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Udate | raffaella milanesi, soprano

«La escasez de buenos contratenores propicia la vuelta al Barroco»

La soprano italiana Raffaella Milanesi se ha hecho una voz habitual en las producciones de ópera barroca de toda Europa. Gran especialista en autores como Pergolesi y Haendel, además de clásicos como Mozart y Haydn, llega a la Quincena Musical de Donostia para interpretar cantatas de Antonio Vivaldi. El concierto tendrá lugar esta tarde.

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Mikel CHAMIZO | DONOSTIA

Raffaella Milanesi cantará a las 18.00 en Santa Teresa, dentro del Ciclo de Música Antigua de la Quincena Musical, dos desconocidas cantatas de Vivaldi: «Che giova il sospirar, povero core» y «Vengo a voi luci adorate». Le acompañará el Insieme Instrumentale di Roma, un prestigioso conjunto especializado en Vivaldi, que interpretará también otros conciertos y sinfonías del autor.

¿En qué se caracterizan las dos cantatas de Vivaldi que va a cantar esta tarde?

Son dos cantatas bastante poco conocidas dentro de la producción del propio Vivaldi, y en cierto modo son también bastante diferentes. Principalmente porque dejan un espacio al drama mayor que otras de sus cantatas. La escritura vocal de Vivaldi a menudo se parece a la de un instrumento, y es sobre todo en el aspecto puramente musical en el que puedes trabajar la voz, dejando el texto un poco al margen. Sin embargo, en estas dos cantatas la escritura vocal es aparentemente simple, pero Vivaldi aplica una gran gama de colores a la declamación dramática del texto. Seguramente fueron escritas para ser cantadas por un castrado, porque tienen un pathos masculino y además hablan del amor por una mujer. La música se mueve entre la extrema dulzura y la agresividad, incluso arranques de violencia, que es característica de las obras escritas para castrados que explotaban los enormes contrastes que podían obtener con su voz.

¿Son cantatas difíciles de abordar para una voz femenina?

No son especialmente complejas. La mayor dificultad para una mujer, al ser escritas para un cantante masculino castrado, es encontrarse cómoda en la tesitura, que tiene aspectos tanto de soprano como de mezzosoprano. Algunas florituras en el agudo son claramente sopraniles, pero muchos otros pasajes en el registro medio y grave requieren de un espesor en el sonido que se corresponde más al de una mezzosoprano. Técnicamente esta es la principal dificultad. Lo que entraña realmente un reto en estas cantatas es la enorme variedad de recursos expresivos que exigen de la cantante, especialmente en los recitativos, que son de una belleza e intensidad sobrecogedora.

¿Qué tiene su voz para que a los directores de música antigua la encuentren tan atractiva?

Mis dos mundos son sobre todo el Barroco y el Clasicismo de Mozart y Haydn. La razón por la que me vengo centrado en ellos es doble: por un lado es lo que más me piden y lo que mejor se adapta a mi voz, pero a mí también me gusta mucho ese repertorio. Por supuesto, también hago otro tipo de cosas, pues creo firmemente que un intérprete no puede limitarse sólo a una parte muy especializada del repertorio. No es justo ni para ti ni para la gente que sigue tu trabajo. Quizá no puedas tener una voz óptima para el Barroco y a la vez estar cantando «Tosca», pero quizá sí belcanto, porque aquí te enfrentas a matices estilísticos y no tanto técnicos.

Tras el gran boom de los contratenores que se ha vivido en las últimas dos décadas, da la impresión de que, paulatinamente, están volviendo a imponerse las voces femeninas para cantar el repertorio barroco. ¿Por qué cree que se está produciendo esta vuelta?

Si quieres que te sea sincera, yo creo que el problema es que hay muy pocos contratenores que canten realmente bien. Encontrar una buena voz de contratenor para cantar estos repertorios es una tarea muy ardua. El repertorio de los castrati exige una voz muy delicada, con unas posibilidades técnicas y de tesitura que solo los contratenores fuera de serie pueden afrontar satisfactoriamente. Hace poco estuve en un recital de Franco Fagioli y fue fantástico, pero por desgracia hay muy pocos contratenores que sean cantantes tan completos como él. Casi todos tienen carencias de algún tipo: o la técnica no es perfecta, o el timbre de voz no es homogéneo, o tienen problemas de afinación... Por eso, en muchos teatros están optando por buenas cantantes femeninas travestidas de hombre antes que por contratenores que vocalmente no estén a la altura.

En los últimos años ha cantado mucho Pergolesi, cuyas óperas, salvo «La serva padrona», no son muy conocidas. ¿Cree que tienen posibilidades de volver al repertorio operístico?

Espero que sí, por que es música muy bien escrita y repleta de tesoros. Pergolesi fue un vanguardista de su tiempo, propuso cosas realmente avanzadas, y creo que este aniversario ha servido para que muchos lo hayan redescubierto. Que luego sus óperas vayan a quedarse en el repertorio es más difícil de adivinar, pero yo lo espero, porque es música que no tiene nada que envidiar a la de Haendel, por ejemplo.

Tanto usted como el Insieme Strumentale di Roma son italianos. ¿Por qué cree que hay tantos músicos y conjuntos de música antigua procedentes de Italia?

Pienso que una de las razones principales es el propio idioma. Una gran parte del repertorio barroco, y muy especialmente las óperas, fueron escritas en italiano, y el conocer bien la lengua ayuda mucho a la expresividad y al fraseo. También creo que hay mucha afinidad cultural entre los músicos italianos y el discurso de los compositores italianos, que es lo que más a menudo tocan estos grupos. Ocurre lo mismo con Francia, cuyos músicos son, probablemente, los que mejor comprenden la estética de autores como Lully o Couperin. En nuestro caso, nos resulta muy cercana toda esa pasión tan característica de la música de Vivaldi.

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