del ELS en las montañas de Jabal al-Akrad, el frente más occidental, tendrá la misión de comandar el ataque sobre la ciudad mediterránea.

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David MESEGUER Jabal al-Akrad

Muamar Gadafi está muy presente en el imaginario colectivo de los sirios. Muchas de las consignas lanzadas contra del dictador libio durante la revuelta en el país norteafricano, se escuchan ahora adaptadas a Bashar al-Assad en las manifestaciones opositoras de los viernes. «Ojalá Al-Assad acabe como Gadafi», exclama enérgico Abu Yasim, combatiente del Ejército Libre Sirio (ELS). «La comunidad internacional ha ignorado el sufrimiento del pueblo sirio y solo nosotros decidiremos cuál debe ser el final de Al-Assad», trata de justificar Yasim.

El linchamiento de Gadafi tuvo lugar en Sirte, su ciudad natal, donde del coronel libio se atrincheró junto a sus acérrimos tras la caída de Trípoli. Aunque la contraofensiva del Ejército sirio sobre Damasco parece haber descartado temporalmente la salida de Al Assad del palacio presidencial, la opción de que el rais se refugie en el bastión alauí de Latakia sigue presente en la mente de los rebeldes destacados en la región montañosa de Jabal al-Akrad.

En el frente de Doureen, cerca de la ciudad de Salma y a tan solo 40 kilómetros de Latakia, la batalla que se libra diariamente por ganar un palmo de terreno al adversario requiere la utilización de toda la maquinaria bélica disponible. Conscientes de la importancia estratégica del enclave y para evitar el avance de los rebeldes hacia el mar, las fuerzas leales Al-Assad castigan diariamente con intenso fuego de artillería, mortero y helicóptero las posiciones del ELS.

«Mira como el régimen está destruyendo la tierra que tanto dice amar», exclama Mahmud, miliciano del ELS, mientras señala hectáreas de bosques quemados en el horizonte. La quema indiscriminada de masa forestal es otra de las estrategias utilizadas por el Ejército sirio para despejar la visión a los efectivos aéreos e impedir que los rebeldes se cobijen.

Creación de un Estado alauí

La zona que controla el ELS en la provincia de Latakia se extiende desde la frontera de Turquía hasta la ciudad de Al Haffah, relativamente cercana a Al Qardahah, lugar de nacimiento del padre del presidente, Hafez al Assad. En las ciudades portuarias de Latakia, Tartus y Banias, existe paridad entre los porcentajes de población alauí -confesión a la que pertenece Al Assad- y población suní -el grueso del ELS-. En cambio, las pequeñas villas son mayoritariamente alauíes y leales al régimen.

Esta notable presencia de población suní en los grandes núcleos urbanos de la región puede ser aprovechada por el ELS como caballo de Troya si finalmente se trasladara allí la cúpula del partido Baaz y el grueso del Ejército. «Tenemos gente en el interior de Latakia que nos envía información y combatiría llegado el caso», afirma Mohammed Hammudi, oficial del «Batallón 111» del ejército rebelde.

En caso de producirse este escenario, algunos expertos apuntan a una hipotética creación de un Estado alauí con capital en Latakia como ya ocurriera en los años 20 y 30 bajo la ocupación francesa. París, en 1922, creó una región autónoma alauí, que en 1924 se convirtió en Estado y, a partir de 1930, paso a llamarse Gobierno independiente de Latakia, pero siempre bajo la tutela gala. La emancipación alauí duró hasta 1936 cuando Francia incorporó de nuevo este territorio a Siria.

El Kremlin no vería con malos ojos está posibilidad puesto que le permitirá conservar su base naval en Tartus. Este hecho, semejante a la partición de facto de Bosnia y Herzegovina, entre la Federación croato-musulmana y la República Srpska a raíz de los Acuerdos de Dayton, comportaría el desplazamiento de población de las diferentes comunidades religiosas del país y, por lo tanto, consumaría la limpieza étnica y la guerra sectaria que planea sobre Siria.

El atentado que dañó seriamente la cúpula militar y política del régimen y la llegada de los combates a la residencia presidencial hicieron pensar en una posible huida del rais hacia Moscú o Latakia. Ante esta posibilidad el ELS decidió enviar tropas y armamento a la región de Jabal al-Akrad para lanzar una ofensiva sobre el bastión alauí.

Ahora que el foco de atención se ha trasladado a Alepo, pulmón económico de la república árabe, los combatientes rebeldes en la provincia de Latakia tienen «la función de cortar el suministro de tropas y armamento desde la región mediterránea hacia Alepo», como manifiesta Abu Rahal, oficial de la milicia «Emigrantes de Alá», encargada de mantener el frente de Jabal al-Akrad.

El tráfico rodado en la autopista que une Alepo y Latakia, hace días que es inexistente a la altura de esta zona montañosa, debido a los constantes ataques y emboscadas perpetrados por el ELS. Debido al profundo conocimiento del terreno, la inmensa mayoría de combatientes de este frente occidental son originarios de Latakia, aunque GARA ha podido constatar la presencia de milicianos extranjeros desplazados a Siria movidos por convicciones profundamente religiosas. Concreta-mente, en un centro de preparación de explosivos caseros cercano a Salma, un joven bosnio está ayudando al ELS en la fabricación de estos artefactos.

 

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