El brazo político del PKK lidera la revolución en Kurdistán Oeste
Con un mayor respaldo popular y a la espera de que el recién creado Consejo Supremo Kurdo tome el poder, el Partido de la Unión Democrática (PYD) está viviendo un momento histórico al controlar y administrar las zonas kurdas del norte de Siria tras la retirada del régimen.
David MESEGUER | EFRIN
Los amasijos de los tanques calcinados todavía son visibles en las calles de Azaaz, cerca de la frontera turca, donde a finales de julio el Ejército Libre Sirio (ELS) derrotó a las tropas progubernamentales después una encarnizada batalla. El paisaje posbélico de esta localidad árabe contrasta con la situación estable y sin enfrentamientos armados que se vive a tan solo 15 kilómetros en Efrin, principal ciudad de mayoría kurda en la provincia de Alepo.
Al superar el último punto de control del ELS en Azaaz, en apenas unos minutos, las banderas de la «Siria rebelde» dejan paso a la bandera tricolor kurda, verde, roja y amarilla, y a las pintadas en honor a Abdullah Ocalan, que engalanan el checkpoint dispuesto por la Unidades de Defensa Popular kurdas en la entrada de Efrin.
«Hace dos meses que el PYD está controlando y gestionando la región después de la retirada del Gobierno sirio», explica a GARA Bdran Ciakurd, máximo dirigente del Movimiento Democrático Popular de Kurdistán Oeste (TEV-DEM) -organismo paraguas del PYD y otras organizaciones afines al PKK-, en la región de Efrin.
Algunas fuentes apuntan a que esta retirada táctica del régimen tiene el objetivo de presionar a Turquía, que ofrece apoyo activo a la oposición siria y está enfrentada con el PKK desde 1984, en un conflicto que ya ha dejado cerca de 45.000 muertos.
Pero lo cierto es que la relación entre Damasco y el PYD no ha sido homogénea en todos los territorios kurdos. En ciudades como Efrin, Kobani y Amude, Bdran Ciakurd defiende que «la cesión del control del territorio se ha producido sin incidentes armados por la creciente presión del pueblo kurdo». En cambio, en Derik o determinados barrios de Alepo, las milicias kurdas y el Ejército sirio sí han protagonizado combates. Por su parte, Qamishlo, capital de Kurdistán Oeste, aún está bajo control de las autoridades de Damasco.
Autogesión del territorio
«Vestí a mi hijo con los colores kurdos y me detuvieron. Pasé tres años en prisión donde me torturaron y arrancaron siete dientes», explica Hanif Mesto, miembro del PYD, liberado el 20 de abril de este mismo año. La situación medianamente aceptable que vivían los kurdos en la década de los noventa con Hafez al-Assad en el poder, cambió radicalmente con la llegada de Bashar al-Assad al Gobierno y se estrecharon los vínculos con Turquía. En los últimos años, la represión del régimen sirio contra el pueblo kurdo aumentó de forma notable con decenas de presos políticos y con sangrientos episodios represivos como la muerte de 30 manifestantes en Qamishlo en 2004.
Una actitud represiva contra los kurdos también ejercida por Turquía y que llevó al Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK) a coger las armas en 1984. Precisamente, ayer en la población de Jendires centenares de personas daban el pésame al padre de un combatiente muerto en los duros enfrentamientos protagonizados por el Ejército turco y la guerrilla kurda en Semdinli, en la provincia de Hakkari. Más de 5.000 guerrilleros de la región de Efrin, en la que el PKK cuenta con un amplio apoyo popular, han dado su vida por la causa kurda desde el inicio de las hostilidades con Turquía.
Una vez iniciada la revuelta en marzo de 2011 y ante la disyuntiva de unirse a un ELS apoyado por Turquía o seguir siendo fieles al régimen de Bashar al-Assad con sus antecedentes represivos, los kurdos de Siria han optado por la autogestión.
«Llevábamos años esperando esta oportunidad y por fin podemos gestionar nuestro territorio», explica Attef Abdo, miembro del PYD y máximo responsable del Parlamento del Pueblo Kurdo en Efrin, órgano del que dependen los 18 consejos encargados de administrar la región. «En dicho órgano también hay representantes políticos del Consejo Nacional Kurdo (CNK) y miembros de la comunidad árabe en la región», remarca.
Los 18 consejos están encargados de administrar áreas como Seguridad, Medio Ambiente, Mujeres, Juventud... e incluso hay uno focalizado en la hermandad entre árabes y kurdos «para resolver los problemas surgidos especialmente en los últimos meses de revolución», como así lo indica su responsable Hamma Salim.
«La constitución de dichos consejos no ha sido complicada puesto que tenemos las estructuras y experiencia adquirida durante los últimos años de Hafez al-Assad», apunta Rokan Ahmad, responsable de la Unión de Mujeres en la región. La enseñanza del kurdo en las escuelas y la rotulación en la lengua autóctona han sido algunas de las medidas tomadas rápidamente tras la toma del control administrativo.
A la espera de que el recién creado Consejo Supremo Kurdo tome el poder en Kurdistán Oeste después del acuerdo de Arbil firmado a mediados de julio entre el PYD y el CNK bajo el auspicio de Massoud Barzani, presidente del Gobierno Regional del Kurdistán iraquí, los consejos de carácter regional siguen controlados por el brazo político del PKK aunque están comenzando a incorporar miembros del CNK.
«El PYD está aún trabajando en solitario y controla los lugares y administraciones oficiales, pero estamos trabajando para comenzar a gobernar juntos», indica Kamiran Hasan, responsable del Partido Kurdo del Progreso Democrático en Efrin, formación integrada en el CNK.
Según Bdran Ciakurd, el hecho de que el PYD controle la administración del territorio y relegue a un lugar secundario al CNK en las labores de gestión, se debe «al masivo apoyo popular que tiene la formación en Kurdistán Oeste». Según sus datos, «cuentan con cerca del 70% del apoyo de la población en las regiones kurdas de Siria, excepto en Qamishlo, donde el soporte popular se reparte al 50% entre PYD y CNK».
Este masivo apoyo de la población civil al brazo político del PKK se respira en las calles donde pueden vislumbrarse numerosos retratos de Abdullah Ocalan, banderas y fotos en honor a los mártires de la guerrilla caídos. Sino fuese por el paisaje urbano de Efrin y sus pequeñas colinas repletas de olivares, podría tenerse la sensación de que uno se encuentra en el Qandil, bastión del PKK en el norte de Irak.
«La gestión del territorio no está siendo complicada puesto que la mayoría de las infraestructuras siguen intactas y hemos mantenido los funcionarios estatales que trabajaban en la administración y ahora lo hacen para nosotros», remarca Attef Abdo.
Ruptura parcial con Damasco
El hecho de que la ruptura con Damasco es solo parcial y que la postura de los kurdos en Siria es singular puede percibirse en las calles de Efrin. Mientras algunas estatuas y pancartas de los Al-Assad han sido destruidas, en algunos edificios oficiales aún ondean banderas de la República Árabe de Siria presididos por bustos de Hafez al-Assad y fotos del actual presidente.
Damasco sigue financiando algunas partidas presupuestarias, aunque Bdran Ciakurd asegura que «autofinanciamos nuestra gestión recolectando dinero entre los ciudadanos».
Uno de los principales cometidos del PYD es gestionar la defensa de las regiones kurdas y por este motivo han creado las Unidades de Defensa Popular y un cuerpo propio de Policía. «Son voluntarios civiles que han recibido entrenamiento», indica Bdran.
En cada una de las 358 aldeas de la región de Efrin, la selección de los diez miembros que se ocupan del checkpoints se reparte de forma rotatoria entre los diferentes domicilios.
Aunque la conexión de Kurdistán Oeste con Qandil es más fluida que nunca, el propio Bdran hasta hace unos meses estaba en la guerrilla, Mohammed, responsable de la defensa de Jendires, defiende que «aunque simpatizamos con el PKK no hay guerrilleros presentes en nuestro territorio».
El PYD ha respetado este punto abordado en el acuerdo de Arbil para no dar motivos a Ankara para lanzar un ataque fronterizo sobre las regiones kurdas del norte de Siria.
Pero el hecho de que el PYD controle las zonas kurdas del norte de Siria fronterizas con Turquía, es visto con preocupación por Ankara. Recientemente, el primer ministro turco, Recep Tayipp Erdogan, aseguró que «vemos con inquietud la cooperación entre la organización terrorista del PKK y el PYD. Si hay formaciones terroristas que se están estableciendo cerca de nuestra frontera tenemos el derecho de intervenir en el interior de Siria».
En los últimos años, el Ejército turco ya ha llevado a cabo diferentes acciones militares transfronterizas en el norte de Irak para destruir las bases del PKK en las montañas de Qandil.
Ante esta situación, Turquía ha enviado un convoy compuesto por una veintena de vehículos militares a la región fronteriza de Kilis y ha reforzado la presencia armada a lo largo de los 911 kilómetros de frontera con Siria. «Los kurdos no tenemos miedo a Erdogan. Si el Gobierno turco nos ataca, nos defenderemos», sentencia Attef Abdo.