El pasado 11 de junio, y de manera súbita, la televisión pública griega, ERT, dejó de emitir su programación. Un episodio sin precedentes en sus 48 años de historia y que tuvo su escenificación definitiva cuando el mandatario Andonis Samaras declaró el cierre de la cadena y provocó un gran revuelo entre los trabajadores, organizaciones y buena parte de una clase política muy molesta con las implacables medidas de austeridad dictadas por la troika.

Vistas las consecuencias, el Consejo de Estado de Grecia ordenó restablecer el servicio de radiodifusión de manera inmediata y hasta que fuese creado el nuevo ente público. El líder conservador propuso que esta versión reducida de ERT fuera dirigida por un equipo nombrado por los tres partidos de la coalición, que supervisaría el programa y la reestructuración del ente público hasta la creación de la nueva entidad.

Dos meses después de este episodio, el viceministro de Cultura, Pantelis Kapsis, anunció que la nueva televisión pública griega, NERIT, comenzará a emitir en directo en un plazo de dos semanas. Además, Kapsis aseguró que aproximadamente el 80 por ciento de los puestos de trabajo de este «nuevo» medio serán ocupados por trabajadores de la antigua televisión pública, ERT.

Kapsis fue elegido para llevar a cabo este polémico proceso de creación de la nueva televisión pública y en su comparecencia señaló que ya se han recibido 8.000 solicitudes de empleo para los aproximadamente 2.000 puestos de trabajo previstos en NERIT. De las 8.000 solicitudes, alrededor de un millar pertenecen a antiguos empleados de ERT.

Kapsis explicó además que Nerit no podrá realizar sus emisiones de forma normalizada hasta que los trabajadores de ERT que todavía permanecen encerrados en la sede central de la antigua radiotelevisión pública desalojen sus dependencias.