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Gloria LATASA gloriameteo@hotmail.com

Agua de Febrero

Si las diferencias de presión entre el anticiclón y la borrasca fueran menores, el aire llegaría del Este y el invierno sería más frío y seco

Nunca, dice el refranero, llueve a gusto de todos. Y menos -podríamos añadir- cuando llueve sobre mojado, como lo está haciendo este febrero. Sin embargo, el mismo refranero es optimista con respecto a las precipitaciones de los dos primeros meses del año: `Agua de enero, todo el año tiene tempero' (Tempero: sazón y buena disposición en que se halla la tierra para las sementeras y labores) y `Agua de febrero, mejor que de enero'.

Un poco de optimismo, con la que está cayendo, no viene mal. Como tampoco viene mal conocer el porqué de tanta nieve y tanta agua. La incesante precipitación, acompañada de viento, está relacionada con la continua llegada de aire marítimo a Europa. Un aire de procedencia norte y noroeste, muy inestable, que favorece la formación de fuertes y frecuentes tormentas.

Los vientos llegan canalizados por un pasillo formado por el Anticiclón de las Azores y la Borrasca de Islandia, ambos con valores de presión superiores (en un caso) e inferiores (en el otro) a lo que es habitual en un invierno «normal». Si las diferencias de presión entre el anticiclón y la borrasca fueran menores, el aire llegaría del Este y el invierno sería más frío y seco.

En todo el proceso de alteración de las condiciones invernales en el continente europeo colabora también el mar. De hecho, es la interacción entre la atmósfera y el océano la responsable -podríamos decir- de que se produzca este fenómeno al que se conoce como Oscilación del Atlántico Norte (NAO), pariente menor de la Oscilación Sur (ENSO), más conocida como el Niño.

La NAO puede tener valores positivos o negativos (se expresa mediante un índice). En fase positiva (como la que estamos «disfrutando» ahora, con grandes diferencias de presión) castiga la cara norte de Europa con fuertes vientos, tormentas y abundantes precipitaciones. Sin embargo, deja más tranquila a la zona mediterránea. Por el contrario, una NAO en fase negativa (con diferencias de presión más pequeñas) ocasiona más precipitaciones en el Mediterráneo y deja la zona norte del continente más fría y seca, y menos ventosa.

 

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